"Este relato no va de mis madres y padres, este texto va de la maldición que vino a mí en octubre de 2014, cuando aquel padrino echó mano y sacó mi signo."
Un niño se queja de que le robaron su merienda. En la situación precaria de la isla, se trataría apenas de un pedazo de pan con algo. Pero, es su merienda.
A través de su relación con algunos de sus familiares y amigos, el autor nos acerca a su amplio universo literario, ético, cinematográfico y culinario.
A través de escenas episódicas que conforman un muestrario del racismo imperante a ambos lados del Atlántico, tanto en Cuba como en Europa, el cronista nos acerca a su rutina laboral, lúdica y familiar.
La evocación de su padre, así como el recuento de la inexplicable desaparición de este en 2018, le sirven a la autora como puntos de partida para señalar, entre otros puntos, la ineficiencia de las autoridades cubanas.
Buceando en las aguas del Atlántico, en los barcos hundidos y también en las memorias familiares, el joven cronista cubano Pedro Sosa le escribe a ese mar omnipresente y corrosivo que marcó el devenir y los límites de la Revolución.