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Teatro | Lola Amores: "En mi fragilidad encuentro la fuerza"

"En el cine los directores vienen con un texto escrito que debo humanizar y conectar con la humanidad que en ellos provocó escribirlo."

Lola Amores en "La mujer salvaje".
Lola Amores en "La mujer salvaje". | Imagen: Cortesía de Lola Amores

Lola Amores es “La mujer Salvaje” y muchas más, en ella habitan infinitos seres que se hacen presente a través de su cuerpo, su voz y su alma. No es casuístico que su trabajo en pantalla cautive al público en diferentes continentes, porque ya eso ocurría hace muchos años en los misterios del teatro. Presenciar su investigación en el escenario, es una experiencia trascendental que pone a prueba los sentidos. 

Y es con toda intención que no utilizo la palabra “resultado”, porque en El Ciervo Encantado, grupo teatral de vanguardia donde se inició y formó como artista, nunca se detiene la búsqueda. La exploración de los actores guiada y conducida por Nelda Catillo, se comparte con el público en un momento preciso del trabajo y todo el que asiste comienza a jugar un papel dentro de esa exploración, porque la investigación nunca se detiene. Pues esta misma necesidad de constante búsqueda acompañó a Lola Amores y a Eduardo Martínez en el grupo que más tarde fundarían, La Isla secreta.

Lola Amores recogiendo un galardón.
Lola Amores recogiendo un galardón. | Imagen: Cortesía de Lola Amores

Confieso, que yo percibo también una presencia particular en sus personajes del cine. Tengo la sensación de que Yolanda, su Yolanda, permanece luchando dentro y fuera de ella. No me refiero solamente a la agudeza del director para concluir un film sin poner punto final, lo que permite al espectador continuar tejiendo esa historia, incluso verla reflejada en otros. 

Me refiero a que en su trabajo como actriz persiste la duda, para nada son previsibles sus decisiones, hay un estado de levedad que hace que el personaje transite por ella con ligereza y nos sorprenda constantemente. Lola no atesora sus ejercicios de creación, los experimenta con total entrega y los deja en libertad. Es un gusto para mí que esta actriz, que me inspira y conmueve, haya accedido a responder estas preguntas, de tantas que quisiera hacerle.

Esta película que acompaña con su lente la búsqueda de una madre desesperada, recorre la miseria y el dolor de una sociedad decadente, una realidad cruda sin colores artificiales para ser vendida ¿Cómo experimentas el éxito que continúa teniendo la película y tu trabajo en particular? 

Para mí, el éxito es tener tiempo para hacer mis personajes y después de hacerlos sentir que no tuve reservas, que me entregué, que perdí los límites del miedo, de la duda. Salirme de “lo que debe ser” o lo que se espera de mí, eso vale mucho. Luego poder disfrutarlo yo, creo que, si lo logro, es mi primer éxito. Entonces vienen otros puntos que me dan placer, como que la peli tenga un buen recorrido para intercambiar con diferentes públicos, que se establezcan conexiones por parte de todo el equipo para posibles proyectos. El regocijo que me da, ver contento al equipo con que trabajé, es un éxito también.

Todo esto que vivo, en medio de la situación tan compleja en que estamos, con tantas carencias y perdidas, me hace equilibrar mi éxito entre la tristeza y la satisfacción, no me da para saltos.

"Lo veo como una señal sobre la adaptación al momento que nos toque vivir, el cachumbambé de la vida."

Hay algo que recuerdo ahora hablando de “éxito”, me ha pasado unas cuatro veces a lo largo de mi vida que me han escupido sin querer. La última vez fue el día antes de viajar al festival de Málaga. Caminaba por 23, un señor volteó la cara y sin verme me escupió una pierna. Es una sensación extraña pero conocida por mí. Lo veo como una señal sobre la adaptación al momento que nos toque vivir, el cachumbambé de la vida. 

Como mismo la búsqueda de culeros lavables que es una de mis constantes; también cargar bultos de un lado a otro, de una provincia a otra y hasta de un país a otro. Es difícil lograr el éxito en todas estas andanzas, pero he salido airosa, no me quejo. Todos mis éxitos van junto, mi conciencia, mi “caza y pesca”, mis personajes, mi familia. Cuando me he movido a recoger un premio he ido con todos estos éxitos. 

Por elección propia o no, un gran por ciento de la población en la cuba de hoy vive en la marginalidad, y la decisión de escapar de eso no siempre está en sus manos. Mas allá de la satisfacción por los merecidos reconocimientos a tu formidable interpretación de Yolanda, ¿qué se siente saber que has contribuido a develar la dura realidad de tantas mujeres cubanas? 

