Las imágenes muestran la precaria situación de un asilo de ancianos en Cuba. Colchones y camas infestados de chinches obligan a los mayores a dormir en condiciones insalubres. Indefensos y sin otra alternativa, algunos confiesan resignados: “No puedo hacer más nada”.
El caso expone una de las caras más duras de la vejez en la isla. Con pensiones mínimas y sin garantías de protección social, miles de adultos mayores enfrentan la indigencia o sobreviven en instituciones que tampoco ofrecen condiciones dignas. Dormir en camas sucias, sin higiene ni control sanitario, se convierte en parte de la rutina diaria.
Los ancianos representan ya más del 25 % de la población cubana, un dato que confirma el profundo envejecimiento demográfico del país. Aunque conforman un grupo etario cada vez más numeroso, siguen siendo altamente vulnerables. La falta de recursos materiales, la escasez de personal especializado y la indiferencia institucional agravan la situación.