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Arte político | Amaury Pacheco: "Me considero un peregrino en ritmo y rima con el cosmos" (segunda parte)

"El nacimiento de Poesía Sin Fin, aunque ocurrió dentro de las instituciones gubernamentales, fue una iniciativa independiente, como una especie de virus en su interior", asegura el entrevistado.

Amaury Pachecho junto a otros miembros de Omnizonafranca en un espectáculo
De izquierda a derecha: Amaury Pacheco, David D. Omni y Luis Eligio Pérez, espectáculo "Haciendo Taller", Ciudad de La Habana, 2004. | Imagen: cortesía del entrevistado.

Amilkar Feria (AF): ¿Cuál es el eje común en tu desempeño como poeta, escultor, performer, realizador audiovisual, productor cultural y activista? ¿Hay alguna prioridad en esas ocupaciones?

Amaury Pacheco (AP): En mi caso, la poesía es el centro desde donde se despliegan las fuerzas que nutren todas las modalidades que asumo. Particularmente me inclino a la idea de Giambattista Vico sobre el retorno al saber poético. Según Vico, “donde la sensibilidad, la imaginación, la fantasía (capacidades que son cercanas al cuerpo) junto con los procesos de la razón, brinda un marco de racionalidad inclusiva”. Esta perspectiva me resulta especialmente atractiva.

Para mí la poesía va más allá de ser un artilugio verbal que produce placer. Es ejercicio muscular, lugar primigenio de formación de comunidad y un instrumento imprescindible para entender la psiquis. Su actividad sirve para la resolución de conflictos objetivos… “operación capaz de cambiar el mundo”, como plantea Octavio Paz en su libro El arco y la lira.

En cuanto a si hay alguna prioridad en estas ocupaciones, creo que he respondido parcialmente a esa pregunta, pero permíteme ser más preciso. Si el poeta tiene en sí mismo la acción de poetizar y la posibilidad de asumir los riesgos de cualquier acto o expresión, entonces sí, hay una prioridad.

AF: No creo que sea casual el hecho de que hayas estado en el centro genésico de casi todos los proyectos independientes surgidos en Cuba en lo que va de siglo, y de haberlos conducido durante un buen trecho hasta donde se ha podido. Hablar de Omnizonafranca casi tiene carácter de leyenda, mítico. ¿Dónde y cuándo se produce la fusión de las dos partes de este grupo?

AP: En la primavera 1997 un grupo de escultores nos congregamos en la casa de cultura de Alamar, una ciudad al este de la Habana. Allí tuvimos nuestro primer taller donde tallábamos en madera.

En aquel tiempo, comencé a tener encuentros con el poeta Juan Carlos Flores, quien trabajaba como custodio en la Galería Fayad Jamís, un centro atípico que abarcaba tanto las artes plásticas como la literatura. Lo llevé al espacio y lo presenté al grupo. Inmediatamente hubo una conexión. Las disertaciones de Juan Carlos sobre poesía y otros temas tuvieron un gran impacto en el grupo. Nosotros encontramos una visión poética de la realidad y Juan Carlos encontró un espacio de diálogo creativo.

Un grupo de personas haciendo ejercicios psicofísicos
Sesión de entrenamiento psicofísico de Omnizonafranca en la galería Fayad Jamís. | Imagen: cortesía del autor.

Comenzamos a sentir la necesidad de proyectar toda esa energía creativa. Me di cuenta de que había un factor común entre nosotros: el deseo de hacer algo que nos sacara del estancamiento nacional. Entonces, el poeta habló con Pablo, el director del centro, para solicitar uno de los talleres adjuntos a la galería. El director accedió y nos trasladamos inmediatamente.

Pasamos noches de lecturas, improvisaciones, fiestas y frenesí creativo.

En 1998 fundamos Omni, compuesto sólo por escultores, pintores y un poeta, en este caso yo. El nombre Omni llevaba en su significado el sentido de totalidad que buscábamos y, al mismo tiempo, nos traía la reminiscencia del mantra hindú Om, una vibración de alto poder espiritual y creativo.

Mis interacciones con el poeta aumentaron en duración y profundidad. La conversación más extensa llego a durar 17 horas, durante las cuales Juank, sin pausa, penetraba el tuétano de la poesía como taladro susurrador.