La satisfacción es ser coherente con realidades que existen, que están ahí y que no podemos ocultar. Yolanda es parte de Cuba, de los barrios cercanos de donde viví, cuando la estábamos creando en Marianao. 

A veces uno se cree que está distante de esas realidades, pero no creo que estemos tan lejos, aunque no se puede negar que hay personas más necesitadas que otras, que carecen de todo, también de afectos, de que no los maltraten más cuando caigan, de que existan manos que las sujeten, que las levanten. Pero en un medio “salvaje” es difícil tender la mano, sin que esa mano vaya con la violencia que, en muchas ocasiones, genera la sobrevivencia.

"Jardín Adentro", obra de La Isla Secreta.
"Jardín Adentro", obra de La Isla Secreta. | Imagen: Cortesía de Lola Amores

Trabajar con el personaje me hizo comprender lo que parece ajeno, sentirlo. Vivirlo en mi cuerpo se agradece porque me hace consciente, más vulnerable, más fuerte y, sobre todo, más cercana.

Tengo entendido que este fue un proceso complejo, se grabó en medio de la pandemia. ¿Crees que la vulnerabilidad emocional y física a la que todos estaban expuestos tiñeron de manera especial esta producción y tu desempeño durante el rodaje? ¿Qué momentos de este proceso guardas con mayor cuidado?

Creo que todos los momentos que uno vive afectan a los procesos, se reflejan de alguna manera. Por eso pienso que soy el resultado de todo lo que he vivido, mezclado con lo que me tocaba traer a este mundo.

Filmamos una película en pandemia, con todo ese miedo a la muerte, un miedo real que vivimos por meses, unos más temerarios que otros, pero todos con muchas limitaciones para hacer lo que hacíamos antes. Este tiempo nos cambió, cambió muchas cosas.

"Para mí el momento más complejo fue cuando mi mamá se contagió de covid y tuve que ir para Villa Clara a cuidarla."

Teníamos muchas restricciones durante el rodaje. No se podía estar en la calle pasadas las 7:00 pm y había muchas carencias, un poco más de lo normal, como sabemos. Recuerdo que se detuvo el rodaje por falta de combustible y muchas otras cosas que el equipo de producción podría contarte, y que no me decían para que me concentrara en mi trabajo. Pero esas ganas de sacar adelante la peli unido a tantas dificultades, creo que une a la gente de manera memorable.

Para mí el momento más complejo fue cuando mi mamá se contagió de covid y tuve que ir para Villa Clara a cuidarla. Mi mamá tiene una salud muy delicada y esa noticia, cuando, además no se había vacunado, era fulminante. Todavía lo recuerdo como algo traumático, poner de acuerdo a tantas personas para poder terminar, los costos que eso trajo...  

Obra "Un elefante ocupa mucho espacio", por El Ciervo Encantado.
Obra "Un elefante ocupa mucho espacio", por El Ciervo Encantado. | Imagen: El Ciervo Encantado

Hace poco coincidimos parte del equipo, contábamos sobre varios sucesos durante el rodaje y lo contábamos desde la posición de “lo logramos”, donde por suerte aparecen los recuerdos y las sonrisas. Por eso cuando pienso en las dificultades me viene a la mente algo que dijo Alán, el director de La Mujer Salvaje, recuerdo que en una entrevista dijo “no solo soy un desgraciado, soy también muchas otras cosas” y mirando desde la distancia todo lo que hemos vivido, tenemos un balance entre dificultades y disfrute, que reconforta.

Te confieso que descubrirte en pantalla fue para mí, tan grato. Lamentablemente no puedo decir que fuera en el cine, porque esta película de la que te hablo ahora, fue censurada por el ICAIC, pero rodó y retumbó por Cuba de manera clandestina. Verte junto a Eduardo en Santa y Andrés de Carlos Lechuga fue hermosos y revelador.

Mi pregunta es: ¿te es viable a la hora de investigar y trabajar tus procesos de creación para el cine, esa formación tan rigurosa y específica que recibiste del teatro? ¿Puedes compartirme un poco cómo llevas la preparación?, sin que esta pregunta llegue a violentar ese espacio íntimo de confesión con tus personajes.

