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Libros | "Blanco sobre negro": habitando "La isla vertical" de Miguel Coyula

"Interior como ha sido construida, la isla aquí trazada es también nuestra realidad más intangible, sí, pero más cercana a nuestra angustia presente."

"La isla vertical", novela de Miguel Coyula. Foto: cortesía del entrevistado
"La isla vertical", novela de Miguel Coyula. | Imagen: Ediciones Deslinde

La última novela de Miguel Coyula, La isla vertical (Ediciones Deslinde, Madrid, 2022), es sin duda un texto fundamental para un acercamiento a su visión del arte, ya sea literario o fílmico. El estilo narrativo en este texto es de una sobriedad aséptica y decidida: la palabra está despojada de elementos superfluos, incluso de indicios espaciales excesivos: es ante todo introspección y sobre todo búsqueda de una profunda, devoradora intimidad. No es el mundo de las cosas lo que interesa al autor.

De aquí la elección, difícil y efectiva, de unas estructuras de narrador no convencionales. Hay un sujeto narrador o ejecutante del sujet, quien organiza la trama a su manera peculiar. No son hechos o anécdotas los factores que controlan el desarrollo del texto, sino la manera en que ese sujeto narrador baraja las imágenes de Marcos, el protagonista, y los seres que lo circundan. Pero eso no significa un conocimiento absoluto, típico del siglo XIX o de novela tradicional más al uso. 

Reb Fleming y Ron Blair en Memorias-del-Desarrollo (2010), de Miguel Coyula.
Reb Fleming y Ron Blair en Memorias del Desarrollo (2010), de Miguel Coyula.

Coyula ha optado por un modo de expresión arriesgado y metálico, mediante el cual examina con serenidad extraña no tanto el decurso de la vida de Marcos cuanto su aventura interior. Es inútil buscar identidades de perfil detallado entre este protagonista novelístico y el personaje central de Memorias del desarrollo. No hay una copia o diálogo entre personajes. Pero sí unas determinadas afinidades u orientaciones del ser: en ambos casos se trata de seres humanos que se sienten, y son por completo, ajenos a un estatus social esquemático, a una interacción digamos común y trivial con su entorno y con otros seres, y que, sobre todo, resultan, a pesar de un diferente devenir personal, ajenos a una dependencia convencional de sus realidades. 

Extranjeros sobre la tierra, juzgan, desapasionadamente, el teatro humano que les tocó vivir. En el caso del filme, el protagonista no oculta sus raíces de historia individual, su origen cubano, su exilio, su imposible convivencia con la supuesta autoridad de los contextos históricos y culturales. Marcos resulta todavía más desasido, si bien algún que otro posible indicio lo sugiere como otra víctima del comunismo

Pero Marcos se halla por encima de esas ataduras, o al menos mucho más que el protagonista del filme. Más libre, pues, su voz se proyecta sobre todo en un sentido de meditación acerca de la existencia y, por esa vía, del bien y del mal como opciones. De aquí una visión más afilada tal vez, pero también más comprensible.

"Marcos nunca es un personaje trivial: incluso el sujeto narrador lo focaliza como una entidad observada".

Coyula está consciente de que aborda, en escorzo, un mundo en ruinas, pero no deja de hacernos observar que “El salitre golpea, atraviesa las ventanas, oxida televisores, aires acondicionados, refrigeradores, y las entrañas de sus computadoras. Un circuito detrás de otro… Todo pertenece a otra era. Quizás no estarás de acuerdo, pero este mundo también es hermoso”. Y en efecto lo es, gracias a la inusitada perspectiva que gobierna todo el fluir de la novela: no hay persecución de la belleza ni de la fealdad, simplemente estos efectos estéticos derivan del modo de narrar de Coyula

Marcos nunca es un personaje trivial: incluso el sujeto narrador lo focaliza como una entidad observada, lo cual es por completo coherente con la original voluntad expresiva del texto: “El monólogo interior de Marcos a veces se canaliza en su diario”, y con esto se ratifica, contra muchos giros comunes en la novelística del siglo XX y en particular la cubana, tan pacata a veces, que Marcos es tanto un personaje tal vez representativo (el ser que se atreve a filosofar y a desautorizarse a sí mismo), como una visión de un modo peculiar de nuestro propio tiempo. De aquí también la evanescencia, la impalpable indefinición de los demás personajes, siluetas de siluetas: Malva, Pablo, Lucas, recortes de humanidad, si bien de una fuerza inquietante, que cruzan por el fondo de la escena.

