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Ser escritor en Cuba (Segunda parte)

Libro abierto, caricatura original de Michel Moro Gómez
Libro abierto, caricatura original de Michel Moro Gómez
Imagen: Michel Moro Gómez

Para un escritor la publicación de un libro no es el final de un recorrido, sino el inicio. Una vez que el libro sobrepasa la librería y llega a manos del lector y posible crítico, comienza el verdadero viaje. Pero ocurre que a veces el texto no llega a la librería, o sucede que se estanca en sus anaqueles, y no aparece jamás el lector y mucho menos la oportuna crítica.

Leer primera parte de este artículo: "Ser escritor en Cuba (primera parte)"

LA DISTRIBUCIÓN O ¿ADÓNDE VAN A PARAR LOS LIBROS?:

Hace unos años quise comprar El siglo entero, un ensayo de Virgilio López Lemus sobre la poesía cubana del siglo XX. Cuando llegué a la librería más importante de Ciego de Ávila me dijeron que el libro no estaba, que lo habían distribuido por los municipios. Luego supe por un amigo que todos los ejemplares que habían entrado a Ciego se encontraban en Chambas. Más cercano en el tiempo, cuando quise adquirir Lecturas y relecturas de Roberto González Echeverría, me dijeron en la misma librería que el libro nunca había llegado. Pasados unos días me encontraba en Pina —pueblo que la Revolución renombró como Ciro Redondo, pero nadie repite ese forzado nombre— y me llegué hasta la librería local para descubrir que ahí estaba el libro de González Echeverría.

Ambos textos, por la profundidad de sus ensayos, requieren de un público especializado. Cuando los distribuyeron hacia extraños pueblos intrincados solo lograron alejarlos de sus posibles lectores. Aunque eso no es distribuir, sino enviar a ciegas, salir del bulto pesado de la manera más fácil posible. No se puede distribuir un libro sin antes tener un estudio hecho del tipo de producto y del tipo de públicos que hay en las diferentes geografías de nuestro país.

Para Idiel García, mencionado en la primera parte de este trabajo, la única calificación que tiene la distribución es de “mala”. Y asevera: “La distribución no tiene en verdad una perspectiva de país. En la mayoría de los casos Oriente no llega a Occidente. Occidente no llega a Oriente. El Centro no llega a ninguno de los dos sitios. La Isla no sale de la Isla”.

He escuchado a múltiples autores repetir con petulancia “mi libro se agotó”, y he pensado “no, tu libro no se agotó, sino que se mal distribuyó y en una librería de Morón, de Trinidad o de Mamanantuabo, hay —ocultos entre los anaqueles, rodeados de polvo y olvido— decenas de ejemplares.

INEFICIENCIA DE LA PROMOCIÓN:

Este es un tema medular, pues la promoción sufre hoy una situación caótica en todas las instituciones culturales. Se habla de una apatía generalizada, de que los jóvenes cada día leen menos, de que prefieren una serie manga a una buena novela de Kawabata, y aunque esto puede ser muy cierto, también hay que reconocer que le está faltando el gancho y la gracia a los pocos spots promocionales que invitan al Sábado del Libro o promueven un evento equis, que cada vez es más pobre y nula la presencia de escritores en los espacios radiales y televisivos, y los espacios dedicados a promover la lectura son muy pocos y los que existen muy pacatos.

“Falta originalidad e imaginación”, acota Idiel García, “no hay conocimientos de márquetin. Se le sigue teniendo ojeriza al mercado del libro, pero no nos damos cuenta de que el libro es una mercancía. Aunque se trate de una mercancía que lleve otro tratamiento. Se hace para un público.”

Más allá de que el libro sea un producto subvencionado por el estado —en gran medida para garantizar el control de cada letra impresa—, y de que se le tenga reticencia al mercado, hay que entender que la razón de ser de un libro es el lector, mientras el libro no llegue a sus manos el trabajo del escritor se encuentra trunco. Se hace cada vez más apremiante la búsqueda de estrategias de promoción que pongan al libro y también al autor más cerca de los posibles consumidores.

