Mientras Cuba vive la peor crisis de su historia, la activista española Ana Hurtado “se saca” una nueva muestra de devoción al régimen: un “Fidel de bolsillo”. En un video difundido en redes, sostiene una figura del dictador y asegura que “la gusanera lleva 63 años llorando”, refiriéndose a quienes se oponen al castrismo. “Nosotros, los socialistas, tenemos una guía —dice, levantando el muñeco—; esto está por encima del bien y del mal”.
El contraste con la realidad cubana resulta abrumador. Se suceden protestas en todo el país, con ciudadanos exhaustos por la falta de agua, apagones de más de doce horas y una inflación que pulveriza los salarios. Los hospitales carecen de recursos y las ciudades sin transporte. Canadá y Estados Unidos han emitido alertas de viaje por la crisis sanitaria, la escasez de alimentos y la inseguridad creciente. El pueblo cubano sobrevive como puede, entre la desesperación y la censura, mientras el discurso oficial apela a la “resistencia creativa” para disimular el colapso.
Desde España, Ana Hurtado se presenta como “amiga de Cuba” y portavoz del socialismo internacionalista. Sus intervenciones —promovidas en medios oficiales y actos del régimen— reproducen sin fisuras el relato gubernamental. Pero su “Fidel de bolsillo” no va a salvar a esa isla que idolatra mientras se apaga, se empobrece y se vacía. Justamente recae sobre Castro la responsabilidad de todo un país en ruinas.