Recuerdo a un director muy conocido, después de que hiciéramos Santa y Andrés, decirme que nunca se le hubiese ocurrido llamarnos para hacer cine. Y me habló sobre las formas... Yo comprendo esa observación porque desde El Ciervo siempre hicimos un teatro aparentemente lejano del cine más visto, pero para mí, desde sus adentros, es todo lo contrario. 

Por supuesto que me ha servido mucho todo el entrenamiento que tuve en El Ciervo, la práctica diaria sobre la mente y el cuerpo, el trabajo sobre lo estético y ético. Muchos años entrenando el alma, años de cuestionar, de elegir, despertando de cosas preconcebidas. Pienso que es una base sobre la cual no tengo que pensar, que está y que cultivo. A la hora de afrontar un personaje me entrego al proceso y voy sobre lo aprendido hacia lo desconocido, negando, lo cual es parte de lo aprendido. Cada proceso tiene sus características y hay que estar muy alertas para aprovechar lo nuevo.

"Es un proceso muy íntimo que al final sale de toda esa información almacenada que tenemos en nuestras células."

Mis personajes son una parte de mí que redescubro y hasta me sorprendo. En el cine los directores vienen con un texto escrito que debo humanizar y conectar con la humanidad que en ellos provocó escribirlo, o que los conectó con la historia que quieren contar en una película. Es un proceso muy íntimo que al final sale de toda esa información almacenada que tenemos en nuestras células, en nuestra memoria. Siento que somos algo así como un baúl sin fondo, un almacén infinito y solo tenemos que estar dispuestos para ser un canal, una vía, un caballo, un vehículo...

Todo está en nosotros, solo tenemos que enriquecernos espiritualmente, entregarnos y confiar, sin forzar. Pero este ideal para mí no está del todo dado, hay que cuidarlo porque es un estado muy frágil y desaparece. También hay que tomar esta disposición como una forma de vida, o no hay que tomarla, hay que vivir la vida en esa disposición. Pero como te digo, nada está dado.

Lola Amores en "Visiones de la cubanosofía", obra de El Ciervo Encantado.
Lola Amores en "Visiones de la cubanosofía", obra de El Ciervo Encantado. | Imagen: El Ciervo Encantado

En El Ciervo, Nelda investigó un sistema de ejercicios que son base para trabajar sobre la mente y el cuerpo y a partir de ahí se profundizaba para cada proceso de trabajo. Eso lo aprendí con todo mi cuerpo, hasta donde pude, claro.

¿Qué es el “Ciervo Encantado” para ti? ¿Cómo llegas a él?

Llego al Ciervo porque yo me graduaba del Instituto Superior de Arte con un estudiante de dirección, Sergio Barreiro, Nelda era su maestra ese año, y ella nos asesoró. Éramos varias alumnas de actuación que nos graduábamos con ese proyecto. A los pocos meses después, mientras cuidaba a mi papá en un hospital porque moría de cáncer, me llama Nelda a trabajar en el grupo. Salí de una experiencia fuerte como es la muerte de mi padre a trabajar en El Ciervo Encantado. Así llegué, pienso que él me dejó ahí de cierta forma para canalizar, transformar el dolor y estar donde debía estar según mi manera de crear y de pensar, que aún estaban por desarrollarse.

Para mí El Ciervo es parte fundamental en mi desempeño como actriz, como artista en general. Es el lugar donde desarrollé un pensamiento crítico, el gusto estético y un camino ético. Esa experiencia me ha hecho sentirme realizada al punto en que no tengo ansiedad respecto a mi vida creativa. No espero a que nadie venga a darme un gran personaje, y me alegro mucho cuando sucede, o querer algún reconocimiento, de lo cual también disfruto, o que alguien me “descubra”, cosas así. Siento que las zonas que he descubierto me llenan y me mantienen plena para afrontar nuevos proyectos desde un centro. Y esto que te estoy diciendo se dice fácil, pero es una maravilla que se la debo al Ciervo y a mi esfuerzo.

¿Por qué surge “La Isla Secreta”? ¿fue una necesidad o se dio la oportunidad?

La Isla Secreta surge como una necesidad de continuar con lo que habíamos alcanzado creativamente, de seguir desarrollándonos y disfrutando de esa satisfacción que da la creación en colectivo, aunque fuéramos muy pocos. Un día decidimos correr los muebles de la casa para entrenar, luego aforamos la sala para tener más atmósfera y comenzamos a hacer propuestas; pequeños ejercicios que nos presentábamos unos a los otros, luego se los fuimos enseñando a algunos amigos. 