Tuve la experiencia de ser invitado a la Feria del Libro en Hoguín, acababa de publicar mi poemario Acantilado, por Ediciones La Luz, y los promotores de esta editorial me sentaron junto al poeta Antonio Herrada, autor de Asimetría, en el set de venta para que firmáramos los libros a los lectores. Muchas personas compraron nuestros libros, algunos motivados por el simple hecho de poder interactuar con el autor. Fue una grata experiencia que viví como autor. Lástima que la motivación, las ideas, las ganas de hacer, que a veces requieren de muy pocos recursos, no sean lo común.

Para Elaine Vilar, desde el punto de vista editorial “la promoción es casi siempre bastante mediocre”. Mientras que, institucionalmente, la AHS sí ha llenado sus expectativas como autora desde el punto de vista de la promoción. “Si hablamos de espacios literarios, depende mucho de la disposición de la institución. Redondeando las ideas: la promoción nunca es lo suficientemente eficiente.”

LA AUSENCIA DE LA CRÍTICA:

Aunque todos los años se entrega un Premio de la Crítica, hay que decir sin pelos en la lengua que en nuestro país la crítica literaria no existe. Existe cierta tendencia al elogio oportuno ejercido por cierto escritor que está esperando a que, en algún momento dado, ese elogio le sea devuelto. También a veces hay alguna crítica enconada que casi siempre es atendida por un amigo del atacado. Quienes practican este tipo de engaño, de artificio infantil —que el narrador Rafael de Águila caracterizó como “animadversión prostibularia”—, son los mismos escritores cocinándose en su misma salsa, tratando de rellenar con sus aplausos o vituperios un espacio que debía cubrir la crítica literaria especializada, un observador distante, no viciado y comprometido.

Y en gran medida no existe dicha crítica, primero: por lo mal que pagan las publicaciones periódicas —la Resolución 157 del Ministerio de Cultura, que existe para ejercer dichos pagos, está totalmente descontextualizada; el pago más alto que se puede hacer a través de la misma es de 100 pesos cubanos—, segundo: por el desfasaje que existe en dichas publicaciones que casi ninguna sale en tiempo, perdiendo así su seriedad y esencia, y tercero: porque en nuestro país es un mal generalizado el hecho de que nadie quiere meterse en problemas, y la crítica es el ejercicio de buscarse problemas, para ello el crítico necesita respaldo y, hasta cierto punto, inmunidad.

Mientras estas situaciones no se reviertan seguirá entregándose el Premio de la Crítica que es más bien el “premio de los amiguitos”, y cada quien cuando le toque hacer de jurado premiará lo que le venga en ganas, ayudará al prójimo, le tirará el salve al vecino. Parte de nuestras penas y nuestras glorias.

Heriberto Machado Galiana

Escritor Heriberto Machado Galiana en la revista Árbol Invertido.

(Ciego de Ávila, 1987). Poeta y narrador. Licenciado en Estudios Socioculturales. Egresado del XIII Curso de Técnicas Narrativas del Centro Onelio Jorge Cardoso en 2011. Ha merecido los premios Poesía de Primavera (2011), Ernest Hemingway (2011), Mangle Rojo (2013), y Calendario (2015). Tiene publicados los poemarios Las horas inertes (Ed. Ávila, 2012), Acantilado(Ed. La Luz, Holguín, 2015), Nacido muerto (Ed. Abril, 2016) y el libro de cuentos El escribano (Ed. Ávila). Cuentos y poemas suyos aparecen publicados en diferentes selecciones de Cuba y el extranjero.

Comentarios:


Anónimo (no verificado) | Mié, 31/01/2018 - 07:08

Muy buen trabajo!!!!

Anónimo (no verificado) | Mié, 31/01/2018 - 19:32

Podrías haber entrevistado a otros autores para un trabajo mejor.

Jorge luis (no verificado) | Lun, 20/06/2022 - 16:45

Excelente y esclarecedor.

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