La crisis energética en Cuba no se mide solo en cifras de generación eléctrica, sino en escenas domésticas donde las familias dependen de la improvisación para sobrellevar las prolongadas horas en penumbras. De ese desespero frente a los apagones interminables surge un invento cubano que empieza a popularizarse en redes.
El artilugio aprovecha la corriente de la línea telefónica fija para encender un bombillo y proporcionar iluminación dentro de la vivienda. Una solución precaria que entraña riesgos de manipulación y expone la vulnerabilidad en que transcurre la vida cotidiana en la isla.
Con tal de darle un nombre particular a este aparato dentro de esa lista extensa de inventos cubanos extremos, con que a lo largo de los años la gente en la isla sobrevive o pervive a pesar de todo, lo llamamos: el telefombillo (mitad teléfono, mitad bombillo o lámpara de mesa).