"Oración", obra de La Isla Secreta.
"Oración", obra de La Isla Secreta. | Imagen: Cortesía de Lola Amores

Entonces pusimos cojines y sillas, hicimos luces con latas de tomate, vendimos un refrigerador y compramos un aire. Habíamos hecho una pequeña sala de teatro donde cabían muy pocas personas. Para las funciones reservaban por teléfono, lo cual fue otra situación un tanto particular, porque muchos aprovechaban para conversar un rato.

Fue un momento donde necesitábamos contactar con el público, sentirlo cerca, conversar con él. Al terminar la función hacíamos una tertulia. Horneábamos un pastel de piña y brindábamos té. De ahí surgieron amistades y conexiones de trabajo.

En la Isla Secreta para desarrollar un montaje, ¿ustedes mantienen siempre el mismo camino al enfocar la búsqueda, o la forma de indagación varía según el tema? ¿Podrías comentarme cómo sucedió con alguno de sus espectáculos

Cada investigación es distinta porque surgen en momentos diferentes, de necesidades y fuentes de investigación diferentes. Vamos viendo qué vamos necesitando, y a la par descubriendo el camino. Trabajamos con las fuentes necesarias según lo que requiera cada uno alrededor del tema, aunque a veces tengamos un punto de partida, un origen común. La fuente de motivación puede ser desde un poema, una noticia, una pintura, una novela, una música, en fin, todo lo que pueda inspirar. 

En ese momento es como entrar en un túnel convocatorio, es estar conectados, obsesionados con el tema. Luego nos hacemos propuestas unos a otros. Estas propuestas no son más que poner en acción lo que vamos pensando, lo que vamos sintiendo. No las ensayamos, se las presentamos al otro como una sorpresa y ahí aparecen cosas que ni prevemos, hasta los accidentes nos pueden ir guiando. Vamos definiendo el camino, y juntos definimos el entrenamiento a seguir.

"Fuimos a contactar a personas que vivían en la ciudad y que se dedicaban a buscar en la basura y vender cosas de ella."

En “Oración”, por ejemplo, fuimos explorando hasta que aparecieron los cuerpos de muñecos, y eso nos llevó a un trabajo psicofísico, porque el objeto unido a lo que pienses, a lo que traigas como propuesta intelectual, te propone, te condiciona. Su peso, su textura, su sonido, su olor... También la búsqueda del objeto complementó el trabajo. Comenzamos, buscando por los basureros cuerpos de muñecos. Al no encontrar fuimos a contactar a personas que vivían en la ciudad y que se dedicaban a buscar en la basura y vender cosas de ella. Hasta que decidimos ir directo al basurero provincial, toda una aventura que hicimos en reiteradas ocasiones por la necesidad de reponer el objeto. 

Allí encontramos personas que vivían escondidas, en condiciones bien complejas. Supimos sus historias de vidas, conocimos una ex bailarina del Tropicana de Santiago de Cuba que nos quería regalar hasta sus hallazgos del día. Nos adentramos en el basurero por la parte de atrás, porque no se podía estar ahí y así encontramos nuestro preciado objeto. 

"Comenzamos a tener un espectáculo que era una especie de viaje hecho poema y danza, que iba de la oscuridad a la luz."

Esa experiencia marcó el proceso junto al libro de Reinaldo Arenas, El color del verano, en particular los capítulos llamados "Oración". Entre encontrarnos a esas personas del basurero, el dolor tan profundo por la partida del Ciervo, y las imágenes (…montón de huesos calcinados…) de Reinaldo, comenzamos a tener un espectáculo que era una especie de viaje hecho poema y danza, que iba de la oscuridad a la luz, pidiendo a través de la voz de Severo Sarduy en budismo:

Que todo lo que vive, todo lo nacido o que va a nacer; que todo lo que se mueve, grita, nada, vuela; que todo lo que respira (el gato Caruso, una hoja, tu voz, en el Rojo y naranja sobre fondo rojo, de Mark Rothko); que todo lo que salta, roe, corre, trepa, clava, planea o viaja, que todo eso sea muy feliz.

Claro que, de este recorrido intelectual, físico, emocional y sensorial, me estoy saltando muchos detalles. Todos importantes a la hora de concebir un espectáculo, que fue una especie de ritual sanador para nosotros y que cerraba con el encuentro con el público en la tertulia.

¿Qué te hace sostener la constante motivación para seguir creando personajes y atmósferas propias, ya sea con la fotografía, o en la realización de máscaras y objetos, que quizás nunca sean vistos? ¿O será que esas creaciones son tu manera de sostenerte?

