La interrupción durante meses del servicio de agua y la contaminación de la poca agua potable que arriba a las viviendas por el vertimiento de desechos tóxicos en los embalses, son algunas de las penurias que sufren los habitantes de la provincia de Ciego de Ávila, sumidos en la peor crisis hídrica registrada desde 2020.
“Aquí el agua no llega hace más de tres meses. Vivimos de la que compramos o sacamos del pozo, y eso cuesta caro”, cuenta una vecina del consejo popular La Teresa, en el municipio Primero de Enero.
En municipios como Primero de Enero, Ciro Redondo y Chambas, vecinos consultados aseguran que llevan meses sin recibir agua por las redes, y están obligados a comprar pipas de agua que superan los 12 000 pesos cubanos, o a cavar pozos artesanales, como el que refiere la vecina de La Teresa, para acceder al líquido vital.
Embalses al límite y aguas contaminadas
En varias zonas urbanas y rurales menos afectadas, cuando regresa el servicio tras días o semanas de interrupción, el agua llega a las casas con un color amarillento, olor a podredumbre y sedimentos visibles.
“El agua llega tan sucia que parece que sale del río. Si uno la deja reposar, se asienta un fango en el fondo del cubo”, relata un residente de la ciudad de Ciego de Ávila.
Los vecinos denuncian que el líquido no es apto para el consumo y no existe información oficial sobre su calidad sanitaria. En algunos barrios, el agua almacenada presenta residuos sólidos y un fuerte olor a hierro o materia orgánica, síntomas claros de contaminación en las redes de abasto.
El gobierno de Ciego de Ávila ha sido incapaz de reparar y mejorar el sistema de abasto de agua.
Según datos oficiales provistos por el periódico Invasor, vocero oficial del Partido Comunista en la provincia, la Laguna de la Leche, en el municipio Morón, mantiene un nivel de llenado del 81,9 %, todo un récord para las circunstancias.
Sin embargo, esa aparente buena noticia oculta un grave problema ambiental: el cuerpo de agua está contaminado por el vertimiento de desechos sólidos y líquidos a través del canal El Roble, que desemboca directamente en su cuenca.
“La Laguna está llena, sí, pero de basura y residuos”, comenta un pescador de la zona que pidió anonimato por temor a represalias.
Mientras tanto, otras fuentes como la laguna La Redonda, también ubicada en Morón, apenas alcanzan un 14,5 % de su capacidad. El estado general de los acuíferos subterráneos es crítico: cuatro sectores hidrogeológicos están en estado desfavorable, seis en muy desfavorable, y la zona de Ruspoli, perteneciente al consejo popular de Ceballos, en el municipio cabecera, ha alcanzado el estado crítico, según el informe hidrológico fechado el 4 de octubre de 2025.
El Invasor refiere que los avileños viven bajo un régimen de entrega de agua cada nueve días, y en algunos casos pasan incluso más tiempo sin recibir el servicio. Datos que distan de los testimonios mucho más alarmantes brindados por los vecinos.
Salideros históricos y contaminación cruzada
Aunque aceptan la grave crisis de abasto de agua, las instituciones oficiales no hablan del elevado número de salideros que existen en calles y avenidas de todas las ciudades de la provincia. Estas roturas, muchas de ellas antiguas, derraman miles de litros de agua cada día, agravando el desabastecimiento y provocando contaminación cruzada con las aguas residuales.
En varios puntos de Ciego de Ávila, las tuberías rotas se mezclan con vertimientos de alcantarillado producto de numerosas tupiciones. Las aguas sucias corren por zanjas abiertas donde también pasan las conductoras del acueducto, contaminando el agua potable y aumentando el riesgo sanitario de la población.
El gobierno de Ciego de Ávila ha sido incapaz de reparar y mejorar el sistema de abasto de agua. El ahorro máximo del recurso optimizaría el servicio en momentos de sequía extrema.
Las lluvias: alivio temporal para un futuro incierto
A pesar de que septiembre de 2025 trajo lluvias por encima del promedio histórico y una “discreta recuperación” en presas y acuíferos, como sucedió con la Laguna de la Leche, la sequía continúa clasificada entre severa y extrema.
El Invasor reconoció que de los últimos 50 meses (hasta octubre de 2025) 34, más de la mitad, han tenido lluvias por debajo del promedio histórico, lo que ha generado un déficit estructural en los recursos hídricos de la provincia. Aun cuando septiembre fuera más lluvioso, los especialistas advierten que una sola temporada favorable no puede revertir cuatro años de déficit acumulado.
La sequía hidrológica persistirá y podría intensificarse durante los primeros meses de 2026.
Las cifras oficiales confirman la magnitud del problema. Al cierre de septiembre, el volumen total de agua almacenada en las presas de la provincia era de 42,303 hectómetros cúbicos (hm³), apenas el 28,4 % de su capacidad total (149,144 hm³).
El Índice de Precipitación Estandarizado (SPI) muestra que los municipios Bolivia, Primero de Enero, Baraguá, Venezuela, Ciego de Ávila y Majagua enfrentan una sequía severa a extrema, mientras que el noroeste, en Chambas y Morón, presenta condiciones ligeramente más favorables.
No obstante, incluso en esos municipios “menos afectados”, el acceso al agua potable sigue siendo irregular y depende, muchas veces, de pipas privadas o improvisadas conexiones.
A las puertas de la temporada más seca
El meteorólogo Oscar Antonio Benedico Rodríguez, director del Centro Meteorológico Provincial de Ciego de Ávila (CMPCAV), advirtió que el repunte de lluvias a finales de 2025 será “temporal” y que el primer trimestre de 2026 traerá nuevamente un descenso en los acumulados de precipitación. Aunque se espera la influencia beneficiosa del fenómeno La Niña, que podría traer más lluvias hacia finales de 2025, estas no bastarán para recuperar las cuencas subterráneas.
El régimen reconoce: “la sequía ha llegado para quedarse (por ahora)”.
La sequía hidrológica persistirá y podría intensificarse durante los primeros meses de 2026. La situación se agrava para los avileños, porque el periodo lluvioso, que concluye en octubre de 2025, da paso a la etapa más seca del año, ubicada entre noviembre y abril de 2026.
El régimen reconoce: “la sequía ha llegado para quedarse (por ahora)”, una afirmación que, aunque intenta ser técnica, encierra la admisión de un fracaso institucional en la gestión del agua en la provincia.
Mientras tanto, en comunidades rurales avileñas, la población se las arregla como puede para sobrevivir a la escasez, entre pozos artesanales, pipas a precios impagables, agua contaminada, y la incertidumbre de no saber cuándo volverá el agua limpia a las casas.
Regresar al inicio