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Suertes

Familia en coche tirado por caballo. Foto: Francis Sánchez
Imagen: Francis Sánchez

CAFÉ TIBIO EN LA VIGILIA

Una línea de sueño divide la memoria

del café que inocente alucina cuando sube

en vapor hacia el rostro para su mansedumbre,

venablo que se ha ido hasta donde se va el aroma.

 

¿Quién escribe en los ojos de la anciana, el reflejo

de oler a lo sublime de un algo que gotea?

¿Cuál paranoia entraña una insomne cafetera

que del fuego codicia lo que le emerge a los nervios?

 

La madrugada esconde bautismos desde un sorbo

que a los labios se ofrece cual ráfaga en los juncos…

¿en tazas con café, quien no bebe sus retornos?

 

A las gargantas suben elogios, cafeína

y el ritual que soborna las huellas del efluvio

más allá del deleite que en la anciana conspira.

 

 

SUERTES

Para Maira

LA MANO DE LA ANCIANA PONE A VIVIR LOS LEÑOS

que uno a uno se confiesan en diagonal

ante la voluntad de una legión de fósforos. Contra la ceniza

degollados maderos aprenden a apuñalar el hambre del fogón.

Inocente de todo el fuego que una hora escancia.

 

La tarde quema sus voluntades con paciencia fluvial

en las ráfagas del humo que ahora sube

a buscar una paciencia más íntima en el cielo.

 

Mujer que bendices todo lo que arde como un ritual maorí:

¿oyes en el calor al abandono?

y un sahumerio de pasos

mientras los ojos fulgen de turbación a calma.

 

Antes que respiren,

las llamas que recolectas

lamen el estoicismo de los calderos- asmáticos ya-

de tanto salvar para la boca

todo lo que en su hervor alumbra.

El fulgor que espejea en el fondo de las cosas

vuela a un sitio más urbano que el fuego,

menos nocturno.

Dueños del reposo enemigo,

los maderos son alineados mesuradamente

por una criptografía común

que solo la anciana le confía a la yema de sus dedos:

al soplo que precipita

la lepra de las llamas.

No es frotado el silencio por piedras de sílex

ni en su dureza una señal de humo nos delata.

Imbolc o Brígit / aprendiz de todo lo que ha ardido

encuéntrate, oh anciana, entre la chispa donde podas

el ígneo descanso que el mediodía guarda.

 

INTIMIDAD DEL ENEMIGO

No es matar la llovizna, es que te duela

mientras cruzas el tren de un día hueco,

sabes que el sol nos bebe y es más seco

en temblor degollado/ en virgen vela.

 

No es tan sepia el silencio, es más bien claro

en las calles heridas por ponientes.

Si intentan suicidarse ciertos puentes

sacude en tus ventanas al amparo.

 

Encuentra alguna suerte en cielo o lumbre

que en los tallos del alma se preserva

sin un mástil allí en la muchedumbre.

 

La vida nos iguala a cuenco y cierva.

El asfalto y tu sombra en la costumbre

de ponerle horizontes a la yerba.

 

REESCRITURA DE LOS VERTEDEROS

La tarde ósea del escombro

no vuelve a matarnos la costumbre

de sembrar peces en la acera,

de acercar desempleados a que miren

lo que el abandono hace inmortal.

 

BONKEY*

Hasta la fronda de los sauces van estas tijeras,

naufragios —confesión— albas sin patio

a sospechar esquizofrenias de la poda o vigilia alguna,

donde anuncia la contemplación

ese ritual por el que la mirada respira el ocio de los pechos.

 

Bajo el puente bambúes que contorsionan

entre el enjambre del agua y esa fuga,

que abraza sus tedios en la roca fluvial.

 

También verás crecer el día con el capricho humeante.

La sombra le pertenece al que prodigia

brotes de claridad sobre los brazos

cuando la suerte transcurre desde la pureza

hasta el sitio menos sereno de las almas.

 

Paranavidad este bonkey

recordará en sus ramas a tus tardes,

esas tardes que diluyen en el rostro

pedazos de tristeza evaporada,

horas que en algún fruto palpitan.

 

Ahí continúa el árbol, su pagoda yla arcilla

junto al vacío suntuoso,

para que tal inocencianadie alivie

si no es con la dádiva

de poseer el aliento que su paisaje avienta.

 

No socorras ese instante en el que escoges

el eco nocturno de este tronco —por donde miras, sola—

los ganglios de la corteza o el misterio

de recibir sobre akadama la tristísima forma

de un cielo que te guarda entre los sauces.

 

*Estilo de bonsái que recrea paisajes naturales.

Álvaro Martín Peraza

Álvaro Martín Peraza, revista cultural cubana Independiente Árbol invertido

(Ciego de Ávila, Cuba, 1989). Licenciado en Estudios Socioculturales. Poeta, fotógrafo, diseñador gráfico,locutor y artista de la plástica. Es miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y de la Agencia Cubana del Derecho de Autor Musical (ACDAM). Actualmente reside en el municipio de Florencia. Incluido en la antología de Jóvenes Poetas Cubanos El árbol en la cumbre (Letras Cubanas, La Habana, 2014). Su poemario Losdías ajenos fue publicado por el sello asociado Unit PC, de la Editorial Alemana Novum Publishing (Unit PC, 2016)  y por Ediciones Ávila(Ciego de Ávila, Cuba, 2016).

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