El humorista cubano Jardiel González, ex integrante y fundador de la agrupación Punto y Coma, se ha convertido en un fenómeno de las redes sociales por sus videos satíricos sobre uno de los fenómenos más llamativos de los últimos tiempos: las montañas de basura en las calles de Cuba.
Si bien las lomas de basura en cualquier calle ha sido un fenómeno recurrente a lo largo de los años Cuba, un país donde apenas existen los contenedores ni las bolsas de plástico ni mucho menos el reciclaje, la ausencia del servicio de recogida ha agravado la situación notablemente.
Y es ahí donde Jardiel, un humorista que viene haciendo reír a la población a través de la crónica social desde los años más difíciles de la década del 90 junto a Punto y Coma, ha encontrado un filón para hablar de la basura, pero también del deterioro material y espiritual de una sociedad que vive en dictadura, crisis económica y profunda tristeza.
Tal vez por eso el ingenio del humorista sobresale en momentos como este, donde las ganas de reír se van perdiendo, incluso en un país caribeño siempre asociado a las festividades y el baile.
Quien revise sus videos en su cuenta de Instagram (@jardielhumorista) podrá ver al comediante cubano correr alrededor de un basurero olímpico, bautizado de esa forma debido a su amplitud, suficiente para practicar diversos deportes, o en un basurero búnker, por su profundidad, o en un basurero en L, de los que doblan la esquina y siguen.
La Habana, más decadente e insalubre
Entre risas, Jardiel no solo muestra la podredumbre de las calles de La Habana, sino que también se adentra en algunas de sus ruinas, como son la discoteca del Comodoro, un edificio destrozado y rodeado por montañas de basura que fue el centro de la noche habanera 20 años atrás.
Y es así que el humorista, muy popular en la primera década del 2000, nos regresa a esa época para demostrarnos que todavía puede ser peor: La Habana del 2024 es más insalubre, más decadente y más vacía.
Jardiel insiste en mostrar como La Habana se ahoga en basura, basura que sirve de albergue a los mosquitos y las ratas que transmiten enfermedades como el dengue y la tuberculosos, para las que luego no hay medicinas ni tratamientos en los hospitales del país.
En ese contexto Jardiel, quien bromea con que “medir la edad de los basureros cubanos debe ser algo parecido a como se hace con las secuoyas, a las que se corta el tronco y se le ven los anillos”, consigue dejar un archivo de la decadencia de un país donde a veces parece que solo prolifera la basura.