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Arte cubano | Simulación y propaganda: artistas cubanos opinan sobre la Bienal de La Habana

Artistas cubanos denuncian que la realización de la Bienal de La Habana refleja una desconexión total con las necesidades urgentes de la población.

Instalación de la Bienal de La Habana.
Instalación de la Bienal de La Habana. | Imagen: Cubadebate

La realización de la XV Bienal de La Habana, que comienza este viernes 15 de noviembre y se extenderá hasta febrero de 2025, ha generado una intensa polémica entre artistas e intelectuales cubanos debido al contexto del país en la actualidad, marcado por una grave crisis económica y por el destierro y encarcelamiento de decenas de artistas.

Mientras los organizadores del evento afirman que tienen como objetivo resaltar "la capacidad del arte de traer esperanza", numerosos artistas cubanos han denunciado que su realización refleja una desconexión total con las necesidades urgentes de la población, que sufre los efectos devastadores de dos huracanes y recientes sismos, además de una crisis humanitaria agudizada por apagones, escasez de alimentos y represión política que afecta también al ámbito cultural.

La celebración de la Bienal ha sido calificada por algunos sectores de la comunidad artística del país como un acto cínico del Gobierno cubano para proyectar una imagen de estabilidad cultural ante el mundo, mientras reprime voces críticas y desvía la atención internacional de la situación de derechos humanos en la isla. 

Artistas y curadores como Solveig Font, Coco Fusco y Hamlet Lavastida señalaron en una carta abierta publicada en la revista Letras Libres que, aunque el lema de la Bienal, "Horizontes compartidos", sugiere respeto y compromiso social, en realidad el evento consolida una simulación de autonomía artística bajo control estatal.

A pesar de su enfoque en proyectos alternativos y participación internacional, la Bienal de La Habana 2024 no aborda las realidades de los artistas y ciudadanos cubanos, por lo que es vista como una herramienta del poder para perpetuar los mitos revolucionarios y atraer capital extranjero, ignorando las condiciones de precariedad y censura que viven los artistas y la población en general.

En este contexto, Árbol Invertido pidió su opinión a cinco destacados artistas y curadores cubanos sobre esta nueva edición del evento.

Yanelys Núñez (Curadora, miembro del Movimiento San Isidro)

Yanelys Núñez
Yanelyz Núñez

La Bienal de La Habana, que se inaugura hoy 15 de noviembre y celebra su 40 aniversario, pretende trabajar con lo independiente, lo alternativo y lo colateral en lo que describe como un contexto “rico y diverso”, refiriéndose al entorno cubano. Estas son las palabras utilizadas en las bases de la convocatoria para que los artistas participen en las exposiciones colaterales. Sin embargo, más allá de ser risible, esta descripción resulta completamente engañosa.

Este evento busca, una vez más, limpiar la imagen del régimen cubano en medio de una situación crítica. En la edición anterior, artistas cubanos, tanto del exilio como dentro de la isla, participaron en un boicot para evitar que la Bienal se realizara, en protesta por la violencia ejercida contra la comunidad artística por parte de las instituciones culturales y la policía política.

La edición actual reafirma los valores fundamentales de la Bienal, que no son más que ser otro mecanismo del régimen para vender una narrativa falsa de una Cuba que no existe. Además, se apropia de experiencias auténticas como el trabajo en comunidades, espacios independientes y alternativos. 

Estos esfuerzos, lejos de ser promovidos por el régimen, se desarrollan con mucha precariedad y bajo constante asedio. Estos espacios son criminalizados y operan en un limbo alegal. Sin embargo, esta Bienal ignora deliberadamente este conflicto y contradicción con la política del país, consolidándose como otro simulacro para proyectar la fortaleza de instituciones que, en realidad, están debilitadas y necesitan aparentar control.

En este contexto, destaca la obra de Luis Manuel Otero Alcántara, quien presenta “Fe de vida” en respuesta a la Bienal. Su propuesta consiste en invitar a artistas, curadores y asistentes a solicitar una cita con él en la prisión de máxima seguridad de Guanajay, donde cumple tres años de encarcelamiento por razones políticas. Allí, busca dialogar sobre arte y los trabajos que ha realizado durante su tiempo en prisión, obras que no ha podido mostrar. Este gesto señala la complicidad con la crisis sistémica del país y pone de relieve la existencia de presos políticos en Cuba.

Hamlet Lavastida (Artista)

Artista cubano Hamlet Lavastida, secuestrado por la Seguridad del Estado.
El artista cubano Hamlet Lavastida. Foto tomada de su perfil de Facebook.

