El 12 de enero de 1959, apenas días después del triunfo de la Revolución cubana, Arístides Díaz fue llevado ante un pelotón de fusilamiento en Manzanillo, en la provincia de Oriente. La fotografía lo muestra en los instantes finales de su vida, acompañado por el padre Sarragoitía, quien intenta brindarle consuelo espiritual frente a la inminente ejecución. Detrás, tendidos en el suelo, aparecen los cuerpos de otros fusilados que lo precedieron.
La imagen, difundida por la agencia Associated Press (AP) y publicada originalmente en la revista Bohemia (1951, No. 5, 1 February 1959), causó impacto internacional. El pie de foto describía a Díaz como miembro del ejército privado del exsenador Rolando Masferrer, enemigo declarado del movimiento de Fidel Castro. Señalaba además que todos los fusilamientos se produjeron el 12 de enero, aunque las fotografías no llegaron a La Habana hasta días después.
El caso de Arístides Díaz se convirtió en símbolo del clima de ejecuciones sumarias que marcó los primeros meses del régimen revolucionario. Aunque el gobierno justificaba los fusilamientos como actos de justicia contra colaboradores de Batista, las imágenes de hombres atados, consolados por sacerdotes y alineados frente al paredón conmocionaron a la opinión pública internacional.
La fotografía de Arístides Díaz seguiría siendo un testimonio visual de los paredones de 1959, donde decenas de personas fueron ejecutadas en juicios sumarios. Su difusión internacional no solo documentó la magnitud de la represión, sino que dejó una huella en la memoria histórica sobre el alto costo de sangre humana con que Fidel Castro consolidó su poder en Cuba.
La crudeza de esta foto en particular resume el contraste entre el acompañamiento piadoso del sacerdote y la violencia implacable de una justicia revolucionaria que se inauguraba con sangre. Se echaban los cimientos de la dictadura de Fidel Castro.