En Cuba, la complicidad estatal con figuras acusadas de delitos de índole sexual no es historia olvidada. Fidel Castro recibió como invitados de honor al famoso Jeffrey Epstein —condenado por este motivo, quien terminaría quitándose la vida antes de enfrentar la justicia— y a Diego Armando Maradona, denunciado por la cubana Mavys Álvarez por conductas inapropiadas, no consentidas, gracias al marco de poder de la dictadura, con pleno conocimiento y aval de Fidel Castro.
Los medios oficialistas en Cuba han especulado mucho con nombres de políticos norteamericanos que pudieran mencionarse en la famosa "Lista de Epstein". Sin embargo, cuando trascendieron fotografías en las que Fidel Castro aparecía junto a Epstein —incluyendo imágenes tomadas en un apartamento vinculado a este último, en las que aparecían chicas— la cobertura del asunto desapareció de la prensa estatal.
Estos episodios podrían ser solo una parte visible de un problema más amplio, relacionado con la proyección de Cuba como destino de cierto tipo de turismo, favorecido por un ambiente de tolerancia y trato preferente hacia visitantes cercanos al poder.
Desde 2022, el nuevo Código Penal cubano redujo a 12 años la edad mínima para el consentimiento sexual, sin debate público ni consulta especializada, contradiciendo recomendaciones internacionales y dejando a la niñez aún más expuesta.
Mientras la crisis económica, las leyes laxas y la tolerancia social han convertido a la isla en un destino barato, casos como el del norteamericano “Cubadave”, condenado en Costa Rica por promover viajes a Cuba, muestran cómo esta realidad se ha normalizado, bajo la mirada permisiva de un Estado que no prioriza la protección de sus menores.