Cuatro libros clave —de Huber Matos, Armando Valladares, Pierre Golendorf y María Elena Cruz Varela— reconstruyen el horror de las cárceles castristas.
Su voz, marcada por una sensibilidad crítica, un humor lúcido y una estética de lo cotidiano, deja una impronta en la tradición de la narrativa cubana.