En el cierre de un mitin en el Palapartenope de Nápoles, la presidenta del Consejo, Giorgia Meloni, se sumó saltando al cántico «Chi non salta comunista è» (“El que no salta es comunista”).
Su gesto, captado en múltiples videos desde el público y viralizado en redes, ha abierto un intenso debate sobre el tono de la campaña y los límites del debate político. Quienes la apoyan, no dudan en celebrar su conexión con los sentimientos populares y su espontaneidad. Del otro bando, critican un gesto que consideran demasiado "festivo". Este coro es todo un clásico de los estadios italianos.
El episodio: un cántico de estadio en el cierre de mitin
El episodio tuvo lugar en el Palapartenope de Nápoles, durante un mitin del centroderecha en apoyo a la candidatura de Edmondo Cirielli a la presidencia de la región Campania. Al término del discurso de Giorgia Meloni, parte del público comenzó a corear «Chi non salta comunista è» (“El que no salte es comunista”) mientras agitaba banderas de los partidos de gobierno.Fanpage+1
Según el relato de Il Fatto Quotidiano: “‘El que no salte es comunista’ es el coro que acompañó en varias ocasiones los pasajes más destacados del mitin de los pesos pesados del centroderecha”.
En un vídeo difundido por La Stampa se observa cómo, en la parte final del acto, «fino alla chiusura dell’intervento della premier Giorgia Meloni, che ha risposto saltellando sul palco e accompagnando il coro gesticolando con le mani» (“hasta el cierre de la intervención de la primera ministra Giorgia Meloni, que respondió saltando sobre el escenario y acompañando el coro con gestos de las manos”).La Stampa
El informativo de La7 subrayó el salto desde el tono solemne al tono festivo: “Del himno de Mameli a ‘El que no salte, es comunista’: en pocos segundos se pasa del patriotismo a la juerga”).
Un cántico con historia: del estadio al funeral de Berlusconi
El coro «Chi non salta comunista è» tiene una larga presencia en la cultura política y futbolística italiana. Originario de los estadios, se ha utilizado en diversas ocasiones como marcador identitario de la derecha, a menudo sin referencia directa a un “comunismo” real, sino como etiqueta genérica para designar al adversario político.
Durante los funerales de Estado del ex primer ministro Silvio Berlusconi, por ejemplo, los medios italianos recogieron cómo, en la plaza del Duomo de Milán, entre banderas y cánticos de aficionados, se escuchó también “Chi non salta comunista è”.
Un debate abierto sobre estilo y decoro institucional
El episodio de Nápoles ha reactivado discusiones recurrentes en la política italiana:
- Sobre el lenguaje y los símbolos
El uso de “comunista” como insulto o etiqueta despectiva sigue muy arraigado, pese a la desaparición de un partido comunista fuerte en el sistema político italiano. El coro funciona como una simplificación identitaria que aglutina al propio campo pero, al mismo tiempo, excluye y caricaturiza al adversario. - Sobre el papel del liderazgo institucional
Para sus críticos, que una presidenta del Consejo se sume físicamente a un cántico de este tipo rebaja el nivel de la representación institucional y confunde el papel del líder de gobierno con el de un hincha de estadio. De ahí expresiones como «una scena imbarazzante» (“una escena embarazosa”) o «un’offesa a Napoli» (“una ofensa a Nápoles”), utilizadas por Ruotolo y Dispenza. - Sobre la eficacia política del “show”
Para sus defensores y parte de sus analistas más críticos pero realistas, el episodio refuerza el vínculo emocional de Meloni con su base. La imagen de una líder que baila y salta con el público encaja con la narrativa de cercanía y de “pueblo contra élites” que viene explotando desde hace años y que, hasta ahora, le ha dado buenos resultados electorales.
En cualquier caso, el vídeo del Palapartenope se ha convertido ya en una pieza más del archivo simbólico de la Italia gobernada por Giorgia Meloni.
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