Yunerki Ortega lloraba desconsolado en el Senado de Chile, el 1 de julio de 2025, cuando escuchó cómo los parlamentarios aprobaban su nacionalización por gracia. La emoción iba mucho más allá de ese reconocimiento legal: lloraba por la vida que dejó atrás en Cuba, por la que logró reconstruir y por la libertad que, al fin, podía llamar suya.
"Siento una alegría tremenda, como si hubiese ganado una medalla de oro olímpica. Pero esto es más grande".
Hoy entrena en Chile como paratriatleta. Es campeón sudamericano, medallista continental y está entre los diez mejores del mundo. Su meta es clasificar a los Juegos Paralímpicos de Los Ángeles 2028 y cumplir un deseo íntimo: reencontrarse con su madre para empezar juntos una nueva etapa en un país que siente como hogar.
Primeros pasos en la vida paralímpica
Nacido en Ranchuelo, un pueblo del centro de Cuba a unos 300 kilómetros de La Habana, Yunerki Ortega creció junto a su madre, Elizabeth, y su hermano menor. La infancia transcurrió entre entrenamientos de karate, la disciplina que practicaba con pasión hasta la adolescencia. A los 15 años, una caída durante un entrenamiento agravó las cataratas y la miopía que padecía desde niño. A partir de entonces, la ceguera fue total.
"Se nos vino el mundo encima. Pero un día le pedí un bastón a mi madre y salí a caminar. Le dije que iba a ser un chico independiente".
Después de perder la vista probó distintas disciplinas. Se acercó al judo y al atletismo, pero fue en la natación donde encontró un espacio para reconstruirse. En apenas 18 meses de entrenamiento ya formaba parte de la selección cubana de paranatación. Comenzó a acumular resultados internacionales: medallas en campeonatos regionales, siete preseas y dos récords continentales en los Juegos Parapanamericanos, además de competir en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 y Río 2016.
Ortega sentía que detrás de cada competencia había un esfuerzo enorme que no encontraba recompensa en lo personal. En una entrevista con Cubanet lo resumió así:
"Sentía que me sacaban a competir y yo no tenía beneficio alguno".
Esa sensación de vacío creció con los años. Había demostrado disciplina y talento, pero entendió que en Cuba no tendría el reconocimiento ni las condiciones para desarrollarse plenamente.
El día que todo cambió
La vida de Yunierki dio un giro radical durante los Juegos Parapanamericanos de Santiago de Chile. El 19 de noviembre de 2023, tras competir en la final de 50 metros libre, abandonó en silencio la Villa Panamericana de Cerrillos. Nadie lo vio salir y ninguna cámara lo registró.
Lo acompañaba un amigo mexicano, que lo guió hasta la calle para ayudarlo a orientarse en la oscuridad.
"Dios mío… ya eso era la debacle… si me hubieran agarrado, posiblemente hubiese ido preso".
Al notar su ausencia, la delegación cubana lo reportó como desaparecido y la policía local abrió una investigación. Mientras tanto, Ortega logró comunicarse con su madre para decirle que estaba bien y que había tomado la decisión de quedarse en Chile.
Su vida en ese país comenzó de la forma más dura.
"Me quedaba a dormir en paraderos y me intentaron robar. Dormí dos meses en la calle, a veces no pude comer y extrañaba a mi mamá y a mi hija".
Un compatriota lo puso en contacto con el abogado Mijail Bonito, especialista en migración. Con su apoyo pudo presentarse ante Carabineros —la policía nacional de Chile—, solicitar asilo político y lograr que se archivara la denuncia por desaparición.
Con el tiempo, aparecieron apoyos que le permitieron volver al deporte. El Club Deportivo Universidad Católica lo acogió en sus entrenamientos, la Federación Chilena de Triatlón lo integró a su sistema de preparación y el Comité Paralímpico de Chile (Copachi) lo incluyó en prácticas conjuntas, aunque no podía competir oficialmente por Chile debido a su situación migratoria.
En ese contexto decidió dar un giro a su carrera: dejar la natación y apostar por el paratriatlón, disciplina que combina natación, ciclismo y carrera adaptada junto a un guía. Al inicio entrenaba con una bicicleta prestada y le costaba adaptarse al trote unido por una cuerda a su acompañante, pero con la preparación del venezolano Miguel Brito avanzó con rapidez.
Su esfuerzo lo llevó a consolidarse en la nueva disciplina: obtuvo el título de campeón sudamericano, sumó una medalla de bronce en un torneo panamericano en Colombia y logró entrar en el ranking mundial. Todo esto mientras aún tramitaba su residencia y competía gracias a autorizaciones especiales.
Nacionalidad por gracia
El 1 de julio de 2025, el Senado de Chile aprobó la nacionalidad por gracia para Yunerki Ortega con 30 votos a favor, ninguno en contra y una abstención. Antes, la Cámara de Diputadas y Diputados había respaldado la medida con 129 votos a favor, 0 en contra y una abstención. La iniciativa fue impulsada por la diputada Érika Olivera, exatleta olímpica y actual parlamentaria, quien destacó su trayectoria deportiva y su integración en Chile.
El texto legal quedó promulgado como Ley N.º 21.754, concediendo la nacionalidad chilena a Yunerki Ortega Ponce. Se trata de una figura excepcional que el Estado otorga a personas con méritos sobresalientes, y que en su caso pone fin a casi dos años de incertidumbre.
La aprobación no solo le garantiza estabilidad migratoria y civil, sino que también le abre la posibilidad de representar oficialmente a Chile en campeonatos internacionales sin depender de permisos especiales. Ese día, Ortega no pudo contener las lágrimas:
"Es una alegría y emoción tremendas. Es la oportunidad que me da este gran país de abrirme sus puertas, de crecer profesionalmente, como persona, y de luchar por llegar a unos Juegos Paralímpicos".
Yunerki Ortega entrena con un objetivo claro: llegar a los Juegos Paralímpicos de Los Ángeles 2028. Para ello debe mantenerse en el ranking internacional de paratriatlón y sumar puntos en las competencias que se avecinan. La nacionalidad chilena le permitirá hacerlo oficialmente bajo la bandera del país que lo acogió.
Su sueño no se limita al deporte. Cada vez que habla de su futuro, Ortega repite el mismo anhelo: volver a abrazar a su madre y compartir con ella la vida que está construyendo en Chile.
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