Cuba es firmante de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Dicha Declaración es un documento elaborado por representantes de todas las regiones el mundo, amén de los antecedentes jurídicos y culturales. Fue proclamada en París, el 10 de diciembre de 1948, por la Asamblea General de las Naciones Unidas, como un proyecto ecuménico para todos los pueblos. Esta Declaración tiene 30 artículos que son necesarios e inviolables para los países miembros.
Hoy Cuba no solo es firmante de esa Declaración, sino que resultó electa para el Consejo de los Derechos Humanos. Nadie está seguro de las razones por las cuales llegó el gobierno de la isla a dicho Consejo, amén de las campañas mediáticas que hacen gala de la “democracia” y el avance en la sociedad en la Isla, cuestiones estas perfectamente desmontables de su estructura falsa. Solo hay que pasar por la Isla, revisar las redes, ver su emigración enorme y creciente para percatarnos del desastre de país que hoy figura en el Consejo de los Derechos Humanos.
Si solo se revisa el siglo pasado en materia de Derechos Humanos, desmontaremos con enorme facilidad el metarrelato que se han creado ciertos países sobre las libertades en Cuba: el éxodo de la migración casi siempre violentando al migrante a abandonar su tierra; las purgas en las universidades, hace solo unos cuantos años atrás y bajo las mismas lógicas castristas de ahora, en contra de los homosexuales, los religiosos: nadie parece recordar que las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP) eran verdaderos campos de concentración de la mal llamada “lacra social”. Pienso en la guerra en Angola, donde el gobierno envió tropas cubanas, jóvenes menores de 20 años; una guerra sin nombre, impropia, donde muchas madres se despidieron de hijos y regresaron polvos de medallas. En Cuba no hay democracia hace sesenta años, nadie votó por el presidente (me pregunto si alguien votó por Fidel Castro o su hermano Raúl, de cualquier manera siempre hubo solo un candidato y un único partido). Que nadie olvide jamás que en Cuba, que hoy se sienta en las cómodas sillas de la virtud humana, la Seguridad del Estado vigila, extorsiona y amenaza a los intelectuales, a los periodistas. La cesura de músicos y escritores. La injerencia en Venezuela, hasta convertirla en un país con paupérrimas condiciones de vida, un país renaciendo hecho escombros.
No creo lícito olvidar los sucesos del 10 de octubre de este funesto 2020, cuando un grupo de personas desconocidas, comunes, y en estampida, abordaron las casas de la curadora Anamely Ramos y de la reconocida artista Tania Bruguera; fueron actos de repudio, les impidieron la movilidad, las ofendieron, les cancelaron su libertad de expresión. Ese día hubo demasiadas detenciones en La Habana, todas sin orden legal y extremadamente violentas: hace solo un mes en este país se presenció el horror contra jóvenes cubanos opositores al régimen. El pueblo contra el pueblo, los que apoyan, los que se oponen, la gran guerra que el gobierno alienta cada día.
Lo que sucede en este noviembre no es un hecho aislado de todo lo dicho anteriormente, sino que forma parte de las respuestas de esa maquinaria severa de represión.
Desde el pasado 13 de noviembre, un grupo de activistas ha estado perenne en la estación de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) de Cuba y Chacón, en la Habana Vieja. Su móvil es la liberación inmediata del músico Denis Solís, condenado, en juicio sumario y violando sus derechos a hacer llamadas telefónicas, a 8 meses de cárcel por supuesto “desacato” a la autoridad. Los activistas han usado el arte y la poesía como maneras de protesta pacífica por la liberación de Solís; aunque han sido arrestados en todas las ocasiones en las que se presentaron en la estación de Cuba y Chacón.
Ante la imposibilidad de seguir asistiendo a las afueras de la estación para seguir con su protesta pacífica, los activistas se han acuartelado en Damas 955 entre San Isidro y Avenida del Puerto, en la sede del Movimiento San Isidro. Desde ahí han coordinado lecturas de poesía, mientras que la zona ha estado sitiada por policías y agentes de la Seguridad del Estado, lo cual violenta el derecho a la libre expresión de los ciudadanos.
