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Vidas | Homofobia en Cuba. Luis Edel Hernández: "Nunca fui bien aceptado"

"No me aceptaban en ningún trabajo porque soy gay. Si quería estudiar o hacer otra cosa siempre era un obstáculo. Me acuerdo una vez que quise estudiar en un  politécnico un técnico medio en laboratorio… me dijeron que no, que eso era para mujeres."

Luis Edel Hernández junto a un piano.
Luis Edel Hernández (1958-2025). | Imagen: Owen

En un país que prometió igualdad, hubo hombres castigados por su orientación sexual. Luis Edel Hernández Solano nació el 19 de julio de 1958 en Morón, antigua provincia de Camagüey, en una Cuba donde la homosexualidad fue tratada como una enfermedad, una desviación, una amenaza para el nuevo orden revolucionario. Creció en un tiempo en que miles de jóvenes fueron enviados a trabajar en las más conocidas como UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), creadas  bajo el pretexto de “reeducar” a los que el sistema consideraba “impropios”: religiosos, intelectuales, artistas y homosexuales.

Aunque Luis no fue  enviado a los campos de las UMAP, vivió bajo la misma sombra de represión moral y exclusión que quienes sí lo fueron. Su vida, marcada por la discriminación, la pobreza y la soledad, refleja la historia de miles de cubanos a lo que se les negó la posibilidad de ser quienes realmente eran. La televisión local mostró en algún momento un pequeño reportaje sobre su labor como pianista, pero la única entrevista en la que Luis contó su verdad, habló desde lo más profundo de su corazón y se sintió el sin miedo, fue la que me concedió el 30 de octubre de 2024, legándome un testimonio imperecedero.

"Siempre fui una persona apartada"

¿Cómo fue tu infancia?

Empecé la escuela en este sistema, porque nací en este sistema. Pero tuve, no sé si la suerte o la mala suerte, que mi papá abandonara el país cuando tenía ocho años. Estaba en la primaria. Por tener un familiar fuera, y más mi papá, que era más allegado, en la escuela siempre fui una persona apartada.  No contaban conmigo para nada porque tenía un padre fuera de Cuba. No me daba mucha cuenta de eso de niño, pero cuando fui creciendo fui entendiendo que era alguien que no tenía que ver nada con la sociedad…  

¿Qué estudiaste?

Estudié mecanografía, y aparte de eso, me formé como profesor de piano. No era bien visto tampoco que una persona gay, como yo, fuera pianista. Me fueron cerrando las puertas. 

"No contaban conmigo para nada porque tenía un padre fuera de Cuba".

Al ver canceladas todas las posibilidades, ¿a qué te dedicaste?

Tuve que dedicarme a ayudar a personas mayores, trabajar en casas, buscar mi dinero honradamente, buscar personas que me ayudaran, que me encaminaran en la vida. Así he navegado durante años. Ya soy una persona mayor. Me he tenido que ajustar a las leyes de este país, marcado por la discriminación en todo momento. Nunca fui bien aceptado en ninguna parte.

¿Consideras que en la actualidad en Cuba aun se discrimina a las personas homosexuales?

Esa discriminación existe todavía. Nunca pensé que fueran a aprobar en este país una ley del matrimonio entre personas del mismo sexo, que la hallo muy bien, porque en un futuro se puede dejar todo lo que uno tiene a la pareja, si uno la tuviera. Antes no. La familia venía y te quitaba todo porque no había un papel, no había una ley que apoyara a un matrimonio gay.

"No me aceptaban en ningún trabajo porque soy gay"

¿Recibes alguna ayuda por parte del Estado?¿Esa ayuda cubre tus necesidades básicas?

Me tuve que ajustar a la asistencia social, que es la ayuda que da el gobierno. Voy a decir que cubre algo, por no decir nada. Me dan 1 543.00 pesos.  Aquí la vida está muy cara. En la bodega ya no vienen los mandados de antes. Cuando empiezo a sumar el costo de un pomo de aceite, me cuesta carísimo. Se me van por lo menos los mil pesos en el aceite. Me quedarían quinientos cuarenta y tres, y en eso se me va el pan diario, cuando viene, que no es todos los días. Si compro viandas no me va a alcanzar. Ese dinero no da.

"Me he tenido que ajustar a las leyes de este país, marcado por la discriminación en todo momento".

¿Qué te obligó a acogerte a esa asistencia social?

Me obligó la vida que ellos me crearon con las dificultades. No me aceptaban en ningún trabajo porque era gay. Si quería estudiar o hacer otra cosa siempre era un obstáculo. Me acuerdo una vez que quise estudiar en un  politécnico un técnico medio en laboratorio… me dijeron que no, que eso era para mujeres. Yo estudié piano particular, me hice profesor, no tuve cabida en ninguna parte.

¿Crees que todo lo que te hicieron fue por tu orientación sexual?

