La reciente polémica en el municipio de Santa Rosa, en el departamento de Canelones, Uruguay, ha puesto en el centro del debate público el tema de la convivencia entre comunidades locales y emigrantes. Un video difundido en redes muestra al concejal Diego Das Chagas, de la Coalición Republicana, afirmando que "los cubanos que han llegado en los últimos tiempos causan ruidos, basura y no entienden las normas del país". Sus declaraciones provocaron el rechazo inmediato de residentes y migrantes cubanos, quienes respondieron con llamados a la tolerancia y al respeto mutuo.
"Venimos a trabajar y a vivir en paz"
En las imágenes, registradas durante una reunión vecinal, el concejal Das intenta justificar su postura ante quejas de algunos residentes locales sobre los nuevos emigrantes. "La gente me lo dice, los cubanos hacen ruido, ensucian, y no respetan las reglas", sostiene el edil ante cámaras, repitiendo la frase que encendió la polémica.
Poco después, el video fue compartido por medios uruguayos y páginas comunitarias, donde numerosos usuarios denunciaron un discurso discriminatorio y exigieron disculpas públicas.
El video incluye las voces de cubanos residentes en Santa Rosa, quienes respondieron con serenidad y orgullo. Uno de ellos afirma: "Vinimos a trabajar y a vivir en paz", mientras otra emigrante sostiene: "Queremos integrarnos, aportar, y sentirnos parte de este pueblo". Las imágenes muestran a familias cubanas conversando con vecinos, muchos de los cuales expresan apoyo y gratitud por su contribución a la vida local.
"Los discursos públicos deben construir puentes, no levantar muros"
Santa Rosa es un municipio de menos de 10.000 habitantes, perteneciente al departamento de Canelones, cuya economía se basa principalmente en la agricultura, la industria ligera y el comercio local. Después de 2020, la localidad ha recibido oleadas de migrantes cubanos, atraídos por la estabilidad política y las oportunidades laborales en Uruguay.
Este fenómeno ha planteado desafíos en la convivencia diaria. Expertos en sociología y migración advierten que los municipios rurales y de tamaño reducido (como Santa Rosa) carecen de políticas específicas de acogida, lo que puede generar choques culturales o malentendidos. El analista uruguayo Gustavo Calzada, consultado por medios nacionales, señaló:
No se trata de un problema de migración, sino de adaptación mutua. Los discursos públicos deben construir puentes, no levantar muros.
Integración y discurso público
El incidente ha impulsado una conversación más amplia sobre cómo se aborda la diversidad cultural en las comunidades del interior uruguayo. Varias organizaciones civiles y parroquias locales han manifestado su disposición a acompañar procesos de integración a través de programas de orientación, clases de idioma y actividades comunitarias.
En redes sociales, la comunidad cubana residente en Uruguay difundió mensajes de convivencia. Una cubana entrevistada por un canal local declaró:
Nosotros respetamos las leyes, pagamos impuestos y trabajamos todos los días. Solo pedimos lo mismo que damos: respeto.
Por su parte, el concejal Diego Das no ha ofrecido disculpas formales, aunque aseguró que sus palabras "fueron malinterpretadas" y que su intención era "proteger el orden y la tranquilidad del municipio". Sin embargo, sus declaraciones continúan generando críticas y pedidos de pronunciamiento por parte de la Intendencia de Canelones.
Un debate que trasciende lo local
El caso de Santa Rosa refleja tensiones que atraviesan a varios municipios del país donde la presencia cubana crece con fuerza. Según datos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay, más de 18.000 cubanos residen actualmente en el país, principalmente en Montevideo, Canelones y Maldonado.
La situación en Santa Rosa ha sido descrita por analistas como un “microcosmos” de los retos que enfrentan las sociedades latinoamericanas ante la movilidad humana: el equilibrio entre identidad, pertenencia y convivencia.
Mientras el video continúa circulando en redes, muchos vecinos del municipio han preferido destacar la necesidad de empatía y diálogo. En palabras de un migrante entrevistado: "Uruguay nos abrió las puertas, y nosotros queremos abrir el corazón de los que aún desconfían".
El incidente ha servido, más que para dividir, para abrir una conversación necesaria sobre cómo se construye comunidad en un país que aunque pequeño, ha sido históricamente tierra de acogida.
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