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Deportes | El "Team Asere" de la discordia

Mientras el equipo Cuba que compite en el Clásico Mundial de Béisbol se coloca entre los cuatro finalistas del torneo, muchos cubanos se debaten entre apoyarlo o no.

El conjunto cubano celebra el pase a semifinales en el Clásico Mundial de Béisbol tras vencer a Australia.
El conjunto cubano celebra el pase a semifinales en el Clásico Mundial de Béisbol tras vences a Australia. | Imagen: AFP

La participación del conjunto cubano en el Clásico Mundial de Béisbol 2023 se ha convertido en la controversia de moda en las redes sociales y los canales de entretenimiento de la Isla, sobre todo en los últimos días, cuando los peloteros consiguieron revertir un pésimo inicio de torneo tras caer derrotados ante Países Bajos e Italia y vencieron a los conjuntos de Panamá y Taipei de China, con lo que lograron el boleto a la siguiente ronda como primeros de grupo.

En la jornada equivalente a los cuartos de final el conjunto cubano, bautizado como “Team Asereen el más reciente intento del oficialismo por captar el lenguaje de las redes sociales a su favor, venció en un apretado partido 4-3 a la selección de Australia y se coló en semifinales, un hito que no se repetía desde la primera edición del evento en 2006, cuando el equipo Cuba consiguió llegar a la final y terminar en segundo puesto.

Pero el centro de la polémica de la que hablábamos al inicio del texto no está precisamente relacionado con el rendimiento ni con el estilo de juego del equipo Cuba, sino con su conformación. Lo primero y más significativo es que, por primera vez desde 1959, el régimen de la Isla permitió que deportistas que pertenecen a las Grandes Ligas de EEUU integren el equipo junto a los que se desempeñan en la Serie Nacional, pero para muchos esto no es más que un lavado de cara y una estrategia política, ya que los que han realizado públicamente críticas a la dictadura cubana no fueron incluidos.

De cualquier forma, muchos cubanos viven el beisbol como una pasión y no reparan en cuestiones de índole política o social a la hora de mostrar su apoyo al conjunto nacional, que sin duda ha sido un instrumento de propaganda del castrismo por décadas, cuando vendían la idea de la “pelota libre” venciendo a la “pelota esclava” tras cualquier victoria donde los profesionales cubanos vencían a equipos verdaderamente amateurs.

Como todo lo prohibido, la llegada de peloteros de Grandes Ligas a la selección nacional generó una gran expectativa, que fue disminuyendo con la ausencia de las principales figuras, como Yuliesky Gurriel, José Dariel Abreu, Randy Arozarena (quien juega el Clásico con México) o Aroldis Chapman. Además, el rumor de la exclusión de Yasmani Tomás por un presunto castigo político y la postura de un considerable grupo de peloteros de no aceptar el llamado del INDER caldeó el ambiente aun más de cara a elecciones que se definen no solo por méritos deportivos.

Otro ejemplo de la politización del deporte por parte de las autoridades cubanas fue la visita del gobernante Miguel Díaz-Canel a la concentración de los peloteros en La Habana.

Díaz-Canel en febrero aleccionando a la preselección al Clásico.
Díaz-Canel en febrero aleccionando a la preselección al Clásico. | Imagen: Prensa Latina

Además, en torneos anteriores, como fue la Copa Mundial sub 23 desarrollada en México en 2021, el propio seleccionador cubano Eriel Sánchez reconoció que la elección del equipo no dependía solo de él, ni del rendimiento deportivo de los jugadores, en una entrevista al portal estatal Cubadebate: “Lo que puedo decir sobre eso es que para confeccionar selecciones nacionales que representen a nuestro país en un evento internacional, hay muchos parámetros que medir. No solo es mirar para cuanto bateó, para cuanto lanzó, o para cuanto fildeó, hay otros aspectos como la disciplina, el patriotismo, etc. (…) No es algo que decidimos nosotros directamente”.

