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Periodistas | Senén Alonso, periodismo independiente cubano: "Saberme dueño de todas y cada una de mis palabras"

Árbol Invertido, un medio singular, con una pericia cultural y periodística más que probada, tiene como reto concientizar a la gente en Cuba sobre la relevancia de ciertos temas, despojarlos de prejuicios”.

Retrato de Senén Alonso Alum, periodista y editor vinculado a la revista Árbol Invertido, de pie con mochila y camiseta oscura, sobre un fondo difuminado de cuadernos manuscritos.
Senén Alonso Alum, escritor y periodista cubano.

De la carrera de Letras al periodismo. De La Habana a Madrid. Senén Alonso Alum fue uno de los miembros de Árbol Invertido, vinculado al gremio en un intento de desarrollar sus habilidades escriturales y que, por las dinámicas editoriales, no solo cumplió el rol de redactor de noticias. Editor web, community manager, diseñador. Numerosas responsabilidades que lo volvieron imprescindible para el funcionamiento del medio durante el tiempo que formó parte del equipo.

Graduado, en 2020, de Letras en la Universidad de La Habana, una mezcla entre Filología Hispánica, Lingüística y Letras Clásicas. Dice ser un grafómano confeso, afinidad que lo llevó a escoger esta última faceta —Letras Clásicas— y, con ella, el estudio del griego, el latín y la cultura grecorromana.

Sobre su vinculación al periodismo, considera que “no hay detrás una emotiva historia del cumplimiento de un sueño de toda la vida o de una promesa sellada ante la tumba de algún antepasado querido, lo cual no quiere decir que no me sienta muy a gusto con lo que hago, que no esté satisfecho con lo que he logrado. Satisfecho sí, pero nunca conforme”.

Ha publicado en varios medios oficialistas reseñas de libros, de películas, de obras de teatro y textos “menos periodísticos”. Una línea de opinión, menos comprometida con la labor informativa. “No fui nunca muy devoto de la actualidad, de saber a toda hora y en todo momento qué estaba pasando, cuándo, dónde, etc.”, comenta. Sin embargo, fue en el periodismo independiente donde encontró la estabilidad laboral.

Primeras publicaciones y salto al periodismo independiente

¿Cuál fue tu primera colaboración?

Mi primer contacto fue en abril de 2021, cuando publiqué, en la revista digital independiente cubana El Estornudo, “Infanticidio habanero, parafilia urbana”, una reseña sobre la novela La Habana para un infante difunto, de Guillermo Cabrera Infante. Mi texto no hablaba nada de política, como mismo no lo hace el libro de Caín: era un trabajo estrictamente literario, con algunas opiniones propias sobre la conformación urbanística de las ciudades y sus espacios sexualmente aprovechables. 

En la alta directiva del sitio en el que trabajaba en aquel momento no gustó mucho mi iniciativa; me dijeron que si volvía a publicar en esos medios podrían expulsarme. Después confirmé que no habían leído el texto, al menos no en el momento de aquella advertencia, pero la combinación fatal de Cabrera Infante con un medio al margen del Gobierno fue más que suficiente para “llamarme la atención”.

Protesté, reclamé y me molesté mucho, pero en aquel momento todavía necesitaba los 4 000 pesos de mi trabajo —nótese que la inflación aún no era el caballo desbocado que padecemos hoy— y ya tenía planes bien concretos de emigrar, por lo que más temprano que tarde retomaría mis colaboraciones con los medios independientes.

Ese terreno de libertad me provocaba una satisfacción enorme, me complacía saberme dueño de todas y cada una de mis palabras.

Prensa alternativa, ¿por qué?

