El nombre de Margaret Randall lo escuché en mi Manzanillo natal hace ya algunos años, y un poco más cerca en el tiempo cuando lamentablemente desapareció el poeta y también manzanillero Yoel Mesa Falcón, muchos amigos comenzaron a hacer historias de los que habían visitado esta ciudad del Golfo del Guacanayabo y compartido versos, así salió en las conversaciones de los presentes el nombre de esta mujer admirada por sus versos y su defensa del feminismo. El amigo poeta Alejandro Ponce, ganador del premio nacional de poesía América Bobia del 2015 que convoca Ediciones Vigía, me dijo que su plaquette se publicaría bilingüe, en inglés y en español y que la traducción la haría Margaret Randall. Ya la conozco por su trayectoria en las letras y de su estancia en Cuba; por eso, cuando llegó a mis manos la antología Solo el camino. Ocho décadas de poesía cubana, compilada por esta mujer, no me sorprendió ver un trabajo tan arduo y detenido en la selección de los poetas y sus textos. Se necesita un conocimiento profundo de la poesía escrita en esta isla, que vibra en sus historias y sus seres humanos, para poder recopilar ochenta años de lirismo y agudeza histórica.
Randall no deshecha nada en su recorrido por la lírica insular, comienza su apertura con el Poeta Nacional Nicolás Guillén y continúa con Dulce María Loynaz y ese antológico poema que es “Canto a la mujer estéril”; seguidamente, leemos a Emilio Ballagas, Félix Pita Rodríguez, los inmensos José Lezama Lima y Virgilio Piñera, Mirta Aguirre, Samuel Feijóo, Gastón Baquero, Cleva Solís, Eliseo Diego y así sucesivamente hasta llegar a las voces más contemporáneas. Cada poeta aparece con los poemas que la antologadora ha creído pertinente incluir, pero que me parece oportuna su inserción por ser composiciones, exceptuando las voces más jóvenes, legitimadas en el campo poético cubano e internacional. Esta antología es un verdadero desafío para cualquiera que se lo proponga por la amplitud de voces y estilos que ha tenido que explorar e imagino desechar, además es una muestra de la visión inclusiva que tiene su autora: ofrece un panorama de la poesía cubana de todos los tiempos, de los poetas que viven en Cuba y fuera de ella.
En mi acercamiento a Margaret Randall supe sobre su entrega a la defensa de la mujer, a su desarrollo social y personal. El presente libro es una muestra de su proyección hacia la equidad de género, porque no ha obviado de su antología, realizada desde sus puntos de vistas y alcance de la literatura cubana, ni a una figura masculina o femenina, ha sido justa en sus inclusiones tanto de nombres como de obras, lo cual evidencia la amplitud de sus posiciones respecto a la ubicación social y cultural de los dos géneros.
La antología Solo el canmino. Ocho décadas de poesía cubana nos muestra la riqueza de la lírica en nuestro país, la pertenencia de cada uno de los poetas a su tierra, a sus ancestros, el desafío que representa vivir y soñar, y la resistencia de la palabra como única aliada en momentos definitorios de sus vidas, desde Nicolás Guillén hasta Anisley Negrín, pasando por Damaris Calderón, Reina María Rodríguez e Israel Domínguez, el lirismo insular se respira en sus raigales sabias y confirma que los cantos a la vida se construyen y (re)construyen con cada época y circunstancia enfrentada por los seres humanos, ahí está la magia de la poesía cubana. Una mujer, Margaret Randall, ha seguido el sendero de la poesía cubana que con sus ocho décadas nos dice: aquí estoy como el más brillante de los soles tropicales o la más perdida de las añoranzas, pero estoy en el camino de mujeres y hombres para seguir con mi epifanía siempre.