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11J | “Los ‘asaltantes’ de la mañana”. Una conversación con Ghabriel Pérez

El poeta Ghabriel Pérez, sobre el 11J: "No hubo frase más fatídica desde la presidencia cubana de todas las épocas: '¡La orden de combate está dada!'."

Escritor cubano Ghabriel Pérez
Escritor cubano Ghabriel Pérez.

Al poeta Ghabriel Pérez lo recuerdo caminando por la ciudad y haciéndome, en cada encuentro, una “propuesta indecente”. Entiéndase: interpretar algún personaje de ficción (con peluca y cuchillo al cuello, para una fotografía, por ejemplo) o participar en una votación distópica del tipo: “¿Yoani Sánchez o Félix Savón?”. En esas ocasiones, mi primera reacción era reír frente a la cámara, mientras él, exigente, me pedía la mejor actuación para su documental... Por su activismo y compromiso políticos con la realidad cubana actual (una realidad, como sabemos, cada vez más apremiante) y próximos al primer aniversario del estallido social del pasado 11 de julio, decidimos asaltarlo con una serie de preguntas al respecto. Como era de esperarse, la conversación no pudo ser menos que grata…

¿Qué fue el 11J para ti? ¿Dónde y cómo te agarró aquel domingo, aquel apagón de internet, los gritos de libertad, la “orden de combate”...?

Estaba en la sala de mi casa, junto a mi madre. No tenía conexión y, a pesar de que tampoco contábamos con fluido eléctrico, un vecino puso a todo volumen su radio. La voz de Miguel Díaz-Canel (de quien no entendía una sola palabra) llegaba a mis oídos de manera insoportable. Pensé salir al portal y gritar que en medio de un apagón eso era lo que menos deseaba escuchar un cubano, pero me limité a buscar la tarjeta y a dirigirme hasta la panadería, donde tuve noticia de lo que estaba ocurriendo. Alguien llegó y dijo que la gente había salido a protestar contra el sistema.

Al regresar a casa comprendí la función del radio y su amplificación de aquel discurso. Pero aún no tuve idea de la magnitud de los sucesos, y en esos instantes no podía apartarme de mi madre postrada. Muy tarde en la noche tuve conexión y vi las imágenes del estallido.

Ese día maldije mi suerte de vivir en un reparto alejado del casco histórico.

¿Cuánto queda de aquel Ghabriel poeta, católico y opositor pacífico, luego de ver la enorme violencia desatada por el Estado cubano contra su propio pueblo el 11 y 12 de julio de 2021? ¿Puedes seguir mirando la realidad de manera lineal, o crees que hay que verla de otro modo frente a la sujeción cada vez más dictatorial del individuo a la máquina-Estado?

Desde mi niñez, mi formación cristiana y mi ambiente familiar me inculcaron el rechazo que toda persona con dignidad debe manifestar contra una dictadura. Pienso que en mi ADN siempre estuvo el disidente, el opositor, el contestatario y el hombre que rechaza todo intento izquierdista de resolver los problemas del mundo, especialmente los asuntos de mi país.

Nuestra cotidianidad está llena de nombres que dignifican la tradición humanista de los seres que no saben vivir viendo que gobierna en torno suyo la injusticia.

Un poeta, un católico o un opositor pacífico no pueden desconocer el historial de lucha que desde hace seis décadas ha llevado a las cárceles, al exilio o a la muerte a patriotas valerosos como Mario Chanes de Armas, Huber Matos, Oswaldo Payá y Laura Pollán, entre otros.

Nuestra cotidianidad está llena de nombres que dignifican la tradición humanista de los seres que no saben vivir viendo que gobierna en torno suyo la injusticia. Yo quiero aportar algo. Creo que algo aporto con mi voz, que nunca se calla. ¡Que no la calla nadie! ¡Para callarme hay que “morirme” y “nacerme” de nuevo!

Grupo de escritores: Ghabriel Pérez, Rafael Vilches, Javier L. Mora, Zulema Gutiérrez y otros.
Escritores en el primer evento “Lecturas con Reinaldo” (homenaje a Reinaldo Arenas), Holguín, enero de 2021. Javier L. Mora, Zulema Gutiérrez, Ghabriel Pérez, Rafael Vilches, entre otros.

Has conocido la censura. Tu nombre y tus libros han sido rechazados, prohibidos y anotados en el Índex de editoriales e instituciones. Ese escritor silenciado institucionalmente, que solo puede articular su voz entre algunos (pocos) amigos y en las redes, ¿cómo ha reaccionado después de los acontecimientos del 11J? Hablemos de los límites entre la literatura y el activismo político, y de cuánto pueden hacer los artistas todavía…

Hace algunos días, desde el exilio, un amigo me preguntaba si en Holguín no había censura, y yo comprendí que se refería al hecho de que me había visto en lecturas en las Romerías de Mayo y en la Feria del Libro de nuestra provincia. Y es cierto que ocurre algo raro conmigo; como diría Carlos Varela: “A veces me pasan por la radio, a veces nada más”.