Debo decir que hay dos razones bastante fuertes que me motivaron:

Por un lado, podía expresar sin tapujos mi criterio, mis ideas en contra del sistema y Gobierno cubanos, sin miedo a ser censurado. Ese terreno de libertad me provocaba una satisfacción enorme, me complacía saberme dueño de todas y cada una de mis palabras. En ese sentido, cuando la gente comentaba en las webs donde se alojaban mis textos o me daban su feedback por WhatsApp, diciéndome que estaban de acuerdo conmigo, que les parecía excelente lo que había escrito, pues eso me reconfortaba aún más. Es esta mi manera de contribuir al cambio en Cuba.

He podido manifestar mi opinión sobre fenómenos relacionados con la política de mi país, la situación en la que vive su gente y los atropellos que comete la clase dirigente, desde las más altas esferas hasta las instancias más locales. Puedo decir que con los independientes empecé a hacer periodismo “puro y duro”.

Por otro lado, el factor económico también jugó su papel. No podía creerlo cuando recibí el pago por el trabajo de Cabrera Infante en El Estornudo. “Esta semana nos damos un gustazo”, les dije a mi familia y a mi novia. Seguramente nos compramos algún pomo de aceitunas, una mermelada de frutos del bosque o algún que otro pedacito de carne. Esos eran, en efecto, gustazos. Ahí me di cuenta de que se podía “vivir” de escribir, algo que desde Cuba (acaso en todo el mundo) se antoja cada vez más distante.

Había cobrado antes por mis publicaciones en medios oficialistas cubanos pero, por supuesto, eran muy mal pagadas. Fue una gran motivación saber que podía recibir una remuneración económica por hacer algo que disfrutaba, por escribir sobre temas que me interesan. La vida tiene muchos matices y todo esto suena mucho más sencillo de lo que realmente es, especialmente para los que estamos fuera de la Isla, pero en aquel momento fue una gran revelación.

Miembros de Árbol Invertido y Alas Tensas en la sede de la Comunidad de Madrid.
Staff de Árbol Invertido: Mario Luis Reyes, Elena Llovet, Juliana Rabelo, Francis Sánchez y Senén Alonso. Frente al Ayuntamiento de la Comunidad de Madrid, 27 de agosto de 2024. | Imagen: Árbol Invertido

El camino hacia Árbol Invertido

Entre tantos medios Árbol Invertido, ¿cómo y cuándo llegaste?

Mi primer contacto con Árbol Invertido fue como lector. Recuerdo haber conocido a Rafael Almanza, Francis Sánchez e Ileana Álvarez a través de los textos de la revista. A pesar de haberme dedicado durante mis años de universidad a estudiar y leer literatura, sobre todo cubana, los planes de clases estaban un poco desconectados de la realidad contemporánea. Es decir, probablemente hubiese existido alguna optativa donde se abordaran más de lleno a los novísimos y a otras generaciones posteriores, pero no sucedía así en las asignaturas generales, las que nos tocaban a todos por la libreta.

A lo anterior hay que añadir, además, la condición contestataria de estos y muchos otros escritores. Si bien la Facultad de Artes y Letras es bastante liberal y poco dogmática en muchos aspectos, supongo que los profesores prefirieran no “complicarse” demasiado con la selección del catálogo de autores. Pero, bueno, esta es solo una observación superficial y sin mucho rigor, a ojo de buen cubero. Es probable que la situación haya cambiado desde entonces. Creo que sí, según me han contado alumnos más jóvenes.

En fin, que después de leer con cierta asiduidad las publicaciones de la revista —sobre todo las secciones de opinión, de crónica, de poesía—, decidí enviarles algún texto mío para que valoraran su posible publicación. Para ese entonces ya había colaborado también con otros medios independientes como Rialta, así que, más o menos, sabía cómo funcionaban.

Árbol Invertido me publicó dos trabajos de estilo semejante: opiniones cronicadas, de pretensión ensayística y con cierto aire de sátira y jodedera, aunque siempre intentando mantener la “pertinencia periodística”, es decir, la novedad, la noticia, el ofrecimiento de información valiosa y de actualidad.