Curiosamente, en ese torneo, del que quedaron fuera destacados peloteros como Yosimar Cousín o Yunior Tur por cuestiones extradeportivas, se quedaron en México 12 integrantes, lo que representaba la mitad del equipo y la fuga más numerosa en la historia del béisbol cubano.

Respecto al “Team Asere”, actualmente resaltan dos posiciones, la de cubanos que lo rechazan por considerarlo un espejo de las injusticias del régimen cubano, y quienes lo siguen viendo como un símbolo, o principio de avance en lo que podría ser una reconciliación nacional.

Entre los primeros se encuentra el periodista José Raúl Gallego, quien en una publicación en sus redes sociales titulada “El equipo del Clásico sí es Cuba”, cuestionó la exclusión de peloteros por su posición política del equipo, y mencionó el caso especificó de Tomás, quien presuntamente se negó a asistir a actos propagandísticos y por ello fue separado del conjunto con el silencio cómplice de sus compañeros.

El periodista cubano también mencionó que los ayer calificados de “traidores” ahora pueden participar siempre y cuando prometan hacer silencio, que la policía política viaja con el equipo, y que mientras les impiden hablar de política, se dejan usar para que el régimen haga propaganda de cara a las votaciones del 26 de marzo, entre otras cuestiones.

En cambio, el también periodista cubano Carlos Manuel Álvarez mostró una opinión diferente, aunque no necesariamente opuesta. “Yo creo que la politización del juego tal como la conocíamos acaba de terminar. Asistimos a su entierro en vivo. Granma va a imprimir sus rotativas, por supuesto, tal como se mueve la cola cercenada. Estamos asomados por una rendija, esos atletas están compitiendo desde un lugar que desconocemos, parece unirlos una idea democrática, un suelo posible. Alguien tiene que decirles que son igualmente el equipo del exilio, o del futuro, aunque lo saben por la manera en que se mueven. Están sueltos y vivos ahí en la grama del Tokyo Dome, cualquiera que haya pisado un terreno de pelota, se haya puesto un guante en la mano, haya movido con el spike la tierra del home plate y olido la yerba cortada de la grama, sabe que lo están”, escribió en su cuenta de Facebook tras la victoria ante Australia.

En tanto, una parte del exilio cubano en la ciudad de Miami espera a los peloteros, que jugarán en la noche del domingo contra el que gane entre Venezuela y los Estados Unidos en el estadio de los Marlins, con pancartas contra la dictadura y por la libertad de los presos políticos, una campaña que encabeza, entre otros, el influencer cubano Alexander Otaola.

 Ilustración de Reynerio Tamayo.
Ilustración de Reynerio Tamayo. | Imagen: Reynerio Tamayo

Por otra parte, otros cientos de exiliados se han apresurado a comprar las entradas para apoyar a los deportistas cubanos en el moderno estadio ubicado en la 501 Marlins Way, donde con una victoria podrían repetir la historia de hace 17 años y devolver al conjunto de las cuatro letras a lo más alto del beisbol mundial.

Esta tarde desembarcaron los cubanos en Miami, pero cuando sólo era una posibilidad, Álvarez se preguntaba en un artículo publicado en El Estornudo: “¿Van a confundir, bárbaramente, a los peloteros con los militares castristas y convertirlos en sus enemigos, o van a entregarles la devoción que merece quien juega en casa, al mismo tiempo que cuelgan detrás de home, si así lo creen, un cartel que ridiculice o debidamente ofenda a Díaz-Canel, ese títere de ocasión? ¿Cómo presentaría Granma la noticia del elenco cubano vitoreado en las tierras del mal? Porque a las tierras del mal también pertenece. Es un examen de mayoría de edad. El exilio ya ha llegado y usurpado, en rol protagónico, el equipo predilecto de Castro. Hace falta recordárnoslo. El fin de la dictadura es eso que va ocurriendo mientras Miami todavía lucha por derrocarla”.

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