El régimen cubano canceló la celebración, este domingo 19 de octubre de 2025 del homenaje que la compañía teatral El Público tenía previsto realizar en la Fábrica de Arte Cubano (FAC) de La Habana, en vísperas del centenario de Celia Cruz (La Habana, 21 de octubre de 1925-Fort Lee, New Jersey, 16 de julio de 2003). La orden, ejecutada por el Centro Nacional de Música Popular, impide que la artista más universal de Cuba sea celebrada en su propia tierra, perpetuando una censura que se extiende por más de seis décadas.
La institución oficialista anunció la cancelación mediante una escueta nota en redes sociales, sin ofrecer razones que justificaran la medida. Sin embargo, los involucrados en el proyecto denunciaron presiones y amenazas previas a la suspensión del evento, que buscaba honrar a la Reina de la Salsa en el marco de su centenario, que se conmemora el 21 de octubre de 2025.
“Llevan 60 años temiéndole a esa voz”.
La investigadora y musicóloga Rosa Marquetti, especialista en la vida y obra de Celia Cruz, calificó la decisión como un nuevo episodio de censura cultural en Cuba. En un extenso pronunciamiento publicado en redes sociales, Marquetti denunció citaciones personales, órdenes inapelables y el persistente temor del régimen a la figura de la cantante:
Llevan 60 años temiéndole a esa voz, temblando de miedo con solo pronunciar o escribir su nombre, aterrados de su extraordinario poder de convocatoria, sabiendo bien que su grito de ‘¡Azúcar!’ y su alegría arrastran y convencen mucho más que la amargura y la negatividad kármica con que imponen órdenes, reparten manotazos y amenazan con lo único que tienen: la fuerza del poder fáctico. Llevan 60 años tratando de manchar –sin lograrlo- una de las trayectorias de vida más extraordinarias en el ámbito cultural en la defensa de una identidad, con un sentido de pertenencia a toda prueba. Llevan 60 años agrediéndola, avasallándola, volcando sobre ella la misoginia y el racismo de plantación que ha caracterizado muchas de las decisiones y las políticas en el ámbito cultural, mientras ella se erguía en el mundo como la mayor representación de lo cubano, la más conocida mundialmente, la más querida, la más aplaudida, la más homenajeada.
Marquetti increpó directamente a los funcionarios responsables de estas decisiones apresuradas y torpes, inquiriendo sobre los aportes reales a la cultura cubana de varios de los principales represores: “¿Alguien puede decir qué méritos, qué obra tienen, qué aportes a la cultura cubana han hecho Abel Prieto, Alpidio Alonso, Fernando Rojas, Fernando León Jacomino, Indira Fajardo, Víctor Rodríguez ‘Vitico’?”
“Celia representa todo lo que ellos detestan”.
Varios actores de la compañía teatral El Público, reconocida por su trayectoria en el teatro cubano contemporáneo, reaccionaron públicamente ante la cancelación. Daniel Triana expresó su indignación por la decisión en sus redes sociales, mientras que su colega Freddy Maragoto escribió: "De todas maneras ella siempre regresa, porque para hablar de la música cubana hay que contar con Celia Cruz".
A propósito de este nuevo atropello contra el arte y la memoria de Celia Cruz, la escritora cubana Wendy Guerra también denunció en sus redes sociales la censura histórica que el régimen ha ejercido sobre la intérprete:
Desde que tengo memoria —y el gobierno cubano poder—, han trazado estrategias de todo tipo para invisibilizar la figura de Celia Cruz. Celia representa todo lo que ellos detestan: una mujer talentosa, libre, pobre, afrocubana, independiente, decente y luminosa, que nunca necesitó del paternalismo populista para brillar ni para cambiar el final de su historia. A Celia, como a los Beatles, la escuchaban nuestros padres y abuelos en Cuba bajito y a escondidas. Nuestra generación solo pudo apreciarla en todo su esplendor fuera de la isla. Pretender que hoy permitan un tributo a Celia Cruz en Cuba es borrar, de un solo acorde, el réquiem con el que intentaron enterrar en vida su obra e imponente figura. Todo lo que pasó entre 1940 y el 2000 en la música latina vincula a Celia Cruz como propulsora y voz de esos cambios. Eso no podrán silenciarlo nunca, porque ese poder, misógino y oscuro, no determina nada más allá de las aguas territoriales. Transparentar la censura, amplificarla y extrovertirla es la única manera de mostrar al mundo el profundo dolor que encierra nuestra velada y maquillada memoria histórica. La única forma de probar las notas amargas que esconde su inolvidable grito de “¡Azúcar!” es contarlo todo.
Una censura de más de 60 años contra Celia Cruz
La prohibición del homenaje a Celia Cruz no es un hecho aislado, sino la continuación de una política cultural represiva que comenzó en los años sesenta. Desde que la cantante abandonó Cuba en 1960 y decidió no regresar tras el triunfo de la Revolución encabezada por Fidel Castro, el gobierno cubano ha mantenido una férrea censura sobre su figura.
Celia Cruz nació el 21 de octubre de 1925 en el barrio de Santos Suárez, en La Habana. Durante la década de los cincuenta se convirtió en una estrella de la música cubana junto a La Sonora Matancera, pero decidió abandonar Cuba en 1960 cuando el régimen de Castro se apoderó de todas las emisoras de radio y televisión, limitando la libertad de expresión artística.
El punto de ruptura definitivo ocurrió en 1961, cuando el gobierno cubano le prohibió regresar a la isla para ver a su madre gravemente enferma. En sus memorias, Celia relató:
A mí no se me permitió aguantarle la mano cuando se estaba muriendo. Fidel y su gobierno nunca me perdonaron. Me castigaron por salir de Cuba no dejándome regresar para enterrar a mi mamá. Ese día pensé que se me iban a secar los ojos de tanto llorar. Fue entonces que decidí no pisar nunca más suelo cubano, hasta que no desapareciera ese sistema.
Según documenta la propia Rosa Marquetti en su investigación publicada en el portal Desmemoriados, la censura contra Celia Cruz se concretó oficialmente en la prohibición de radiar sus canciones, mostrar su imagen en video, enseñar su trayectoria en los planes de estudio de las escuelas de música y arte, e incluso la mera mención de su nombre en publicaciones culturales.
El caso más emblemático de esta cruzada oficialista ocurrió en 1981, cuando el musicólogo Helio Orovio publicó su Diccionario de la música cubana sin incluir a Celia Cruz ni a otros músicos exiliados, después de que los censores eliminaran sistemáticamente todas las entradas que el autor había preparado sobre artistas residentes fuera de la isla.
A pesar de la censura oficial, Celia Cruz se convirtió en una de las artistas latinas más importantes del siglo XX, ganadora de ocho premios Grammy y reconocida mundialmente como la Reina de la Salsa. Su influencia en la música latina fue determinante en el desarrollo del movimiento salsero en Nueva York durante los años setenta y ochenta.
La cancelación del homenaje en la Fábrica de Arte Cubano es un recordatorio de que, a las puertas de su centenario, el régimen cubano mantiene su empeño en negar el reconocimiento oficial a quien fue y sigue siendo una de las voces más emblemáticas de la cultura cubana. Como afirmó Rosa Marquetti, el legado de Celia Cruz "sigue representando una fuerza moral y artística imposible de borrar".
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