Habana alternativa, fotograma de "Corazón azul", de Miguel Coyula.
Habana alternativa, fotograma de "Corazón azul", de Miguel Coyula.

Muy a menudo Marcos se expresa en dos dimensiones: la del hecho narrativo aparentemente “directo” en el texto, y la de la meditación de atormentada filosofía: “Elige pensar que el caos es auténtico. Es difícil encontrar una vara de pescar. Es difícil pescar, pero es más difícil dividir la presa”. Un par de veces una frase, en apariencia suelta, quizás sea una alusión al cine dentro del texto narrativo: “Blanco sobre negro”, o tal vez no más que una apretada manera de sugerir el paso de sombra a luz en la acción misma, que se presenta en una especie de desplome total de impulsos y esperanzas: 

“La mayoría de nosotros habíamos dejado atrás ideologías. La mayoría simplemente existíamos en este panal. El proyecto surgió como una suerte de bonificación azarosa a la población, donde el azar tuvo poca participación. Un ideal del progreso que viviríamos después del cambio que muchos llamaron democrático”. 

El propio sujeto narrador es claramente del tipo insuficiente, no conoce toda la verdad histórica, pero Coyula extrema su caracterización: el personaje narrador no se siente capaz de expresarse con total eficacia. Es una combinación técnica, pero sobre todo estética, de alto calibre, y uno de los momentos más eficaces de la novela.  Véase frente a un personaje, Malva, a quien tiene que caracterizar: “A este narrador le parece… difícil describirla. Posiblemente ella está consciente de ello. Cierta arrogancia brota de su sonrisa mientras despide al pescador. La dureza de su voz es casi masculina. Marcos piensa que ha sido bastante hábil al captar sus vibraciones”.

"Coyula aporta un texto artístico de voluntad filosófica, donde el criterio de obsesión resulta de una fuerza temática deslumbrante."

Novela donde la autofagia tiene un determinado peso específico, tampoco se limita a una obsesiva introspección para diseccionar a un personaje. La isla vertical nos habla de una situación epocal de complejidad indescriptible por su sensación a la vez de vacío y de liberación, que por momentos resulta sellada, como en el pasaje siguiente, por un duro fogonazo de poesía:

Muerte. Suicidio. La mayoría evita el tema. Existen momentos de irracionalidad donde siento que pudiera hacerlo.  ¿Qué tiene de malo? Sería algo racional en esta era... Pudiera saltar, terminarlo como si apretara un gatillo, apagar un interruptor… en este mundo sin electricidad. En esos momentos me invade una calma afable, cerca de la medianoche. Es el momento más peligroso. He estado cerca, pero no lo he hecho. ¿Por qué? ¿Por qué no adelantar el final, librar al mundo de mi parasítica existencia? Porque aún tengo esperanzas de inmortalidad.

Ciertamente hemos tenido grandes avances tecnológicos en el mundo. ¡Pero míranos ahora! Realmente no hemos cambiado tanto. 

Marcos deja de escribir, y levanta la vista hacia el horizonte en su balcón antes de continuar. 

No hay nada que pueda mirar por tiempo prolongado. Excepto el mar.

Centrada en una absorta meditación sobre nuestro tiempo y sus temas más acuciantes (sentido del hacer y el ser, condición fluyente de la belleza y del bien, por ejemplo), pero también sobre ejes eternos de lo humano, en particular el amor y la trascendencia, Coyula aporta un texto artístico de voluntad filosófica, donde el criterio de obsesión resulta de una fuerza temática deslumbrante y parece traernos a una discusión más que atrevida de nuestro presente. 

Interior como ha sido construida, la isla aquí trazada es también, como la zona impresionante del filme Solaris, la extraordinaria obra de Andréi Tarkovski, nuestra realidad más intangible, sí, pero más cercana a nuestra angustia presente.

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Luis Álvarez

Luis Álvarez Álvarez

(Camagüey, 1951). Poeta, crítico literario e investigador cubano. Es Doctor en Ciencias (2001) y Doctor en Ciencias Filológicas (1989), ambos por la Universidad de La Habana, donde trabajó durante varios años. Distinguido con el Premio Nacional de Literatura (2017), recibió además el Premio de Pensamiento Caribeño que otorgan la Universidad de Quintana Roo y la Editorial Siglo XXI.

Comentarios:


Luis Roberto G… (no verificado) | Mar, 21/05/2024 - 18:45

Como siempre un excelente análisis de Luis Álvarez.

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