El día 18 de noviembre han hecho público un anuncio en la página oficial del Movimiento San Isidro en Facebook: se declaran en huelga de hambre y sed, luego de que la Seguridad del Estado interceptara los víveres y suministros que la vecina Daylys Bandera Rodríguez les llevaba para sostenerse los siguientes días. Ese fue el tercer día de acciones pacíficas en el Movimiento San Isidro por la liberación de Denis Solís y del resto de los presos políticos. Se han declarado en huelga de hambre: Iliana Hernández, Yasser Castellanos, Adrián Rubio, Oscar Casanella, Osmani Pardo; en huelga de sed y hambre: Luis Manuel Otero Alcántara, Esteban Rodríguez, Maykel Castillo.
Amén de las promesas de los agentes de la Seguridad de que nada sucedería con los que salieran o entraran de la sede del MSI, ayer apresaron a Humberto Mena, quien decidió salir, de la misma forma no dejaron a la madre de Iliana Hernández, periodista de CiberCuba noticias, llegar a la sede. Dos eventos que demuestran no solo la falsedad y la desesperación por parte de la Seguridad, sino también el irrespeto incluso de sus propias leyes.
Los confinados en Damas 955 entre San Isidro y Avenida del Puerto, ante las presiones de la Seguridad del Estado, han establecido que sus acciones (las lecturas de poesía, los performance, las huelgas de hambre y de sed) son por la libertad de Denis Solís y por el cierre inmediato de las tiendas en Monedas libremente convertibles (MLC), las cuales han creado segregaciones en la nación, y evidencia la necesidad de divisas extranjeras en forma de remesa familiar para las arcas de los militares.
Sobre Denis Solís, se debe aclarar que su caso está envuelto en una enorme sombra de violencias y de cancelaciones de sus derechos. A continuación examino los artículos de la Declaración de Derechos Humanos de la ONU, de la cual Cuba es firmante y se encuentra figurando en su Consejo:
Selección de artículos de la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU que Cuba viola en el caso de Denis Solís y en el caso de los atrincherados en el MSI:
3. Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a su seguridad personal.
Denis Solís fue arrestado por la policía bajo las órdenes de la Seguridad del Estado, sin protocolos de arresto y sin leerle sus derechos.
6. Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica: es decir, ser tenido en cuenta por las leyes nacionales e internacionales.
La ley no procedió de acuerdo a sus estatutos legales, es decir, no mediaron ni citaciones ni advertencias previas, sino un acoso constante por parte de la SE que el propio Denis denunció en su cuenta de Facebook más de una vez.
7. Todos somos iguales ante la ley y tenemos, sin distinción, derecho a igual protección de la ley.
Denis Solís fue condenado mediante juicio sumario oral, a 8 meses de privación de libertad por presunto delito de “desacato”, fue apresado sin orden ni pruebas. Y, hasta la fecha, y después de dos habeas corpus, no se han presentado pruebas del desacato.
9. Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley.
Denis Solís no tuvo derecho a un abogado ni a realizar llamadas. Después de 4 días, y bajo la presión de los activistas aupados en el Movimiento San Isidro, logró llamar a sus familiares y contar lo que le había sucedido después de su arresto.
10. Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado
La detención de Denis Solís ocurrió en unas cuadras cerca de su domicilio, no se le presentaron cargos en el momento, y fue trasladado a la estación de Cuba y Chacón, de ahí fue trasladado al VIVAC, violando de esa manera el procedimiento establecido de los tres días hábiles para demostrar con pruebas y procesar. De igual forma, cuenta Denis a su familia vía llamada telefónica, que los agentes persisten en las amenazas de desalojo a su familia de La Habana Vieja y además anuncian su destierro hacia otra provincia.
11. Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal.
Justamente en todo el proceso (ilegal) de detención de Solís, no tuvo ni una orden judicial que le explicara los motivos de su detención, ni tuvo un juicio ordinario con abogados y defensa.