La falsa paz del exilio cubano”, en diciembre de 2022, y “La democracia no madruga los domingos”, en marzo de 2023. Después de eso, Francis me ofreció trabajar a tiempo completo. Y así fue. Trabajé en el medio desde el 13 de abril de 2022. Primero de forma online, luego en la redacción, en Madrid, donde vivo desde junio de ese año, tras salir por primera vez de Cuba.

Narrar Cuba desde el exilio

¿Qué tan desafiante resulta cubrir la realidad cubana desde el exilio?

En determinados momentos de mi vida pensé que eso sería casi imposible, que para comentar una realidad debías vivirla desde un plano empírico, in situ, pero estaba muy equivocado. Últimamente he estado coqueteando con la idea de escribir algo, de racionalizar en un texto varias de mis ideas sobre lo que considero ya casi una categoría periodística: el periodismo del exiliado o desde el exilio.

Muchos son los ejemplos, desde los medios independientes cubanos o de otros países con situaciones semejantes —dictaduras, totalitarismos, guerra civil, crimen organizado a gran escala—, que cronican la vida diaria en sus naciones de origen, a pesar de que la mayor parte de sus respectivos equipos se encuentre en el exilio.

Creo que vale la pena aclarar que cuando hablamos de “exilio”, no es sencillamente una palabrita “cool” que suena heroica o trascendental, es un estado migratorio fáctico que implica el no poder o no deber regresar a tu país, o bien porque el régimen de turno ha prohibido tu entrada o bien porque, de hacerlo, es probable que vayas preso o que sufras otro tipo de represión.

Me he percatado de que hoy en día existen, incluso, “corresponsales en el exilio”, una suerte de nueva categoría dentro del oficio que, a mi entender, define muy bien la labor, la situación de muchos periodistas. Carlos Manuel Álvarez y Carla Gloria Colomé, en El País, o Alfredo Herrera Sánchez, en El Confidencial, ambos medios españoles, son los ejemplos más claros que me vienen ahora a la mente.

A pesar de que hace años no viajan a Cuba, informan, opinan y señalan los fenómenos que suceden en la Isla —y en sus comunidades de emigrados, sobre todo en Estados Unidos y España— con una claridad y lucidez meridianas. Por la lejanía del sitio en cuestión, el monitoreo de las redes sociales —de la web en general— y el contacto con personas que, desde Cuba, envían materiales audiovisuales y comparten sus experiencias, creo que vienen siendo los pilares del periodismo en el exilio.

Reunión editorial en Madrid con integrantes de la revista Árbol Invertido. En la mesa aparecen Francis Sánchez (al centro, con micrófono), director del medio, e Ileana Álvarez (a su lado), fundadora de Alas Tensas, junto a Senén Alonso Alum y otros miembros del equipo.
Staff de "Árbol Invertido" durante la grabación de un podcast en la sede de la revista. Mario Luis Reyes, Elena Llovet, Francis Sánchez, Ileana Álvarez, Senén Alonso y Juliana Rabelo. (2024)

Árbol Invertido en la experiencia de Senén Alonso

¿Cómo eran las dinámicas cotidianas en la redacción de Árbol Invertido?

Primero Mario Luis Reyes y yo, los redactores, rastreábamos en la web y en redes sociales los temas trending en el mundo y, sobre todo, en Cuba. Las publicaciones de influencers, activistas y de cuentas que difundían noticias de actualidad —no necesariamente medios de prensa—. Contábamos, además, con nuestros contactos en Cuba que frecuentemente enviaban declaraciones o material audiovisual para los trabajos, y con los de Madrid, donde vive la mayoría de los miembros del equipo. Esas eran nuestras principales fuentes.

Cuando decidíamos los asuntos a cubrir, preparábamos posts en redes sociales, redactábamos notas, las montábamos, editábamos fotos y videos tanto para las redes como para nuestra página, y publicábamos el contenido. Cumplíamos las funciones del periodista convencional —recopilábamos la información y la procesábamos—, del editor web, community manager y diseñador. Para la identificación de los temas y las noticias, el resto del equipo hacía aportes valiosísimos, sugiriendo enfoques, fuentes para consultar, etc.