Propuse la creación de un movimiento poético similar a los de la vanguardia y le solicité ayuda. Su respuesta fue que debíamos salir a cazar poetas. Así comenzó nuestra épica, mientras caminábamos por la cuidad, y él me explicaba los signos poéticos presentes en el paisaje urbano, encontrábamos a los poetas.

En un corto período de tiempo, comenzamos a reunirnos en la galería. Pasamos noches de lecturas, improvisaciones, fiestas y frenesí creativo. Así conformamos una matriz creativa, nuestro egregor poético. En una de esas noches, en el año 1999, juntos, el poeta Leonardo Guevara, Juan Carlos Flores y yo, fundamos Zonafranca. Hacia finales de ese mismo año, después de varias reuniones, unimos las dos extensiones y nació Omnizonafranca.

Los miembros de Omnizonafranca poseen, de manera individual, una amplia variedad de obras objetuales de arte, incluyendo poemas, pinturas, esculturas e instalaciones. Estas obras no siempre están destinadas a convertirse en mercancías artísticas para el mercado del arte. En cambio, a menudo están enfocadas en la construcción de relaciones entre individuos dentro de una comunidad.

Con Omnizonafranca, una unión que me gusta llamar "juntura clásica", logramos insertarnos creativamente en el interior de la cultura y la realidad social cubanas. Nuestra proyección sociológica y transdiciplinar nos permitió incorporar el activismo político y múltiples procesos estéticos a nuestra acción artística, constituyendo una poética operativa, a pesar de vivir en un contexto totalitario. He querido brindarte una breve descripción no sólo de dónde y cuándo, sino también de cómo se fue formando esta trama que contribuyó directamente a nuestra expansión espiritual y a la transformación artística y sociopolítica del país.

AF: Y en eso aparece Poesía sin fin, uno de los eventos que más han zarandeado y democratizado la literatura y la cultura cubana en los últimos 60 años. Su nacimiento no fue precisamente una iniciativa institucional, sino del grupo que tu liderabas. ¿Cómo ocurrió aquel Big Bang inicial, aquella chispa que lo hizo surgir?

AP: Antes de comenzar esta respuesta quisiera rendir homenaje y expresar mi agradecimiento a las siguientes personas: Olver Reyes, Adolfo Cabrera, Jorge Pérez (Yoyi) Rene Cervantes, Iris Ruiz, Ivia Pérez, Luis Eligio, Alina Guzmán, Nilo Julián, Mirian Real, David D Omni, Natividad Soto, Jorge Carlos Pérez, Kizzy Masías, Juan Carlos Flores, Johana Depestre, Alberto Basabe, Leonardo Guevara, Jonatan Curry, Ewing Reyes, Grisel Echevarría y Jorge Besteiro.

Cuando hablo de Omnizonafranca y Poesía Sin Fin, estos nombres y muchos más vienen a mi mente de manera automática. Es un reflejo condicionado.

Poetas leyendo sus textos en el festival Poesía Sin Fin 2003
Livio Conesa (izquierda) y Polina Martínez Shvietsova (derecha) en el Festival Poesía Sin Fin 2003. | Imagen: cortesía del entrevistado.

El nacimiento de Poesía Sin Fin, aunque ocurrió dentro de las instituciones gubernamentales, fue una iniciativa independiente, como una especie de virus en su interior. En aquel momento, el país estaba inmerso en una larga y aguda crisis económica que había comenzado en 1991. Bajo estas circunstancias, en 1999 nació Poesía Sin Fin, un festival poético que llegó a tener más de 15 ediciones y se realizaba del 4 al 30 de diciembre.

Poesía Sin Fin acogió en su seno muchas formas de expresión a través de sus eventos: lecturas poéticas, cabaret poético, fiestas, peregrinación al Rincón de San Lázaro (performance-peregrinación del Garabato por la Salud de la Poesía), ring poético (encuentros espectaculares entre poetas del rap y poetas de la escritura, creadores y activistas del movimiento), electrospoken (espectáculo de música electrónica y poesía) y feria espiritual (meditación, exhibiciones de grupos espirituales e infantiles, performances).

El taller Omni fue un emporio creativo, donde la gente llegaba y se manifestaba con sus propios estilos.

La idea de organizar un festival comenzó a germinar en mi mente durante los festivales de rap que se llevaban a cabo en el anfiteatro de Alamar. En particular, fue durante la cuarta edición del festival, cuando me encontraba sentado en el medio del anfiteatro, después que el evento había terminado. Era de noche y estaba emocionado por lo que había vivido, resonaba. Miré al cielo, que estaba repleto de estrellas. Te cuento esto y me emociono al recordarlo. Sin embargo, mi atención se centró en una estrella diminuta que vibraba de manera muy particular. En ese momento, sentí la revelación de organizar un festival. No sabía cómo, cuándo ni dónde, pero se convirtió en una obsesión.

