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Social | El catre: medio básico de vida

“El panorama es decadente no solo por la falta de medicinas básicas en las farmacias, sino porque los mayores implicados en las colas nocturnas son los ancianos.”

El catre, un elemento indispensable para la subsistencia. Foto: Malavita
El catre, un elemento indispensable para la subsistencia. Foto: Malavita

Si algo se ha heredado de la educación primaria en Cuba es dormir en catre, sea este de metal o madera, rústico o modernizado, de cualquier forma arquitectónica. Muchos de los descansos en catre forjaron el crecimiento de los niños y, en parte, la paciencia necesaria en la adultez.

Está práctica, solidificada por su uso en los techos y barbacoas en el Período Especial por los apagones, sufrió una evolución casi que obligatoria en la pandemia, en la que la gente trasnochaba en la calle, en las esquinas, los portales alquilados o en un hueco donde pudiera meter su catre y tirarse a dormir mientras resguardaba su lugar en una “cola”. Claro, siempre y cuando no apareciera la policía y empezará a repartir multas por violentar el toque de queda impuesto.

La situación de los medicamentos en Cuba

Los mayores implicados en las colas nocturnas son los ancianos. Foto: Malavita
Los mayores implicados en las colas nocturnas son los ancianos. Foto: Malavita

A estos días se mantiene dicha modalidad de vida en que el catre se ha vuelto un elemento indispensable como medio de subsistencia. Aunque su mayor empleo ha tomado protagonismo en las filas para alcanzar medicamentos en las farmacias. El panorama se percibe decadente no solo por la falta de medicinas básicas en la institución, sino porque los mayores implicados en estas colas nocturnas son los ancianos, las personas con menos recursos y más necesitadas de dichos sustentos vitales.

Este escenario se suele percibir en las mañanas y tardes principalmente, pero en la noche se hace lamentable cuando un ejército de personas que superan los 65 años de edad, con sus “tarjetones” de medicamentos asignados en la mano y jabas de nailon, rondan las inmediaciones de la institución de salud en busca de lo que puedan alcanzar en tema de pastillas. Algunos llevan horas en la espera con la esperanza de conseguir algo y no tener que empeñar la chequera del mes para adquirirlos en el mercado informal, mientras que otros, con tal de ser los primeros en coger lo que haya, trasnochan acompañados de un catre y un termo de café.

La situación de los medicamentos en Cuba se ha convertido en una zona de guerra; mientras las instituciones oficiales de salud o productoras de remedios industriales carecen de ellos y motivan a los doctores de la familia a emplear cada vez más la medicina natural, el mercado “por el dos” se vuelve más grande dada la demanda de los insumos medicinales.

En dicha circunstancia, el mayor perjudicado resulta ser el anciano, que en un escenario extremo, vive de su chequera de 1528 pesos cubanos, sin remesas del exterior y sin otra forma de sobrevivir ante la crisis actual que no sea volviendo al mercado laboral, asumiendo escasas ofertas de trabajo, limitadas por su propia edad. El estilo de vida que tienen actualmente solo motiva el deterioro de su propia existencia, sin lograr la aspiración de vivir mejor.

Una población cada día más desgastada

Ancianas con su catre en una espera interminable. Foto: Malavita
Ancianas con su catre en una espera interminable. Foto: Malavita

Este panorama se viene advirtiendo desde el momento en que los datos cotejados por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), publicados en diversos medios de prensa, mostraron que para 2025 existiría aproximadamente un 25% de la población envejecida; un problema demográfico acrecentado por la poca natalidad a nivel nacional, lo que afecta las diversas esferas económicas, sociales y políticas.

La predicción, por irónico que suene, se va cumpliendo, y a su paso deja una población cada día más desgastada, que vuelve a sus raíces con tal de hacer la espera por “un mundo mejor” algo cómoda. Una población que utiliza los medios de su infancia para aguardar lo que le garantizaría una calidad de vida si no fuera esta supuesta garantía un juego de azar. El catre parece ser un retorno al principio, ya sin ganas de volver a vivir, un presente borroso que deja a los desamparados en la cola de su propia existencia.

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Malavita

Malavita

Escritor, cronista y crítico de arte y literatura. Nacido en 1996 en La Habana. El apodo es parte de un proyecto de fotografía con una mirada ensayística que tiene por objetivo examinar La Habana profunda, su gente y sus movimientos.

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