Un diseñador profesional se encargaba de preparar los videos y las imágenes más complejas y sofisticadas. De hecho, las “postales” noticiosas que subíamos a redes fueron diseñadas por él; nosotros solo cambiábamos el contenido visual y textual según lo requiriera la ocasión.

Pienso que una de nuestras marcas era que cubríamos de manera presencial sucesos que tenían lugar en esta ciudad, muchas veces relacionados con cubanos, como lo fueron las protestas de médicos por la homologación de sus títulos, presentaciones de películas, libros, puestas en escena de obras de teatro. También otros acontecimientos de carácter más universal y cosmopolita como los conciertos de Taylor Swift en el Santiago Bernabéu o los festejos por la Eurocopa que ganó España, por ejemplo.

Árbol Invertido un medio singular, con una pericia cultural y periodística más que probada.

¿Cómo valoras el trabajo con el equipo?

El apoyo y la retroalimentación eran fundamentales. Como dije antes, los redactores nos coordinábamos gracias, en buena medida, a que el resto intervenía en el proceso editorial. Desde Francis, nuestro director, que supervisaba las publicaciones, el enfoque y la optimización de los titulares, hasta otros que, en principio, no estaban directamente relacionados con la labor periodística, pero que también echaban una mano y editaban videos y posts.

Siempre nos comunicábamos. Tanto cuando trabajábamos a distancia, a través del grupo de WhatsApp del staff, como personalmente cuando estábamos en la oficina. Esta dualidad en las dinámicas de trabajo nos permitió adaptarnos y, pienso yo, mejorar nuestro desempeño. Hablábamos principalmente de trabajo, como es lógico, pero en ocasiones compartíamos memes, noticias sobre temas que no solíamos reproducir porque no se acomodaban a nuestra línea editorial pero que nos interesaban por otras razones o, simplemente, contábamos anécdotas personales. Eran dinámicas que ayudaban a gestionar y regular la tensión, que muchas veces no era poca.

Veinte años de fundado el proyecto, ¿cuáles consideras que son sus principales logros y desafíos? 

A mi entender, sus logros fundamentales han sido la longevidad y la capacidad de adaptación. La revista ha mutado, evolucionado de distintas formas a lo largo de su vida, algo que está bien descrito en la página web: desde el envío de un PDF a través de correo electrónico hasta el actual ecosistema online. Pienso que ese recorrido a través de los años y los formatos hace de Árbol Invertido un medio singular, con una pericia cultural y periodística más que probada.

En cuanto a los desafíos, lo principal sería llegar a todavía más público. Es muy probable que mucha gente en Cuba, por ejemplo, se sienta desconectada de los temas ambientales —una de las líneas argumentales de la revista, junto a la cultura y los derechos humanos— porque crea que es un “problema del primer mundo”. El trabajo de Árbol Invertido es concientizar a toda esa gente sobre la relevancia de este y de otros temas, despojarlos de esos prejuicios. Ese sería el principal reto: dejar bien clara la importancia y el valor de lo que se hace, ya sea respecto al medioambiente o sobre cualquier otro tema.

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José Leandro Garbey Castillo

Foto de perfil de José Leandro Garbey Castillo

Cubano. Periodista de la generación del 21. Otro ser libre perdido por el mundo. En mi tiempo libre juego con las letras e intento contar historias. Siento debilidad por el sonido del disparo de una cámara.

Comentarios:


Nivia Alum Dopico (no verificado) | Vie, 26/09/2025 - 13:06

Árbol Invertido es la madre que enseña al hijo a crecer, a independizar su vida profesional y a volar...
Gracias al Árbol por su compañía!
Por su mano cultural, ideológica, periodística y económica.

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