A finales de octubre de 2019, el gobierno cubano tomó una decisión financiera que emula en arrojo con... otras decisiones arrojadizas tomadas anteriormente por mucha gente: la apertura de tiendas que operarían exclusivamente con moneda libremente convertible (MLC).
Esto no significa que, en un país que lucha por librarse de la dualidad monetaria, vayan a circular alegremente desde el dólar estadounidense y el euro hasta el chelín tanzano, semillas de cacao, conchitas o, para irnos a un extremo absurdo, el Bolívar, la Peseta o el Dinar yugoslavo.
Esta estrategia de guerra de guerrillas económica, diseñada para sangrar la riqueza del enemigo histórico de la Revolución cubana, confundió a muchos al principio. Los compradores prácticamente asaltaban estas tiendas armados con tarjetas Mastercard y Visa, poco después con tarjetas emitidas por el Banco Popular de Ahorro y el de Crédito y Comercio, y luego con las emitidas por la Corporación Cimex.
Los que una vez desertaron de la naciente Revolución, ahora pagan su error con parte de su salario y lo tienen que enviar a Cuba para sostener económicamente a los agradecidos que jamás traicionaron la confianza del Líder histórico cubano y se quedaron a resistir la ofensiva del imperio.
El Peso Cubano Convertible (CUC), culpable de las desdichas monetarias del cubano, hoy merece el desprecio de aquellos a quienes una vez sometió y ahí están las tiendas que una vez lo recibieron como pago, casi convertidas en expendedoras de agua embotellada o alguna otra chuchería inútil, e ignoradas, camino al olvido.
El pueblo cubano tampoco resultó ser esa masa consumista que los yanquis esperaban. Aunque muchos no se despegan de las vidrieras de las tiendas en MLC y algunos llegan hasta a lamerlas desde afuera, jamás cruzan sus umbrales y menos llegan a adquirir algo en ellas. Es la resistencia de la moral comunista.
Mención aparte merecen los dependientes de las tiendas en MLC, quienes, consientes del origen imperialista del dinero que llena las tarjetas con que pagarán sus clientes, los hacen víctimas de todo tipo de maltrato psicológico, a veces con tal refinamiento que despertarían la envidia del propio Iósif Vissariónovich Dzhugashvili.
Hoy, el gobierno socialista y el pueblo, unidos siempre en un mismo pensamiento, apuestan por el Peso cubano (CUP). Una moneda sin respaldo en mineral alguno ni productividad conocida, pero que goza de la añoranza del cubano que recuerda cuando se podía comprar casi cualquier cosa con ella, porque el apoyo del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) permitía que los revolucionarios pasaran el año entero haciendo solo cosas de revolucionarios. Tal como debería ser.