Eso tuvo que ver mucho con mi orientación sexual. Aunque me considero una persona de mucho respeto, gracias a Dios me crié en una familia católica, existió eso siempre conmigo. Sufrí mucho.

¿Cómo logras obtener los medicamentos?

No están en la farmacia. Paso mucho trabajo y a veces tengo que dejar de comer algo que quiero, para guardar dinero para los medicamentos. Tengo tres válvulas que no funcionan, necesito esos medicamentos diariamente.

¿Cómo haces para ganar dinero?

Hago mis trabajitos particulares: cuido personas mayores, limpio casas, hago costura, copio música o arreglo partituras… Gracias a Dios sé mucho de decoración y manualidades. Así gano mi dinero honradamente.

"Nunca pensé que fueran a aprobar en este país una ley del matrimonio entre personas del mismo sexo".

¿Cómo ves el futuro para las personas de la tercera edad en Cuba?

Es muy triste. Muchos viejitos venden lo poco que tienen para sobrevivir. Hay personas que se desmayan del hambre, porque no tienen qué comer. Yo todavía puedo luchar por un bocadito de comida, por un pan, pero hay quien no. La seguridad en la vejez no existe en Cuba.

¿Cómo te afecta la falta de fluido eléctrico?

Es un caos. No sabemos a qué hora vamos a cocinar o bañarnos. Yo como viejo tengo que tener un horario… un viejo con neumonía no dura mucho. Todo es eléctrico y no funciona. El país está en quiebra.

"Los viejos no tenemos un mañana seguro"

¿Quién crees que tenga la culpa de esta situación?

Creo que la culpa la tiene el sistema, el gobierno. Por mucho que digan que hay seguridad social, no existe. Muchas cosas que nos dan son donaciones de otro país. Los viejos no tenemos un mañana seguro.

¿Qué opinas de los jóvenes que se han visto obligados a huir del país?

Me alegro en el fondo que la juventud se vaya, que busque un futuro. Aquí no lo van a tener. Este sistema nunca ha dado resultado.

¿En algún momento pensaste abandonar el país?

Nunca me he querido ir de este país, porque es mi país, es mi tierra. Llegué a viejo y nunca quise irme, pero cada día te van cerrando las puertas, te van cerrando el camino. Me espera una vejez horrible porque terminar en un asilo no es fácil. La ayuda que me dan no cubre todo. Tengo muchos problemas en el corazón, soy hipertenso… Gracias a las amistades que tengo, que me ayudan, que me dan la mano, sigo luchando dentro de lo que puedo.

¿Cómo te afecta estar separado de tu familia? 

Es muy triste. La emigración se debió al sistema. Me quedé cuidando a mis abuelos y a mi mamá. Mi familia se fue porque necesitaban un futuro, no porque quisieran dejarme. No les reprocho nada, ellos van a tener un futuro que no tengo.

¿Crees que "tristeza" es la palabra que define la vejez de una persona en Cuba?

Si. Bueno, esas palabras: retiro, seguridad… aquí no existen. Uno llega a viejo sin medicamentos, sin alimentación adecuada, sin dinero. Es muy triste.

Último aliento de una vida marcada por la homofobia

Luis Edel falleció un mes antes de cumplir 67 años, el 18 de junio de 2025, tras una vida marcada por la discriminación, la pobreza y la soledad. Su historia no es solo la de un hombre marginado por un sistema que prometió justicia, sino también la de miles de cubanos que envejecen sin medicinas, sin alimentos, sin seguridad, y con un futuro que nunca llegó.

Se quedó en su tierra para cuidar de sus abuelos y su madre, mientras veía partir a su familia, obligada a buscar un futuro fuera de Cuba. Nadie pudo detenerlos, y él entendió que no podía ofrecerles lo que necesitaban. Esa separación forzada dejó un vacío profundo: la soledad de quien ve partir a quienes ama sin poder hacer nada. La emigración no fue un capricho; fue la consecuencia de un sistema que ahogó los sueños, cerró caminos y convirtió la esperanza en renuncia.

Luis no pedía mucho: solo un poco de tranquilidad, un mínimo reconocimiento, cubrir sus necesidades básicas y vivir con dignidad. En medio de la oscuridad que lo rodeaba, siempre buscó permanecer en la luz. Trabajó con humildad, ayudó a otros y sostuvo su dignidad hasta el final.

Su voz se apagó, pero su historia permanece. Luis Edel fue uno de esos hombres silenciosos que resistieron con decencia, en un país que intentó hacerlo invisible. Su vida es un testimonio del dolor que causa la injusticia, de la pérdida que trae un sistema que separa familias, y de la fuerza de quien, a pesar de todo, no deja de ser humano.

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Owen

Árbol tatuado en un brazo.

(Seudónimo de joven cubano, residente en Cuba, que por motivos de seguridad prefiere mantener el anonimato.)

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