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Opinión | El modelo ruso o la virtud doméstica

Recientemente fue presentado de manera oficial la alianza estratégica entre los gobiernos ruso y cubano: el gobierno cubano planea asumir el modelo ruso de economía de mercado, con una autocracia hegemónica y excluyente.

Ancianos esperan sentados en la calle mientras fumigan sus casas, Cuba. Sale humo por la ventana de una casa.
Ancianos esperan sentados en la calle. | Imagen: Alina Sardiñas

En días pasados se presentó oficialmente la alianza estratégica entre los gobiernos ruso y cubano. Un think tank de la lejana nación asesorará las transformaciones económicas que Cuba hará para asumir el modelo ruso de economía de mercado con una autocracia hegemónica y excluyente. Es el cambio fraude.

Es de tal gravedad y extravagancia esta alianza que no debemos quedar inertes ante ella. Ratifico mi criterio de que Cuba no necesita copiar ningún modelo foráneo: ni el ruso, ni el chino, ni el vietnamita, ni cualquier otro. Existe, para colmo, el lamentable precedente de los fracasos y excentricidades de la época en que nos convertimos en satélites de la ahora extinta Unión Soviética y de la asimétrica integración a la Comunidad de Ayuda Mutua Económica (CAME).

Todos los cubanos sufrimos lo que pasa cuando se extingue la luz del Sol y los satélites quedan a oscuras vagando en busca de otros subsidios. El primer período especial fue la lección de miseria y fracaso que no deberíamos olvidar. Luego apareció la “ayuda” de Venezuela que al empobrecerse también, vuelve a dejarnos como mendicantes por el mundo. No pueden ser peores los aliados: Rusia, China, Irán, entre otros.

"...la peor salida: un cambio fraude hacia un modelo camaleónico, corrupto y autocrático..."

Ha sido tal la dependencia creada, la ineficiencia del modelo estatalista y centralizado de la empresa socialista, el endeudamiento crónico, la falta de liquidez, la inflación y la imposibilidad de generar riquezas por el bloqueo interno a la propiedad privada, a la libertad de empresa, a la acumulación de propiedades y de riquezas, que Cuba ha caído en una crisis terminal.

Ante esta evidencia insoslayable, parece que se ha decidido la peor salida: un cambio fraude hacia un modelo camaleónico, corrupto y autocrático. A esto se une la alianza con Rusia, un país que ha invadido a una nación soberana, Ucrania, y que ahora mismo ha sido condenado y repudiado por la inmensa mayoría de las naciones, mientras Cuba lo apoya incondicionalmente. Esta alianza es ética y políticamente reprobable. Cuba no tiene por qué volver a someterse a una nación extraña a su cultura, a su historia y a su presente.

Cuba no tiene necesidad de acudir a la asesoría de un think tank ruso llamado Instituto de la Economía de Crecimiento Stolypin. Esta intromisión generará nuevas dependencias y fracasos al no tener Cuba la acumulación del capital, ni las estructuras económicas, legales y políticas que contribuyen a una economía de mercado, ni tiempo para realizar exitosamente este proceso transformador. Pero lo más grave y preocupante es que esto se ha decidido sin consultar con el pueblo cubano. Junto con el cambio económico es necesario el cambio político.

La virtud doméstica

Manuel Márquez Sterling (1872-1934), periodista, diplomático y profesor cubano, en su obra “Burla, burlando”, acuñó en las primeras décadas de la República, la fórmula: “a la injerencia extraña, la virtud doméstica”. Esta frase se fraguó en los esfuerzos por liberar a la República de la intervención estadounidense y por abolir el apéndice de la Constitución cubana llamado Enmienda Platt. Márquez Sterling alcanzó a firmar dicha abolición pocos meses antes de morir en 1934.

El espíritu y la tendencia de enarbolar “la virtud doméstica” de los cubanos ante cualquier injerencia foránea se convirtió en una escuela de pensamiento de la intelectualidad y la clase media cubanas de las tres primeras décadas de la República de Cuba. Se basó en el pensamiento y el proyecto de nación de Varela y Martí. Ambos fundadores expresaron su rechazo a la intromisión extraña.

"...es necesario y urgente, conservar las virtudes domésticas y anteponerlas a la desaparición o la marginación de las capacidades, talentos y potencialidades de cada nación y cultura"

Tal parece que esta fórmula de Márquez Sterling tiene toda su vigencia. En el mundo de hoy nadie puede vivir aislado. Todos somos interdependientes. La cuarta revolución industrial ha conectado a la mayoría de las naciones comenzando a formar una verdadera aldea global. Sin embargo, es necesario y urgente, conservar las virtudes domésticas y anteponerlas a la desaparición o la marginación de las capacidades, talentos y potencialidades de cada nación y cultura.

