Las manifestaciones espontáneas y pacíficas del 17 de marzo de 2024 que comenzaron en Santiago de Cuba y se extendieron a Bayamo, El Cobre y otras ciudades de Cuba, no son solo un gesto de desesperación del pueblo cubano sino un nuevo grito de alerta para que todos nos demos cuenta de la grave crisis interna, del peligro que supone no atender a la voz del pueblo, y de la gravísima responsabilidad de los que ejercen el poder y de cada ciudadano cubano.
Ese nuevo grito, aún después de las largas e injustas condenas a los manifestantes del 11 de julio de 2021, desmiente a aquellos que decían que no se repetiría algo similar al 11J. Señalando en aquella fecha las causas y consecuencias del 11J, dije que mientras que no se resolvieran las causas seguiríamos encontrándonos con las consecuencias. Y así ha sido.
Lo peor del 17M es que las autoridades intenten disminuir sus dimensiones, banalizar sus demandas, o colocar su origen fuera del país. Todos sabemos que la raíz de todas estas protestas es precisamente la crisis interna. Y esa crisis no tiene como su causa más profunda la falta de electricidad, o el hambre, o la falta de medicinas, o la inflación galopante, entre otras muchas. La causa profunda del colapso multiorgánico que sufrimos los cubanos es la falta de libertad, es la cerrazón al cambio sistémico.
Por ello, es por lo menos una falacia y una manipulación contraponer las demandas de los manifestantes que gritaban por la falta de corriente eléctrica y comida, con los que gritaban libertad, patria y vida. Es verdad que en otros países también se demandan estas cosas materiales, pero en Cuba, debido a sus sistema económico y político que controla todo, la falta de comida y la falta de libertad tienen el mismo origen. La demanda de corriente y los gritos de Patria y Vida tienen la misma causa: el sistema.
Caer en estas distinciones constituye una falta de respeto a todos los cubanos que sabemos que toda demanda económica en un sistema totalitario está indisolublemente unida, no principalmente a la incompetencia o el mal gobierno de algunos ministros, sino al modelo socioeconómico y político que controla, bloquea y reprime tanto la libre producción de bienes materiales como el ejercicio de los derechos y libertades de todos los cubanos.
El cambio, los escenarios y las propuestas
Cuando se ha identificado la causa profunda de todo lo que está sucediendo en Cuba se llega a la conclusión de que solamente cambiando esa causa se podrá abrir para Cuba una nueva etapa de su historia. El cambio es inevitable. No solo es cuestión de tiempo sino de cuota de sufrimiento indescriptible para nuestro pueblo.
Creo que es por ello, pertinente y saludable para Cuba, identificar los posibles escenarios que se pudieran presentar ante esta grave crisis interna. Aquí reseño algunos de ellos, algunos indeseables y evitables si se actúa con cordura, hasta ahora ausente. Y también dejo claro cuál de esos escenarios espero y deseo, por cuál de ellos trabajo y permanezco en la Isla:
- El volcán: Es proseguir sin cambiar nada hasta que las explosiones sociales se hagan de tal magnitud que resulten incontrolables. El caos, la violencia, la cuota de sufrimiento que esto traería creo que no es lo que desean la mayoría de los cubanos.
- El avión: Se trata de que a la huida de una cifra aún mayor de cubanos, e incluso de los que ejercen algún tipo de poder, dejen al país en el desorden o en manos inexpertas o peores. La solución sería la asunción de un nuevo liderazgo que abra la puerta al cambio.
- El reloj: Es el escenario en que todo se para o se ralentiza en espera de algún acontecimiento “milagroso” o de una salida biológica natural o sencillamente el aferrarse a la inercia del poder. Esto empeoraría todo lo que ya estamos sufriendo y abriría la puerta a cualquier otro de los escenarios.
- El cambio fraude: Es aquel escenario en que se cambia solo la parte económica sin cambio político. Es el gatopardismo. Es presentar que, automáticamente, los cambios empresariales, en manos de unos pocos, traerá el cambio político. Los estudios demuestran que eso solo ha ocurrido en aquellos países con una formación ética y cívica significativa, que lleva a los ciudadanos a exigir los cambios políticos. En aquellos países, como Cuba, que sufrimos un analfabetismo ético y cívico, un daño antropológico y una desintegración del tejido libre de la sociedad civil, eso es cambio fraude. En este escenario priman los intereses económicos sobre los derechos humanos.
- La transición pacífica, ordenada, ágil y verdadera: Este sería el mejor de los escenarios para todos los cubanos. Se trata de abrir los canales para un cambio verdadero. Para ello es necesario una hoja de ruta donde se vaya evaluando paso a paso, y que compruebe y denuncie si lo que está sucediendo es el tercer escenario: es decir, ganando tiempo. Existen en el mundo suficientes ejemplos en que este escenario ha sido exitoso, algunos de ellos con culturas y religión similares a las nuestras: España, Portugal, Polonia, Chequia, entre otras. Decir que en Cuba este escenario no es posible es cerrar la mejor puerta al cambio y, además, menospreciar la capacidad y el talento del pueblo cubano. Solo bastaría la voluntad política cuando la grave crisis interna solo deje espacio a los anteriores escenarios. No esperemos a ese momento.
Por supuesto que prefiero y trabajo para que Cuba pueda salir de esta noche oscura por el mejor de los escenarios: la transición pacífica. Van surgiendo, cada vez más, propuestas que apuntan a este escenario de cambio en paz. Desde hace tiempo, cerca de 30 años, primero el Centro de Formación Cívica y Religiosa y su revista Vitral (1993-2007); y desde 2008 la revista Convivencia y el Centro de Estudios Convivencia vienen ofreciendo educación ética y cívica, vienen identificando y sanando el daño antropológico y, desde entonces, venimos haciendo propuestas que contribuyan a esa transición que recupere la memoria histórica, que instale un proceso de justicia transicional y que fomente un camino de reconciliación nacional.
Esa hoja de ruta para la transición que proponemos en Convivencia, en la que ha participado un grupo de cubanos de la Isla y de la Diáspora, puede ser consultada y descargada gratuitamente en el este enlace.
Cerremos la puerta al volcán, a la violencia, a la dilación del tiempo, al cambio fraude. El mejor camino para Cuba es el cambio real y pacífico. Pienso que trabajar para favorecer este escenario de transición es el deber fundamental y la tarea urgente de gobernantes y gobernados. Es la misión suprema de todos los cubanos de la Isla y de la Diáspora que somos una sola nación y que merece un futuro en paz, democracia y prosperidad.
(Publicado originalmente en Centro de Estudios Convivencia).