Mis procesos creativos y los resultados vistos o no vistos que he tenido, no los puedo separar de mi existencia toda, ni dividir en momentos, horarios, etapas. Existir ya es sostenerse. Entre el sentimiento trágico que nos acompaña por la finitud de la existencia y todos los miedos que esto trae. Toda la necesidad de preservación que tenemos, ya sea hasta el miedo a que no se nos acabe el shampoo sin sal, que no es específicamente mi caso, tengo otras persecuciones no muy lejanas, o que entre un ladrón y se lleve... algo, todo esto unido al lugar donde he vivido, a cómo vivimos en este país, que es Cuba, hacen que me sostenga como ese término conocido en la arquitectura que se llama “estática milagrosa”. 

Pero he descubierto que me sostengo. Porque al final esa fragilidad es donde encuentro o me encuentra, la fuerza. Recuerdo ahora algunos aspectos que dan vida como los opuestos, el desequilibrio, la negación, y otros que trabajamos en la actuación, y que son aspectos de la vida en sí. Es ahí, en este plano contradictorio donde habito. Ahí surgen mis máscaras, mis fotos, mis seres. Como tentáculos de este núcleo. Yo siento esa matriz como el epicentro de la tierra, como un volcán, a veces en calma, pero que tiene que explotar en expresiones más allá de mi intelecto.

Inevitablemente debo preguntar por una amiga en común ¿Qué ha sido de la vida de Claribel? ¿Este personaje surgió en la pandemia? ¿Cuánto padecen Lola y Claribel el descalabro en picada de esta sociedad? ¿Cómo se liberan de ser tragadas por la constante lucha de subsistencia?

¡¡¡Claribel!!!  Claribel surgió en la pandemia como parte de esas explosiones que te conté. Claribel está ahí, todo el tiempo. Yo miro mucho a través de Claribel. Recuerdo, por ejemplo, estar en un vuelo de Panamá para Cuba y pensar, si Claribel estuviera aquí, en este avión que tiene 45 min de retraso porque los cubanos no se pueden acomodar con tantos bultos, Claribel entre las flores plásticas, los peluches, las bolsas, las llamadas telefónicas de todos ellos cuadrando las ventas por hacer, las que ya están hechas y contando sus viajes anteriores... Con ella miro esta realidad aplastante para tantos cubanos que no tienen recursos, que les cuesta más que a otros subsistir.

Sede de El Ciervo Encantado en el Instituto Superior de Arte (ISA).
Sede de El Ciervo Encantado en el Instituto Superior de Arte (ISA). | Imagen: El Ciervo Encantado

A Claribel yo la veo como una vecina de mi mamá que va pidiendo por las casas el aceite que ya usaron muchas veces y van a botar, o como el que sueña con unos zapaticos rosados, o el que llora con Roberto Carlos, el que trata de buscar soluciones inalcanzables porque quiere sobrevivir, o el que vive de un salario y solo puede mirar la vida desde ahí. Con Claribel me río mucho pero también lloro mucho, lloramos y nos reímos juntas. Recuerdo un video que hice después de un ciclón donde muchas personas perdieron la recolecta congelada de pollo. Luego tuve una llamada de alguien que lloraba sin parar. Claribel y yo lloramos también. Con ella me entrego a zonas a las cuales me cuesta más trabajo, con ella juego en fiestas, en rodajes, en encuentros familiares. Es más atrevida que yo, tiene menos barreras.

¿Tienes algún proyecto para teatro o para cine en el que estés trabajando ahora? 

Como proyecto más cercano tengo la película, que será su opera prima, de Rosa María Rodríguez, La levedad de ella. Tengo un personaje que me gusta mucho y que siento será una experiencia muy enriquecedora.

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Marcela García Olivera

Marcela García Olivera

(Holguín, 1984). Graduada de actuación en la Escuela Nacional de Arte (2003) y del Instituto Superior de Arte (2008). Hace veinte años forma parte de la agrupación Teatral Hubert de Blanck donde se ha desempeñado como actriz y directora artística. Cuenta con más de 25 obras realizadas como actriz, pasando por un amplio repertorio de género; como directora ha consumado siete espectáculos, en Cuba y el extranjero. Ha sido galardonada con varios premios, entre ellos Caricato (2017) a “Mejor Actuación Femenina en Teatro”, Aire Frío (2011) a “Mejor Puesta Teatral Joven del Año”, y Adolfo Llauradó (2006), a “Mejor Actuación Femenina en Teatro”.

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