Esta 15ª edición de la Bienal de las Artes Plásticas no interesa a nadie: ni a los críticos de arte internacionales, ni a los nacionales, ni a los artistas más relevantes, tanto a nivel nacional como internacional. Tampoco despierta atención entre los ciudadanos de a pie, quienes enfrentan problemas mucho más urgentes, como encontrar formas de almacenar agua, sobrevivir a la falta absoluta de electricidad o lidiar con la rutina diaria marcada por carencias extremas de comida y medicinas.

Celebrar una Bienal de Artes Visuales que no significa nada para los ciudadanos, artistas o intelectuales, refleja la perversión y obscenidad política que caracteriza tanto al Ministerio de Cultura como al Partido Comunista Cubano y sus dirigentes. Este evento evidencia cuán dependiente es la cultura de las políticas impuestas por el régimen ideológico del Comité Central del Partido.

Es aberrante la terquedad de los comisarios políticos cubanos al insistir en un evento de este tipo cuando en Cuba no existen las condiciones más básicas para alimentar a los niños y ancianos, cuando las calles de La Habana están sumidas en basura y una población enfrenta el auge de las drogas sintéticas.

Peor aún, esta Bienal da la espalda a todos estos problemas. La crisis sistémica de la sociedad cubana es constantemente ignorada en eventos oficiales como este, donde las prácticas artísticas y los coloquios teóricos omiten deliberadamente abordar estos temas. En definitiva, este evento es un desierto del pensamiento crítico y de la crítica institucional.

En la Cuba de hoy, la única fuerza cultural real es la fuerza policial y militar. La única cultura que prevalece es la de la violencia, la corrupción y la represión.

Anamely Ramos (Curadora, miembro del Observatorio de Derechos Culturales)

La curadora cubana Anamely Ramos.
La curadora cubana Anamely Ramos. | Imagen: Facebook

La realización de la Bienal de La Habana, al igual que cualquier evento de gran magnitud en Cuba hoy, resulta una burla o un absurdo, especialmente porque involucra la indefensión de la ciudadanía. Es evidente que se intenta simular una realidad inexistente, una apariencia de salud y bienestar que no se corresponde en absoluto con el día a día de los cubanos. Esto lo saben tanto los cubanos que viven fuera como, sobre todo, los que están dentro del país.

Esta Bienal es, por eso, una vergüenza mayor que cualquier otra edición anterior, aunque esta situación de precariedad lleva años, incluso décadas, arrastrándose. Desde su origen, la Bienal ha tenido ese foco delirante, como casi todos los megaeventos proyectados por la Revolución Cubana. Sin embargo, en la crisis absoluta que enfrenta el país actualmente, la celebración de este evento resulta prácticamente inverosímil.

Destaca en esta Bienal la obra, a mi juicio, genial, de Luis Manuel Otero Alcántara, quien intenta transformar su celda en la prisión de máxima seguridad de Guanajay en una galería. Su propuesta nos lleva a una nueva dimensión de la protesta y la subversión contra el estado de cosas en Cuba. Invita a reflexionar, especialmente a los participantes de esta Bienal, quienes se encontrarán con dos países diferentes: el país ficticio que las organizaciones de la Bienal y las autoridades quieren vender, y el país real.

Mientras tanto, los presos políticos enfrentan condiciones extremas dentro de la ya extrema situación que vive la ciudadanía en general. Yunaikis Linares, una joven presa política, permanece plantada en una celda de castigo en la prisión del Guatao, un ejemplo de la violencia extrema que se ejerce contra los reclusos, especialmente contra las mujeres. Otro caso es el de Lizandra Góngora, separada de sus hijos pequeños, quienes apenas pueden visitarla cada tres meses debido a la distancia de más de 160 kilómetros desde donde viven.

En un país donde no se garantiza el respeto a los derechos más básicos de la ciudadanía, donde la violencia contra los más vulnerables, incluidas las mujeres, es continua, resulta absurdo pensar en celebrar una Bienal de arte. Este evento no es más que otro intento del Gobierno ilegítimo de perpetuarse y vender una imagen de legitimidad al mundo.

Camila Lobón (Artista)

Camila Lobón bajo asedio policial
La artista Camila Lobón asediada por la Seguridad del Estado. | Imagen: Facebook

El grueso de los artistas cubanos se ha visto obligado a exiliarse en los últimos años debido al recrudecimiento del régimen represivo castrista. El arte, como cualquier ejercicio de libertades fundamentales en Cuba, sigue siendo mutilado sistemáticamente desde 1959. 

Uno de los artistas cubanos contemporáneos más destacados, Luis Manuel Otero Alcántara, permanece preso actualmente, sentenciado por "Ultraje a los símbolos patrios" a raíz de un performance artístico. Desde su encarcelamiento, ha convocado a quienes participan en la Bienal a visitarlo en la prisión de Guanajay para conocer la obra que ha estado produciendo, aunque las autoridades penitenciarias le prohíben sacarla a la luz.

