Como es ya conocido, un grupo de activistas están acometiendo acciones pacíficas desde el día 13 de noviembre por la liberación de Denis Solís, músico cubano condenado en juicio sumario por presunto “desacato”.
Los protagonistas de la protesta se han acuartelado en la sede del Movimiento San Isidro (casa ubicada en Damas 955, entre San Isidro y Avenida del Puerto). Desde ahí realizan diversas actividades artísticas para denunciar la injusticia que el Estado cubano ha cometido contra el joven Denis Solís.
Todo el tiempo han estado vigilados y asediados por grupos de la Seguridad del Estado y la policía política, los que tienen la zona acordonada y han realizado arrestos y detenciones domiciliarias contra otros activistas que han querido sumarse.
Este 19 de noviembre, a las 4 de la madrugada, Anamely Ramos, curadora y estudiante del doctorado en Antropología en la universidad Iberoamerciana de Mexico, se percató que habían lanzado un líquido oscuro con un olor muy desagradable. Ella declara que la persona que lo arrojó por la puerta de la sede del Movimiento se dio a la fuga al instante, y solamente pudo apreciar cuando este huía. El grupo de quince activistas ahí reunidos, de los cuales algunos están en huelga de hambre y de sed, se percataron que también habían arrojado el mismo líquido cerca de la cisterna de agua potable que abastece la casa sede del Movimiento y también la de la casa contigua.
Los activistas culpan a la Seguridad del Estado y a la policía por este hecho que califican de terrorismo.
Según los propios activistas, un análisis lógico indica que, si la cuadra está acordonada por muchísimos efectivos policiales y de la Seguridad, ¿cómo sería posible que se perpetrara este hecho sin que los agentes ahí reunidos no se dieran cuenta? Ello demuestra que son cómplices y están incurriendo en nuevas violaciones a los derechos humanos y a la integridad de las personas, incurriendo incluso en un ataque químico.
