Desde el Romanticismo hasta las corrientes estéticas actuales, los temas nocturnos han evolucionado a la par que la visión de los artistas sobre el mundo.
Con su impresionante efecto psicológico, su carga simbólica y los retos técnicos que entraña capturar en el lienzo la sutileza de su luz y su atmósfera íntima, la noche ha sido uno de los temas recurrentes de la pintura occidental. Desde el Romanticismo hasta las corrientes estéticas más actuales, los temas nocturnos han evolucionado a la par que la visión de los artistas sobre el mundo y el lugar que ocupa en él la humanidad.
Reverencia ante la naturaleza, recogimiento espiritual, insinuación de misterios que la intensa claridad del sol arruinarían, y también puerta hacia los misterios interiores del alma, la noche sigue siendo el escenario ideal para muchos artistas preocupados por mostrar tanto el aspecto visible de la realidad como, a través de él, lo invisible, lo que solo el arte es capaz de revelar.