Campesinos de Ciego de Ávila y otras provincias del centro de Cuba advierten que la próxima campaña de frijoles y arroz se perfila como una de las más inciertas en muchos años, debido a una serie de adversidades que incluyen la obligatoriedad de adquirir combustible en dólares, la escasez de fertilizantes, los decomisos arbitrarios de mercancías y las restricciones de precios.
Estos factores no solo reducen la rentabilidad, sino que desmotivan a los productores, quienes temen que en 2025 se repita la drástica caída en la producción registrada en 2024, que resultó en volúmenes inferiores a las 200 mil toneladas de alimentos, como reconoció el Ministro de la Agricultura, Ydael Pérez Brito, durante el programa televisivo Mesa Redonda.
Crisis agrícola en 2024 y los desafíos en el terreno
En 2024, la producción de frijoles, arroz, maíz y boniato estuvo muy por debajo de lo planificado. Se alcanzó solo el 48% de la meta de frijoles, el 62% de la meta de arroz y el 45% de la de maíz, mientras que el boniato logró apenas un 50% de lo previsto, según informó el alto funcionario de la agricultura.
Pérez Brito indicó que las principales causas del déficit fueron el escaso suministro de insumos, la falta de mano de obra, el bajo porcentaje de tierras cosechadas y el deterioro de la maquinaria agrícola, omitiendo, sin embargo, el control estatal que impide a las bases productivas diversificarse a través de contratos justos.
En el campo, los testimonios de los campesinos confirman que la situación sigue empeorando:
“Nos piden que produzcamos más, pero no nos dan ni combustible ni fertilizantes, y cuando logramos conseguir algo, es en dólares, a precios que no podemos pagar con lo que ganamos”, relató de forma anónima un productor de arroz en Chambas.
Otro agricultor avileño comentó que, en su cooperativa, varios tractores llevan meses detenidos por falta de piezas, lo que les obliga a labrar la tierra de manera manual, reduciendo considerablemente la productividad.
El impacto de los decomisos y la situación en las comunidades rurales
A la escasez de recursos se suman los decomisos de productos, que, según los campesinos, se realizan sin justificación alguna y afectan directamente su capacidad para negociar en mercados libres.
“No nos permiten vender a precios que cubran los costos, y si lo hacemos, nos quitan la mercancía. Así no se puede trabajar”, declaró de manera anónima un miembro de la Cooperativa de Producción Agropecuaria Paquito González de Baraguá, en Ciego de Ávila.
Las comunidades rurales también padecen las consecuencias: escasez de productos en los mercados, aumento de precios y creciente dependencia de las importaciones, en un país que ya enfrenta graves dificultades para garantizar la alimentación de su población.
La crisis que atraviesa la agricultura cubana no es solo un problema de cifras y cosechas, sino una cuestión de supervivencia para miles de campesinos y sus comunidades. Mientras las adversidades se acumulan y las perspectivas para la campaña agrícola de 2025 siguen siendo inciertas, la falta de apoyo y la continua intervención estatal parecen condenar al sector agrícola a un ciclo interminable de incertidumbre.
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