Hay algo muy apreciable y distinguible: a pesar del furor tiránico, contamos por acá con amigos de luz, de quienes me gusta destacar que tienen un par de “pulmones” muy bien puestos, que contra todo riesgo y por el respeto que se han ganado con sus obras y como promotores culturales, logran imponerse en las agendas oficialistas y vencer paranoias, algo que tal vez en otras regiones no abunde. Me refiero a Luis Yuseff Reyes y Manuel García Verdecia, dos poetas que marcan la diferencia. De no ser por ellos, mi voz estaría totalmente silenciada en la tierra que me vio nacer.

En 2013, el jurado del Premio Adelaida del Mármol (María Liliana Celorrio, Carlos Esquivel y Emerio Medina) premió mi libro de cuentos “Caída de las estatuas”, meses después yo fui convocado por la editorial responsable de su publicación y, pasada una década, el libro todavía no existe.

Tampoco es comprensible que ese mismo sello editorial (Ediciones Holguín) publicara una selección de mi poesía titulada Escritos en el insomnio, con textos de tres libros publicados y tres inéditos, y yo aún estoy sin un ejemplar, y me asalta la duda de su posible presentación.

En mi compromiso con la patria literaria hay un beso que rompe toda muralla entre política y literatura.

Yo llevaba las riendas del taller literario Pablo de la Torriente Brau, el más antiguo de Holguín. Desde la Dirección de Casas de Cultura llegó hasta mí la propuesta de elevarme a metodólogo provincial en esos menesteres, pero el 7 de julio de 2020 la policía política irrumpió en mi casa con una citación. Yo me negué a asistir a la unidad adonde era convocado, y comencé a subir a las redes, cada martes, mis posts de condena contra esas arbitrariedades. Entonces me convertí en asesor no grato, y me fue prohibido todo contrato en las instituciones del sectorial de Cultura Municipal y Provincial.

Es bueno decir que esa persecución desmedida tuvo como objetivo boicotear mi lectura de un poema frente a la estatua del general mambí más importante de Holguín. Una semana antes me había visto impedido de entrar al parque Calixto en protesta por la muerte de un joven habanero a manos de la policía. El próximo 7 de julio se cumplirán dos años de mi “performance” frustrada.

Pienso que entre la literatura y el activismo político no deben existir límites. En mi compromiso con la patria literaria hay un beso que rompe toda muralla entre política y literatura.

Los artistas, no solo pueden, sino que deben hacer mucho.

Estamos de acuerdo en que los acontecimientos del 11J marcaron un antes y un después en la historia reciente del país, un momento que unió a buena parte de los cubanos, de dentro y fuera de la isla, en una sola voz. ¿Crees que las protestas del pasado julio marcarán de algún modo al arte en Cuba?

Para que llegaran esas protestas, aunque muchos no lo reconozcan y, peor aún, denigren del mundo de los artistas, fue imprescindible el surgimiento del Movimiento San Isidro, el asalto al MINCULT, y lo que para mí resulta muy decisivo, el odio y la impotencia que el pueblo acumuló a partir de los insultos y calumnias desplegados por la prensa oficial contra la disidencia, especialmente contra gente muy hermosa de nuestra cultura: Tania Bruguera, Miguel Coyula, Yoani Sánchez, Luis Manuel Otero, etcétera, presentados como criminales y mercenarios, sin pruebas convincentes. Yo doy gracias al ICRT por haber creado a seres tan patéticos como Humberto López, Cristina Escobar, Lázaro Manuel Alonso...

¡Pero, ay, el Arte!

¡Hum, el arte y los artistas! El día que escuché a un actor expresando que los sucesos del 11J fueron el punto de giro para irse del país, sentí gran pena por esa cosa a la que llamamos “los cubanos”.

Hablo del actor hecho Apóstol en la película José Martí: el ojo del canario, quien luego asume el personaje de Ignacio Agramonte en el filme El Mayor. Las declaraciones de Daniel Romero demuestran que Cuba va al revés, pues los sucesos que pudieron ofrecerle un planteamiento de lucha por la democracia, tal como aboga su personaje martiano, en él fueron motivo de “dejarle el problema a los otros”. Eran días en que circulaba por las redes un video con el parlamento donde el joven actor —Martí encarnado— inspiraba y alentaba a todo el que veía y escuchaba su arenga libertaria contra un tribunal español.

No cambiaré mi admiración y respeto por el actor ni por otros tantos que toman el camino del exilio (cosa que pudiera ocurrir conmigo también, tal como nos “encañonan” las metrallas de la dictadura), pero veo la migración de artistas e intelectuales como algo que ralentiza los cambios. No obstante, yo soy el hombre en quien más optimismos puso Dios, y claro que no voy a dejar de confiar en que las protestas pasadas, y las que vienen por ahí que se matan, marcarán...

