Bajo el eslogan “Sin miedo a sangrar” gana terreno en Cuba un nuevo fenómeno de peleas clandestinas: Combate Libre, una liga "profesional" en la que jóvenes de distintas provincias pelean por dinero y visibilidad en redes sociales. Las edades oscilan entre los 19 y los 31 años, y se especializan en diversas técnicas como boxeo, karate, artes marciales mixtas y boxeo callejero (sin uso de guantes).
El proyecto, surgido en Santiago de Cuba, en la región oriental de la isla, ya cuenta con participantes de La Habana, Pinar del Río, Sancti Spíritus, Cienfuegos, Granma, Las Tunas y la propia ciudad de Santiago.
¿Tienes valor paˈ sangrar? Combate Libre busca peleadores aficionados dispuestos a pelear por dinero y gloria. Demuestra tu nivel y gana el título oficial de nuestra liga. Escríbenos y entra al ruedo... ¡sin miedo, que esto es combate real!
Con este anuncio publicado en redes sociales a inicios de octubre de 2025, abrió su convocatoria este proyecto que organiza peleas sin público, con el objetivo de grabarlas y promoverlas en las redes sociales, así los organizadores buscan atraer patrocinadores y expandir la liga:
El objetivo declarado es crear un buen show con combate real, formar fanáticos y subir el valor de cada peleador. Las peleas serán privadas, sin público en vivo, pero se publicarán en nuestras plataformas paˈ hacerlas virales y que cada quien gane fama.
Pago mínimo de 20 euros
Combate Libre ofrece premios en moneda extranjera en medio de la grave crisis económica que ha reducido el salario básico mensual en Cuba a menos de 12.00 euros, según las tasas de cambio informales de la isla en el momento de redactar de este artículo. El mínimo inicial para la primera pelea está fijado en 20.00 euros, pero según indican los perfiles oficiales de la iniciativa:
Si te vas ganando un nombre o te haces favorito, sube el pago. Además, cuando haya apuestas, también te toca un porcentaje de esas ganancias.
Los organizadores del proyecto prometen posibilidades de progreso dentro de la liga a jóvenes cubanos que hallan ante sí un panorama desolador, con pocas oportunidades de ganar dinero real. Incorporarse a las filas de la policía del régimen o ser reclutado por Rusia para combatir en Ucrania, son opciones menos atractivas que esta posibilidad de un camino más expedito hacia la fama, la gloria y posibilidades de sostener un nivel de vida al menos decente.
Un ring en cualquier lugar
A tenor del caracter clandestino y callejero del proyecto, sin nada de apoyo, asesoría o fiscalización de las instituciones deportivas del régimen, que siempre ha renegado de las competencias profesionales, los organizadores de Combate Libre detallan que:
El ring puede ser el techo de un edificio, el patio de una casa, una fábrica abandonada o incluso la calle. Lo importante es el show y el nivel que atraigan.
El "show" es muy importante para Combate Libre, que busca acondicionar los espacios con luces y otros elementos escenográficos "para que el combate funciones como espectáculo". Siguen el ejemplo de la lucha profesional en el mundo, que siempre propone grandes eventos, muchas veces más inclinados a la coreografía escénica que al verdadero deporte. También declaran garantizar "ambulancia o asistencia médica mínima según la escala del evento".
Sin experiencia previa
"Nada de relajo: esto es pelea real, pero organizada", subrayan los organizadores en un post. Combate Libre limita la participación en los encuentros a personas mayores de edad, que estén "en condiciones físicas básicas para pelear", sin requerir obligatoriamente de experiencia previa. Se aceptan "debutantes y peleadores con trayectoria amateur". Los primeros combates se organizan "por nivel y peso para garantizar rivalidad equilibrada".
Los peleadores inscritos firman un contrato que reciben antes de saltar al ruedo por primera vez. El documento promete gran rigor, e incluye "condiciones de pago, reparto de premios, reparto de ingresos por apuestas, cláusulas de imagen, y responsabilidades de seguridad". El texto especifica "medidas mínimas para reducir riesgos" y se aconseja consulta a terceros si existen dudas antes de firmar.
Pelear por dinero en una economía colapsada
El pago mínimo de 20.00 euros por pelea resulta significativo en el contexto económico cubano actual. Según datos oficiales de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), el salario medio mensual en el sector estatal se situó en 6 506.50 pesos cubanos en el primer semestre de 2025, equivalentes a 11.89 euros al cambio informal, en el momento de redacción de este artículo. El salario mínimo es de 2 100.00 pesos mensuales, apenas 4.12 euros, mientras que las pensiones mínimas (3 056.00 pesos) alcanzan los 5.99 euros.
Un análisis del observatorio independiente Food Monitor Program reveló en agosto de 2025 que "una canasta básica, mínimamente conformada con los alimentos estrictamente necesarios para dos personas, consistiría en una suma aproximada de 41 735 CUP pesos para para dos personas residiendo en La Habana, lo que correspondería a 6.41 salarios promedios". La situación obliga a miles de cubanos a buscar ingresos alternativos para sobrevivir.
Una pelea cubana contra la crisis
El auge de Combate Libre coincide con el deterioro de las condiciones de vida en Cuba. La economía cubana no ha logrado recuperarse de la crisis profundizada durante la pandemia. La inflación continúa creciendo, la producción industrial se desploma y servicios básicos como electricidad y agua funcionan de manera intermitente.
En 2025, el Observatorio Cubano de Auditoría Ciudadana reportó 1 319 delitos entre los meses de enero y junio, casi cinco veces más que en 2023. Los datos reflejan un aumento en robos, homicidios, feminicidios y tráfico de drogas. La violencia y la necesidad económica se entrelazan en una isla donde las oportunidades se reducen cada día.
Para algunos jóvenes cubanos, las peleas clandestinas representan una vía de escape y una forma de obtener ingresos que ningún empleo estatal puede ofrecer. El riesgo físico y la ilegalidad quedan en segundo plano frente a la urgencia de sobrevivir. El boxeo, históricamente una fuente de orgullo nacional en Cuba, se transforma en un espectáculo underground donde el hambre y la desesperación alimentan el negocio.
Combate Libre se presenta como un proyecto organizado con reglas y contratos, pero opera en la clandestinidad. Los combates sin público evitan la intervención policial, y la difusión en redes sociales permite monetizar el contenido mientras se busca atraer patrocinadores y expandir la operación a más provincias.
El fenómeno plantea interrogantes sobre el futuro de una generación que crece en medio de la escasez y la falta de perspectivas. En un país donde el salario mensual apenas alcanza para comprar arroz y huevos, subirse a un ring improvisado para recibir 20 euros puede parecer una opción razonable. La consigna "sin miedo a sangrar" resume la realidad de miles de jóvenes cubanos que enfrentan cada día una lucha por la supervivencia que va más allá de cualquier cuadrilátero.
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