Con el paso del tiempo, surgió Omnizonafranca con su taller. El taller Omni fue un emporio creativo, donde la gente llegaba y se manifestaba con sus propios estilos. La libertad era un valor cardinal en todo lo que ocurría allí: los ruidos, ideas extrañas, gestos inusitados, los gritos, los sonidos de las máquinas de escribir y el ritmo de las impresoras. Toda esta mezcla conformó una voluntad de representación, un querer salirse y encontrar vida propia en escenarios.

Existía una secuencia poesía-Taller-comunidad que permitía una retroalimentación constante. Comencé a valorar unas fiestas poéticas con múltiples plataformas que capturaran la singularidad del hacer artístico sin un patrón  estético preestablecido. Sin embargo, debo decir que sin la comunidad de Alarmar y la amistad de los miembros, que pusieron hasta la última gota de su esfuerzo y entusiasmo, quizás se hubiera hecho algo, pero nada parecido.

AF: Creo que tu formación ha sido envidiable, y eso enlaza con otra pregunta que te hacía hace un rato. Al tener esa pluralidad de expresiones artísticas, ¿qué papel han jugado los talleres, residencias e instituciones que han avalado tu sendero de creación?

AP: Mi creatividad fue estimulada por la participación en talleres, residencias e instituciones, lo que me permitió expandir mi visión. Sin embargo, las experiencias más enriquecedoras provinieron de mi participación en la comunidad (gran residencia e institución básica), donde el intercambio activo de experiencias y la colaboración fueron fundamentales para nuestro trabajo artístico. El festival anual Poesía Sin Fin (súper taller dinámico) fue el momento cumbre en términos de interacción e intercambio, tanto durante la preparación, ejecución, así como después del evento.

AF: Cuando bajamos del Turquino en 2008, me dijiste en aquel hotelito donde nos quedamos en Santiago de Cuba que yo era un Caminante. Creo que, para mi beneficio, todavía no me queda claro lo que significa, y aun así me arriesgo a decir que tú eres 25.000 veces más caminante que yo y que una pila de gente aquí. ¿Eres un Caminante?

AP: Tengo memoria de aquel momento, Amilkar, fue muy especial subir la montaña con personas afines. Te recuerdo dando aliento y consejos prácticos para administrar la energía, con tu ingeniosa manera de ver y decir las cosas, mientras avanzamos por el camino. De ahí se me ocurrió decirte que tú eras un caminante. Pero me preguntas si yo me considero un caminante…

Tengo varias frases que, al combinarse, crean una descripción de lo que considero un caminante, viajero o peregrino: escribir poesía  es análogo caminar. El poeta es un Cristóbal Colón de la mente (en el sentido de "descubrir"). Caminar para que otros no se pierdan, y el mejor caminante es el que borra las huellas.

El caminante experimenta el esfuerzo muscular, percepción táctil de la tierra bajos sus pies, la observación del paisaje, el cielo sobre su cabeza y la naturaleza en interacción con su cincos sentidos. Se compromete con las personas que acompaña y con los posibles caminantes futuros. Descubre parajes extraños en su mente.  Al volver a la fuente, experimenta una sensación oceánica y alcanza su máximo potencial. Sus huellas son estelas en el mar…

El caminar es una reorientación personal y permite una renovación de la percepción. En este sentido, me considero un peregrino en ritmo y rima con el cosmos.

Amilkar Feria Flores

Amílkar Flores

La Habana (1967). Escritor y artista visual. Licenciado en Pedagogía en Artes; Diplomado en Antropología Cultural y en Producción Simbólica. Ha ejercido como ilustrador gráfico, analista de prensa, periodista y profesor universitario. Ha publicado, entre otros, los títulos: Las dulces horas (Premio Pinos Nuevos 2007 (Poesía, Unión, 2008)); Algunas animalezas y otras bestialidades (Narrativa, Ediciones Extramuros, 2010 y Crónicas diluvianas (Narrativa, 2010). Cuenta con numerosas exposiciones personales y colectivas en Cuba y el extranjero. Actualmente desarrolla el proyecto de experimentación artística Observatorio Entrópico de Palatino.

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