Para Raymar Aguado.
¿Me consiguen una biografía de Julio Antonio Mella?
Ya sabemos que los intelectuales cubanos nunca han sido autores de biografías. Apenas hay tres dedicadas a Martí, y la mejor sigue siendo la de Jorge Mañach, que siguió la moda de las biografías noveladas, que hoy encontramos sospechosas. Cintio Vitier declaró que no le gustaban ni las utopías ni las biografías, a saber: géneros falsos. En verdad, la vida humana es un misterio. Nadie puede alardear de entender otra vida cabalmente, ni siquiera la propia. Ningún padre puede saber cómo funciona la cabeza de su hijo de cinco años. Pero si partimos de este supuesto científico, nos enfrentamos de todas formas a la necesidad de entender las vidas de los humanos que marcan nuestras vidas. En unos casos para maravillarnos y tomarlas como ejemplo, en otros para guardarnos de las aventuras de los humanos malignos.
Cuba, sin embargo, casi carece de biógrafos
No podemos deshacernos de la necesidad de biografías. En la era del narcisismo es obligado que aparecieran las biopics, los filmes que nos presentan o romantizan a personas vivas. Para nada me opongo. Pero, aunque no podamos explicarnos cómo un individuo que pinta a la acuarela se convierte enseguida en un monstruo, como es el caso del tipo del bigotito, hay que indagar los eventos de esas personas. Forma parte de nuestro entendimiento de la historia y de nosotros mismos.
Un país con tanto alarde de personalidades como Cuba, sin embargo, casi carece de biógrafos.
Un mexicano, Paco Ignacio Taibo II, se ha ocupado de la vida de Antonio Guiteras, a quien admira muchísimo. La leí y dejé de admirar a Guiteras.
Hasta donde conozco, sólo hay una biografía de Rubén Martínez Villena.
Había un equipo completo para el estudio de los papeles y detalles de la vida del doctor Fidel Castro. Pero no hay biografía oficial.
Ahora bien, la carencia de una biografía de Mella es francamente escandalosa. Por dos motivos: porque su vida fue brevísima, murió asesinado a los 25 años. No hay pues que estudiar un volumen enorme de sucesos y creaciones, como sería el caso de Martí.
El segundo motivo es peor: Mella es un icono nacional, reverenciado especialmente por los comunistas, pero no solo por ellos.
La fugaz pero intensísima vida de Mella es asombrosa. Sin más preparación intelectual que un paseo por la Universidad de La Habana, pensaba y se expresaba con una agudeza y un brío de categoría. A los veinte años se casa, y estremece a esa Universidad con un ejercicio de pensamiento liberal que está en sintonía con lo que se manejaba entonces en América Latina. A los veintitrés está entre los pocos fundadores del Partido Comunista. En todo momento ha estado contra la corrupción gubernamental y la dictadura de Machado. Lo encarcelan acusado de terrorismo y se somete a una huelga de hambre. El Partido, un grupúsculo sin raíz en el pueblo financiado por el imperialismo soviético, se da el lujo de expulsar al muchacho por intentar defender su honor. Después la dirigencia del Partido lo recuperará, pero el muchacho es él mismo y no unos teóricos inútiles, es un martiano y no un ruso. Entra en dificultades con la Internacional, que pretendía que el Partido se entendiera con Machado para salvar a Stalin, una idiotez que prueba que los rusos no pueden entender el mundo sino como territorios coloniales. Los comunistas afirman que Mella fue asesinado por Machado. Que mataba a cualquiera, pero ¿fuera de su feudo?: cuidaba mucho su imagen internacional. Todas las evidencias apuntan a un conflicto con el agente de Stalin en México, donde fue asesinado Trotski. Otros añaden el asunto de la relación con Tina Modotti, un triángulo amoroso que terminaría en violencia. El hecho es que el genial muchacho, donde el pensamiento, la acción y la sensibilidad se juntaban de una manera tan prometedora, es baleado en plena calle. Su foto mortuoria nos deja ver un jovencito ilusionado y doloroso.
Téngase en cuenta que Mella no nació con ese apellido. Su mamá le puso el suyo al principio, y el nombre del padre, Nicanor, porque el padre no era su esposo legal. Era hijo de una irlandesa y un dominicano, y se tomó a Cuba en serio. Muchacho misterioso este, con el que nuestro país perdió, como en el caso de Agramonte, un líder imprescindible. Tal vez era el hombre que a mediano plazo nos iba a curar para siempre del bolchevismo.
La sagrada rebeldía de los jóvenes cubanos
Mella fue convertido en icono nacional por los combatientes contra Machado y por los bolcheviques caribeños.
Ahora bien, ¿por qué los comunistas escogen como efigie a este joven, que tantos problemas tuvo con los comunistas de la época, y desdeñan a Rubén Martínez Villena, que tuvo más rendimientos en la lucha contra Machado y además no solo no se rebeló contra el Partido, sino que fue uno de sus jefes y además recibió la protección de los suyos? Villena escribió primero como un periodista liberal y como un poeta metafísico, pero también como un marxista competente.
Sin embargo, el icono, incluso en los congresos del PCC, es Mella.
Tal vez la culpa la tiene la Modotti.
Sus fotos defienden al hombre que le gustaba. Mella parece ser de mayor edad, pero no, era un muchacho de menos de veintiséis.
Modotti, según dicen bisexual, retrataba un macho apolíneo.
Villena sería no más que un poeta, un tuberculoso.
Que haya abandonado la poesía por la acción política resulta irrelevante.
Que haya sido un político influyente del Partido a pesar de su juventud, también.
A pesar de ser fotogénico, el Rubén falla en transmitir la imagen de un joven comunista tal como lo concebía, qué casualidad, la propaganda de Stalin, y que todavía vemos en algún trasnochado filme putiniano: macho puro y duro.
Tal vez no era sino un niño sin padre, tratando de legitimar su presencia en el universo.
Y, como un ciclón, la justificó.
Ahora el poder de los moscovitas insulares pretende que su imagen neutralice la energía moral de los estudiantes.
Mellistas que evitan hacerle mella al despotismo, a la corrupción, a la burocracia, a la mentira.
Julio Antonio es nuestro, el universitario liberal es líder otra vez entre los rebeldes contra el tarifazo.
La sagrada rebeldía de los jóvenes cubanos tendrá siempre en él un impulso y una advertencia.
Mi palabra respetará siempre su presencia.
Regresar al inicio