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Sola, desde las islas del alba

touch, special, caring
"Madre". | Imagen: Pixabay

En el sopor de una respiración entrecortada,

muero para darle luz al ángel

que ahogué en mis venas.

Sé que no basta la leche limpia de los astros

para encumbrar su aliento.

Un temblor y otro trenzados sobre unas páginas

que no me pertenecen, cartas antiguas,

furtivas como un secreto violado,

y transpiran un dolor ajeno y único,

un dolor envidiable.

 

Aprieto un rosario entre mis manos

llagadas por la angustia, mientras vigilo y acaricio

la respiración aturdida de mi hijo.

Un rosario, talismán para alejar

el vuelo de la sombra.

 

Oro sin humildad.

La rabia es una cadena de ágata tendida al infinito.

Y cómo reducir su herrumbre en cada hueso.

Si al menos con el gesto más nítido

alejar pudiéramos cualquier declive

perfilando el horizonte,

el remordimiento abrasado en la primera llama,

aguzando los azotes del límite.

 

No juzgaré a la manzana, bien roja, bien jugosa

que devora la inocencia, ya sin remedio

me perderé en su boca, en el verde que la ciñe

y rememora el gesto último de la madre.

Cerca de mí, apenas los ojos del ángel,

tus ojos inagotables y espaciosos,

bebiendo la piel del corazón,

todo el mar, los asombros de la noche.

 

Apenas soy una miga de nervios en la intemperie.

Mi espalda se sumerge en un polvo de estrellas,

en los cristales de la duda,

y a ella te aferras, hijo.

Un musgo tibio.

Nada puede la oquedad de estas piedras

de carne mancillada.

Sólo Dios las sabe como suyas

y derrama paciente las prístinas mieles

ya tornadas olvido.

Solo Él conoce los meandros

alzados sobre el barro,

torres líquidas en las constelaciones

que avizoro en tu pecho.

Quiero que lo sepas, que lo grabes

sobre las sombras de las palabras que dirás:

Él ha recogido uno a uno los suspiros

que abandoné como bajeles de papel

bajo una lluvia espesa

y los guarda en el puño que apisona

una estrella de seis puntas,

en la rosa blanca y triste del costado,

en los estigmas de sus labios.

 

Quizás caigan dentro de mí los rugosos maderos,

las lenguas aceradas, dentro de mí los clavos.

Los copos de serpientes, el vacío y el miedo

del otro que me acecha los exiguos

pistilos de la aurora.

Mas lejos caigan de ti.

 

Mira en mi frente, hijo,

tiende un manto de luz en el abismo

que ha cavado el destierro en mi torso desnudo,

en la concha donde hierve el aceite

que te di a beber mientras tu dedo frágil

quebraba la imagen de la luna

hendida en el azogue.

Sálvame.

 

Torna un pájaro herido

a las columnas del ocaso.

 

(Este poema pertenece al libro Consagración de las trampas, Premio Eliseo Diego, 2004.)

 

Ileana Álvarez

Ileana Álvarez. Foto en revista Árbol Invertido

(Ciego de Ávila, Cuba, 1966). Escritora, editora y periodista. Durante 15 años trabajó como directora editorial de la revista cultural Videncia. Tiene publicados, entre otros, los títulos: Libro de lo inasible (1996), Oscura cicatriz (1999), Los ojos de Dios me están soñando (Premio "Pinos Nuevos", 2001), Dulce María Loynaz: La agonía de un mito, (Premio de Ensayo "Juan Marinello", 2001), Los inciertos umbrales (Premio “Sed de Belleza”, 2004), Consagración de las trampas (Premio “Eliseo Diego”, 2004), Trazado con cenizas (Antología personal, Ed. Unión, 2007), El tigre en las entrañas (Crítica, 2009), Escribir la noche (2011), Trama tenaz (2011), ) y Profanación de una intimidad (Ensayo, 2012). Realizó Catedral sumergida, antología de poesía cubana escrita por mujeres (Ed. Letras Cubanas, 2014). Dirige la revista feminista Alas Tensas.

 

Comentarios:


Maya Islas (no verificado) | Dom, 09/05/2021 - 15:16

Extraordinario poema. Ya comprendo ese premio literario para todo ese camino de palabras que danzan entre la multitud de otros poetas.

Feliz Dia de las Madres, Ileana. Te pienso a la distancia. Solo pienso que has salvado a tus hijos.

mereces un aplauso en tu día. 

 

Anónimo (no verificado) | Mar, 11/05/2021 - 23:55

Gracias, amiga, Mayya, sabes que también te pienso. Un gran abrazo. Tuya

Ileana

Ariatna (no verificado) | Vie, 11/06/2021 - 22:21

Qué poesía trenenda la tuya. Realmente conmovedora. Te quiero Ily.

Maribel Azor (no verificado) | Lun, 14/06/2021 - 18:52

Me encanta la poesía de Ileana, lástima que muchos jóvenes no la conocen.

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