La serie de contenidos agrupados con el nombre "Para Elisa", son un proyecto editorial de nuestro colaborador Amilkar Feria, quien compendia reseñas periodísticas publicadas por él entre 2008 y 2013. En su mayoría, el contenido de las mismas es sobre la actividad artístico-pedagógica desarrollada en la Universidad de las Artes (ISA). Nuestra publicación se hace eco de este acontecimiento editorial en proceso, compartiendo testimonios actualizados de algunos de los protagonistas de sus páginas.
Amilkar Feria conversa con Giobedys Ocaña Coello, ex estudiante de la especialidad de Escultura de la Facultad de Artes Visuales.
Amílkar Feria: ¿Qué trascendencia tuvo para ti el vínculo pedagógico con el Instituto Superior de Arte (ISA)?
Giobedys Ocaña: Fue un periodo muy importante y significativo. Fue como dar un salto cuántico en mi modo de comprender el mundo. Venía de un modo lineal y estrecho en la manera de pensar, dado por las convenciones y estructuras sociales, el condicionamiento familiar; y con el ISA llegué a la posibilidad de conocer otras formas de entender el mundo. Esta experiencia me expuso a lo complejo de la existencia. Pude adentrarme más en lo universal. Yo era entonces un guajiro oriental en La Habana, y no sólo en La Habana, sino en el ISA... ¡Waooo!
Conocer e interactuar con personas de diferentes backgrounds culturales, de diferentes latitudes del mundo, sumándole las cuestiones académicas estudiadas, los socios y tantas prácticas artísticas juntas en un solo espacio, fue una experiencia vasta. Recuerdo con nostalgia el palmar, las áreas de bosques, el río Quibú, historias románticas, el sonido de los instrumentos de los estudiantes de música al estudiar. ¡¡¡¡Tantas cosas…!!!!
Aunque fue un periodo muy bonito, también viví desafíos. Un maremágnum de situaciones extrañas me sobrevino en aquel entonces; pero gracias a Dios estoy aquí y puedo hacer el cuento. ¡Gracias al Señor por todo aquello!
AF: ¿Cómo ha sido tu recorrido profesional desde que te graduaste hasta la actualidad?
GO: No me ha sido fácil. No es fácil. Después de graduarme, todavía hoy, estoy aprendiendo a conjugar el verbo “vender”. Creo que una idea romántica me sostenía antes, incapacitándome para el verbo “negociar”. El origen etimológico de esta palabra –negocio– es tan esclarecedor y práctico, tan cristalino, que no deja lugar a dudas. Recuerdo que cuando niño, alguna vez se valoró esta palabra con tonos despectivos.
Pienso que se debe enseñar a conjugar el Arte con los verbos vender, negociar. Esto se puede hacer legítimamente de una forma pura, sin venderle el alma al diablo (el diablo es un mal comprador). Recuerdo cuando en el nivel medio de estudios, una profesora me explicaba el significado de la palabra “profesional”. Pero cuando llegué a aquel paraíso llamado ISA –un tanto metafísico, de labor intelectual y prácticas artísticas– las lecciones de aquella profesora de nivel medio se me olvidaron, desaparecieron de mi horizonte cognitivo los verbos negociar, comercializar.
Perdido en cavilaciones intelectuales, con todos los gastos pagos en aquel paraíso, no advertía que un día tendría que salir afuera. Y afuera esperaba el toro que había que coger por los cuernos. Ha pasado mucho tiempo. Actualmente vivo en Guyana.