Todo lo que se puede decir sobre la realización de una Bienal en este contexto está contenido en las circunstancias y el gesto de Luis Manuel. Es imprescindible hacerse eco de su llamado para visibilizar la injusticia que sufren los presos políticos y la devastación humana que atraviesa la isla.

Julio Llópiz (Artista)

Julio Llópiz Casal
Julio Llópiz-Casal. | Imagen: Cortesía del entrevistado

Lo primero que debe considerarse es que la Bienal de La Habana es un evento que nació dentro del castrismo. Existe el mito —independientemente de su veracidad— de que Fidel Castro tuvo una participación e intención activa en la creación de este evento, que surgió en los años 80, cuando Castro era una figura dominante y utilizaba el castrismo como una plataforma de propaganda para su ego.

La Bienal de La Habana se inserta en la estrategia de posicionar a Cuba como "potencia" en diversos ámbitos, como el deportivo, el médico o el educativo, impulsada por Fidel durante sus años de mayor poder. Sin embargo, esto no resta valor a algunos aciertos que tuvieron lugar en el contexto de la Bienal. Por ejemplo, la edición de 1986, con figuras como Gerardo Mosquera y Lilian Yañez junto al equipo de curadores del Centro Wifredo Lam, logró vincularse con las tendencias de las artes visuales de los años 80, en un momento en que se perfilaban el activismo en el arte y la integración de propuestas del “sur global” provenientes de África y América Latina. Esa edición buscó conectar el arte contemporáneo más convencional con expresiones del arte popular, un enfoque que otras bienales y eventos contemporáneos han adoptado desde entonces.

A pesar de estos logros, la Bienal de La Habana no debe interpretarse como un evento benévolo. Desde su creación, ha funcionado como un mecanismo propagandístico del Estado cubano. Fidel Castro, y más tarde Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel, lo han mantenido como una herramienta para proyectar una imagen cultural favorable al régimen. Este evento genera grandes expectativas, atrae figuras internacionales y canaliza el entusiasmo de los artistas, pero todo ello se utiliza para reforzar la propaganda oficial, apagando las posibles áreas de discusión que podrían emerger desde la cultura cubana. Estas se ven constantemente silenciadas por las herramientas de control del Ministerio de Cultura, el Consejo Nacional de las Artes Plásticas y la propia Bienal.

Aunque reconozco los aportes individuales de algunos artistas, la Bienal sigue siendo, en esencia, un mecanismo de control y propaganda. Es importante recordar que la Bienal 00, impulsada por Luis Manuel Otero y Yanelis Núñez en 2018, surgió como respuesta a la negativa de realizar la Bienal ese año, decisión que buscaba facilitar un contexto político favorable para la llegada de Miguel Díaz-Canel a la presidencia. En 2019, la Bienal se caracterizó por una grisura marcada por una fuerte censura, mientras algunos de los artistas más destacados de la escena cubana comenzaron a abandonar el país.

El impacto de los eventos de San Isidro, el 27 de noviembre, el 27 de enero y el 11 de julio de los años posteriores, trascendió el ámbito cultural y marcó profundamente la realidad social cubana. En este contexto, la Bienal adquiere un carácter aún más grave, en tanto refleja y refuerza el entramado de control estatal que afecta tanto a la cultura como a la sociedad en general.

No cuestiono la decisión de ningún artista cubano o internacional de participar en la Bienal, pero creo que formar parte de este evento implica aceptar una condición humillante. Es un evento organizado por un poder que se perpetúa a través de un partido único, sin separación de poderes ni una auténtica política cultural. La política cultural en Cuba se limita a perfeccionar mecanismos de censura, controlar el discurso y usar el arte como herramienta de propaganda, incluso cuando algunos artistas logran insertar discursos críticos.

Hoy, en 2024, el contraste entre la Bienal y la realidad social cubana es más agresivo que nunca. La represión, la censura y los excesivos controles en este evento cultural chocan frontalmente con una sociedad donde las condiciones de vida han alcanzado niveles de precariedad inimaginables hace solo unos años. Este contraste resalta la desconexión entre el discurso oficial y las profundas carencias que enfrenta el pueblo cubano.

 

 

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Mario Luis Reyes

Periodista Mario Luis Reyes.

(La Habana, 1994). Graduado de Periodismo en la Universidad de la Habana (2018). Reportero de la revista El Estornudo. Ha colaborado con medios cubanos como Periodismo de Barrio, AM-PM Magazine, OnCuba News, Cachivache Media, entre otros. Textos suyos han aparecido en medios internacionales como CTXT (España), Univisión Noticias (EEUU) HuffPost (Mexico), The Clinic (Chile) y Universo Centro (Colombia).

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