En el insomnio
El hombre se acuesta temprano. No puede conciliar el sueño. Da vueltas, como es lógico, en la cama. Se enreda entre las sábanas. Enciende un cigarrillo. Lee un poco. Vuelve a apagar la luz. Pero no puede dormir. A las tres de la mañana se levanta. Despierta al amigo de al lado y le confía que no puede dormir. Le pide consejo. El amigo le aconseja que haga un pequeño paseo a fin de cansarse un poco. Que enseguida tome una taza de tilo y que apague la luz. Hace todo esto pero no logra dormir. Se vuelve a levantar. Esta vez acude al médico. Como siempre sucede, el médico habla mucho pero el hombre no se duerme. A las seis de la mañana carga un revólver y se levanta la tapa de los sesos. El hombre está muerto pero no ha podido quedarse dormido. El insomnio es una cosa muy persistente.
NOTAS
En el insomnio fue publicado por primera vez en octubre de 1946, en la revista Anales de Buenos Aires, que dirigía Jorge Luis Borges. Posteriormente fue incluido por este y Adolfo Bioy Casares en la antología Cuentos breves y extraordinarios (Editorial Raigal, Buenos Aires, 1955), y en 1956 Virgilio Piñera lo incorporó a su compilación personal Cuentos fríos (Editorial Losada, Buenos Aires). Se considera uno de los mejores cuentos de su autor y uno de los relatos breves más notables de la literatura hispanoamericana de todos los tiempos.
En el insomnio destaca en el ámbito literario cubano y universal por su economía de medios y su agudeza existencial. El investigador cubano Salvador Redonet subraya que en este cuento “se despliega la paradoja temporal de que morir no es dormir, morir no es reposo”. Esa inversión del descanso y la muerte, junto con la ironía desoladora que caracteriza a Virgilio Piñera, ofrecen una estética que anticipa la narrativa contemporánea marcada por el monólogo interior, la conciencia fragmentada y la frontera entre lo real y lo absurdo. Por eso, el cuento trasciende el contexto de su publicación para ubicarse entre los clásicos de la literatura breve hispanoamericana.
La académica mexicana Eimy Arriaga destaca que "a pesar de ser un pequeño texto, el escritor recurre a una forma de retardar los sucesos: escribir en oraciones cortas. Por necesidad debes leer con mesura como si cada enunciado te forzara a mantenerte en ese espacio, en ese estado y compartiendo un poco de la desesperación que el hombre, el protagonista, siente. Esto es parte de su prosa analítica en donde, quizá, de manera intencionalmente vedada, expone la situación extrema pero con palabras sencillas impregnando pesadez y hasta melancolía al comienzo del texto".
La trascendencia de En el insomnio radica también en su capacidad de abrir interrogantes universales a través de una fábula mínima. Desde la insularidad de Cuba, Piñera logra articular una situación íntima (el insomnio) que habla de la condición humana global: del aislamiento, del cuerpo que resiste, del “yo” que contempla su muerte sin cerrar los ojos. Este entretejido de cultura cubana, experimentación narrativa y tono existencial le otorga al cuento un lugar clave tanto en el canon cubano como en la literatura universal, donde la brevedad se convierte en síntesis de lo esencial.