Ancianos sentandos en una parada en Cuba.
El abandono en Cuba también se refleja en las jóvenes generaciones de cubanos que dejan la Isla. | Imagen: Alina Sardiñas

En el caso de la alianza estratégica con los rusos, es pertinente volver a enarbolar la primacía que debería tener “la virtud doméstica” cubana de hoy. Sin nacionalismos o chovinismos caducados, y lamentando la sangría imparable del éxodo cubano, es imprescindible hacer consciente que Cuba cuenta, entre sus propios hijos, con capacidad de pensamiento y propuestas para hacer las transformaciones y cambios económicos, políticos, sociales y culturales, que necesita con urgencia.

Ante el cambio fraude, la virtud doméstica

Cuba tiene laboratorios de pensamiento y prospección estratégica con pensadores, intelectuales, académicos y profesionales con la suficiente preparación y con la necesaria creatividad y entrenamiento como para prever, idear, concebir y aplicar nuestro propio modelo económico, nuestro proyecto de nación, nuestra nueva Constitución y marco jurídico complementario, con nuestro propio proyecto educativo y de sistema de salud (Cf. www.centroconvivencia.org). Cuba, contando con sus hijos de la Isla y de la Diáspora, puede darse ella misma, los cambios verdaderos y estructurales. Cuba puede y debe hacer, por ella misma, un proceso de transición pacífica, ordenada, ágil y eficaz.

Es verdaderamente una injuria intentar copiar un modelo ruso o chino o vietnamita, cuando Cuba tiene valiosísimos economistas, educadores, pensadores y ciudadanos que tienen la capacidad, la voluntad y el saber hacer del trabajo de un think tank que idee, proyecte y ejecute, los cambios sistémicos que la nación necesita. Al cambio fraude la virtud doméstica.

A pesar de todo, creo, confío y he experimentado la capacidad y el gran talento creador de los cubanos para ser protagonistas de un cambio auténtico de modelo económico, político y social de forma integrada e inseparable.

"Es urgente, es imprescindible, contraponer la virtud doméstica de todos los cubanos ante la nueva colonización económica, cultural y geopolítica de naciones extrañas"

Es hora de pensar Cuba y proponer soluciones. Parafraseando al Padre Varela quien dijo que “no hay patria sin virtud, ni virtud con impiedad” podemos decir que en Cuba no habrá cambio sin virtud doméstica. Cuba se engañará a sí misma si no cuenta primero con todos sus hijos de la Isla y de la Diáspora antes que importar e imponer unos modelos que resultan extraños y contradictorios con la tradición democrática y la capacidad de los cubanos para diseñarnos nuestro propio sistema, según un modelo que tenga a todos los derechos humanos para todos como paradigma y forma de vida de la República.

Es urgente, es imprescindible, contraponer la virtud doméstica de todos los cubanos ante la nueva colonización económica, cultural y geopolítica de naciones extrañas.

Cuba tiene lo necesario en sus hijos, que son su mayor riqueza.

Publicado originalmente en Convivencias.

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Dagoberto Valdés Hernández

Dagoberto Valdés.

(Pinar del Río, 1955). Ingeniero agrónomo. Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años. Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007. Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006. Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director. Premios: “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017. Reside en Pinar del Río.

 

Comentarios:


Servando González (no verificado) | Jue, 02/02/2023 - 17:10

Al parecer el Sr. Valdés sólo lee la prensa manipulada por los conspiradores globalistas, pues en estos momentos es evidente que el Occidente, es decir, los países controlados por los EE.UU. cada día que pasa se acerca más a una versión del comunofascismo totalitario como el que los Castro impusieron en Cuba —por ejemplo, con el pretexto de vigilar a los que tenían Covid crearon una versión gringa de los CDR.

La Cuba castrista es un desastre tan grande que un cambio real en Cuba, de donde quiera que venga, será positivo, porque a la larga podría convertirse en un cambio real.

Es hora de que los cubanos anticastrocomunistas del exilio cambien su visión, que en más de medio siglo no ha conducido a nada ni ha cambiado en lo más mínino la tragedia de los cubanos en la Isla. Ese cambio, quienquiera que lo logre (excluyendo a los norteamericanos que nunca han hecho absolutamente nada por lrograrlo), debe ser bien recibido y los cubanos en Cuba y en el extranjero deben verlo como algo positivo.

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