En entrevista concedida a Jorge Olivares y Nivia Montenegro, recogida en el Libro de Arenas (Casa Vacía, 2022), y a propósito de El asalto, última entrega de la llamada “pentagonía”, Reinaldo Arenas describe el escenario de la citada novela como un instante en que “lo único que queda es asaltar a ese poder que es el que lo ha destruido todo”. Ahora que estamos muy próximos al aniversario primero del 11J, ¿qué debemos esperar para el futuro inmediato de Cuba? ¿Crees que ya estamos viviendo el minuto que predice Arenas en que no queda otra cosa que un asalto?

En un ensayo sobre Reinaldo Arenas, en el capítulo dedicado a ese libro, hablo del asalto que protagonizara el demonio de Birán en 1953, y la mínima condena que recibiera, de tal modo que tres años después —clandestino en Cuba asaltaba las montañas de la Sierra Maestra.

Los “asaltantes” de la mañana de San Antonio de los Baños, junto a los de todos los pueblos contagiados de libertad, se han visto ante el peligro de recibir condenas tres veces mayores que la sentencia dictada contra el creador del totalitarismo en América, el abogado que asaltó el cuartel Moncada.

El minuto que predice Arenas puede estar dado en el grito de ese 11J. Ese minuto se convirtió en horas de protesta que pudimos ver en los videos que nos mostraron a la ciudad de Holguín bajando de las colinas, juntándose en los parques. Gente en número de miles, no como mal narraron Talía González, Abdiel Bermúdez e Irma Shelton, que se refirieron a cientos de manifestantes.

La gente fue a dar a las puertas donde las autoridades tienen sus cubiles, a las sedes municipal y provincial del Gobierno, a las sedes del Partido Comunista...

Pienso que en toda Cuba pudo contabilizarse la cifra de un millón. La agitación popular duró hasta el día siguiente, y por ningún lado se habla de la gente que salió a repartir agua a los manifestantes, de la gente que aplaudió desde sus balcones y azoteas. Para mí fue gratificante escuchar el testimonio de la amiga cuyo grito de “¡Patria y Vida!” fue coreado junto a ella por su hija y su tía, o sea, tres generaciones se activaron sobre los adoquines del parque San José. Tres damas que siempre iban a ese lugar a razón de las misas en el templo de igual nombre, ese día se unieron en un grito de libertad.

Se dice que Holguín fue el foco más comprometido, por cuanto la gente fue a dar a las puertas donde las autoridades tienen sus cubiles, a las sedes municipal y provincial del Gobierno, a las sedes del Partido Comunista, municipal y provincial, esta última en la mismísima Plaza Mayor General Calixto García Íñiguez. En los videos podemos ver también cómo baja gente desde todos los extremos de la ciudad y se desahoga en reclamos frente a varias unidades de la PNR.

Según conclusiones a las que llego después de escuchar a muchos activistas, en el caso holguinero lo fallido fue hacer caso de las voces extrañas que llegaron hasta el casco histórico para desviar a la multitud hacia la sede del Partido Provincial. Es obvio que esas voces guiaron a los manifestantes hasta el sitio donde les tenían preparada la encerrona. Hay testimonios de cómo llega la euforia a la Plaza de la Revolución, y allí están los agentes vestidos de civil que comienzan a arrebatar celulares, a provocar altercados. Y es cuando entran en escena los golpes y las piedras. Los videos hablan.

A partir del 11J, Cuba pudo convertirse en un país más cívico, pero el criminal periodismo del Noticiero Nacional insiste con su cinismo y su incondicionalidad al cavernícola presidente que confunde un estallido popular con una invasión extranjera. No hubo frase más fatídica desde la presidencia cubana de todas las épocas: “¡La orden de combate está dada!”.

Me temo que en este primer aniversario no ocurra mucho. No hay conciencia ciudadana. Hace poco vimos a miles de personas congregadas frente a algunas sedes diplomáticas en La Habana que en sus gritos decían: “¡Queremos volar!”.

Mi compromiso siempre será de oración cristiana, de activación del pensamiento martiano.

Zulema Gutiérrez

Escritora Zulema Gutiérrez en Árbol Invertido

(Holguín, 1982). Poeta y narradora. Ha obtenido los premios "La Llave Pública" de Narrativa (2016) con la novela infantil El sentimiento más importante. El "Premio de la Ciudad de Holguín" (2018) en poesía con Danza alrededor del fuego, el "Adelaida del Mármol" (2018) con el libro Metralla, y el premio de poesía Hypermedia (2020) con Técnicas de control.  Es egresada del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso (2015). Pertenece al proyecto KTP-3, de reciclaje cultural.

Comentarios:


Ghabriel Pérez… (no verificado) | Lun, 11/07/2022 - 07:23

Gracias. Bendiciones. Felicitaciones para el colectivo de Árbol Invertido.
¡Patria y Vida!

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