12. Toda persona acusada de delito tiene derecho a la presunción de su inocencia.
Es lógico que, de la manera arbitraria e ilegal en la que sucedieron los eventos, nunca se tuvo en cuenta la presunción de inocencia. El solo hecho de haberle realizado un juicio sumario sin presencia de abogados ni defensa demuestra la ilegalidad y la condición de “culpable” con que operan las entidades judiciales y políticas en Cuba.
13. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación.
Como el propio Denis Solís había denunciado, con pruebas en la manera de live en su propia cuenta de Facebook, la policía entraba a su casa sin orden ni avisos previos. De igual forma, era sostenida la vigilancia de su entorno. Es importante señalar que, una vez detenido ilegalmente Denis, se le realizó un registro en su casa, y a su familia se le mostró una supuesta orden judicial en la que acusaban a Solís de “tenencia de drogas”. Dicha acusación nunca fue probada.
14. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.
Denuncia Denis Solís en una llamada a sus familiares, que la Seguridad amenaza con desterrarlo y con expropiarlos del municipio Habana Vieja.
19. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. 20. Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión. 21. Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacíficas.
En Cuba es harto sabido que no existe la posibilidad de expresarte libremente ni de agruparte en torno a otra idea o partido político, esto no está condicionado solo por el unilateralismo político y sus organizaciones, sino por la perenne vigilancia y cibervigilancia y por la ilegalización de la prensa independiente. En el caso de Denis Solís, es conocido que disiente (desde su arte y su pensamiento) con las dinámicas del régimen cubano: esto pudo haber sido uno de los móviles de su detención, aunque ahora mismo decir esto resulta especulativo pues nunca se presentaron cargos en forma de órdenes judiciales, a no ser el enunciado inválido de “desacato”. De igual forma, es pertinente decir que por la enorme vigilancia, los arrestos que se han incrementado y las extorsiones a familiares, todo bien denunciado en las redes, se demuestra que en Cuba se viola este derecho y otros más que derivan de la libertad y la libre circulación.
27. Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad […].
28. Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos.
Resulta curioso el silencio por parte de los medios de prensa internacionales acreditados en Cuba. Ninguno ha hecho una declaración ni hay dado espacio a que los acuartelados en el MSI hagan declaraciones, bajo ley de libertad de expresión. Ni mucho menos se han puesto a investigar desde el periodismo las cuestiones ilegales que envuelven el caso de Denis Solís. De manera que no hay una organización que se haga eco de estas faltas ni que denuncie esta inefectividad del gobierno cubano que viola desmedidamente más de la mitad de los artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, de la cual Cuba es firmante y figura en su Consejo
30. Nada en esta Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados.
Mientras avanza el mes de noviembre de este 2020, se hace más evidente el caso omiso del gobierno cubano con respecto a las leyes expuestas en la Declaración. Ahora bien, resulta muy vergonzoso que se esté denunciando constantemente por las redes y en voz de varios políticos (como Marcos Rubio, Rosa María Payá, Juan Antonio Blanco, la Comisión Internacional de los Derechos Humanos (CIDH), Human Rights Watch, Cubalex) y que ni la ONU ni su Consejo de Derechos Humanos, ni la prensa acreditada, ni otras organizaciones internacionales se hagan eco de las denuncias y activen de manera urgente medidas para evitar la represión y el incumplimiento de la ley en Cuba; todo esto demuestra cierta caducidad en la ONU como organización suprema y veladora de la unicidad y la fraternidad, y además cierta empatía y hasta respaldo del gobierno cubano.
Creo válido hacer una reflexión: lo no político es también político, el silencio es también una respuesta, a veces taimada y cobarde. En Cuba la represión está patentada por el gobierno. Los jóvenes, artistas, periodistas, escritores, son los que están acuartelados, en una huelga de hambre y de sed por la libertad no solo de Denis, sino de los presos políticos, de la igualdad ante la ley y del cese de los segregacionismos económicos y raciales. Este es uno de los hechos más fuertes que han ocurrido últimamente en la isla: estos jóvenes están demostrando las fracturas del sistema que hoy silencia los Derechos Humanos.