En La claridad profunda (Ediciones Deslinde, Madrid, 2021) Emilio Ballesteros hace confluir la diversidad de formas poéticas y la riqueza tropológica con una conmovedora e inatrapable sencillez expresivas. Desde el soneto hasta la prosa lírica, desde la reflexión anclada en el duro entorno de la sociedad contemporánea hasta el destello de lucidez que empuja al poeta fuera del tiempo para apreciar la realidad esencial e inmutable de las cosas, Ballesteros combina la claridad de la mirada y del decir con una profundidad poco habitual.
La realidad exhausta
Pasa la realidad
como de un mundo ajeno ante mis ojos.
Todo transcurre ausente;
el murmullo lejano, los pasos de la gente,
la levedad azul y el brillo de los rojos.
Todo es quietud exhausta;
o, tal vez peor, inercia que se mueve.
Como reloj sin cuerda, la vida se desgasta
en una sensación extraña y feble.
Mi corazón no duerme;
pero está confundido de una tristeza alegre.
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Lo perdurable
Nada perdura, todo va pasando
como el agua del río que se aleja.
Razón de siempre, y voz ya sabia y vieja,
apenas el andar se nos va andando.
No sabemos por qué, ni cómo y cuándo.
No sabemos qué espera tras la reja
y, si abrimos la puerta, el gozne deja
sonidos de algo que se va oxidando.
Miramos con anhelo lo seguro
y hasta el peñasco se nos muestra esquivo;
al fin es blando lo que creíamos duro.
Todo pasa veloz y sucesivo
y hasta lo luminoso acaba oscuro.
Solo es durable, ay, lo fugitivo.
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Desde mi rincón
En mi rincón del mundo miro pasar la vida.
Contemplo la corriente en la que asoman
cabezas de los competidores del poder y la fama.
A veces sobresalen, brillan, sonríen apenas;
después vuelven a hundirse. El agua los arrastra.
Yo, que nadé en su contra, la miro ahora tranquilo.
En mi rincón comprendo su fuerza que avasalla;
pero a mí no me engaña. Levanto mi botijo,
bebo del agua fresca bajo la sombra amena
y corran con los peces los que siguen su estela.
Nada me romperá: ni la flor ni el destello.
Será lo que será. Morir también es bello.
Yo pido la sencilla reciedumbre del agua,
la claridad del aire que extiende en la montaña
su limpieza de azahar.
Y que cuando me vaya sea leve como el ala
que adaptándose al viento se abandona y se va.
Perdonen mis errores, yo que tanto luchaba.
Los amé. Nos veremos más allá del mañana.
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Reconocido con el Premio Deslinde, el libro La claridad profunda se publicó en 2021, en Madrid, por Ediciones Deslinde.
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